Persiguiendo a los millenials por las calles de París
PARÍS.- Misión: encontrar la versión europea de la generación millennial en Montmartre, el epicentro bohemio de París. Generación millennial según Strauss y Howe, creadores del término: aquellos nacidos entre los ochenta y los dos mil que se criaron con la bonanza consumista de la era Clinton (Bill) y que luego con "llamativa naturalidad" se sobreadaptaron a las crisis económicas y a las guerras pro y anti terroristas del nuevo siglo. "La generación malcriada, impaciente y egocéntrica, pero también la híper resolutiva y conectada", describen los especialistas. "Los que no quieren cambiar el mundo sino que el mundo no los cambie a ellos", rematan. Y en Montmartre, famoso barrio de pintores de París, cuna de los sex shops y cabarets decadentistas más míticos (Moulin Rouge a la cabeza), los hay bastantes. Hacen cola desde temprano en la puerta del Élysée Montmartre, la sala donde Charli XCX, "la nueva sensación" del pop millennial londinense a caballito de su hit "After the afterparty", que acá suena hasta en lo de Tinelli, será la encargada de cerrar el Garage Sound de Volkswagen. Un ciclo de "música y tecnología" que busca presentar los nuevos sonidos del mundo y que antes de París tuvo sus paradas en Berlín y Londres.
"Quiero que sea una locura de las grandes. Un concept show épico. Una fiesta", nos dijo la propia Charli un rato antes al grupo de periodistas que viajamos para cubrir el evento (en donde también toca AlunaGeorge, el dúo de electropop, también británico, pero de un perfil más electro-indie, no tan millennial como Charli) y en su mirada intensa de ascendencia india encontramos la determinación de que quien verdaderamente quiere que así sea. Veinteañera, actitud de "yo no me como ninguna", Charli ratonea para las fotos en la ventana del departamento donde recibe a la prensa y se puede ver la iglesia de Saint-Pierre. La misma donde, cuenta la leyenda, Ignacio de Loyola reunió a sus siete discípulos para hacerlos jurar y fundar la Compañía de Jesús, especie de célula combativa dentro del catolicismo que luego, por ejemplo, dio figuras como el actual Papa Francisco. Ciudad laica llena de iconografía religiosa, caminar por París es experimentar la tensión latente entre los diferentes guetos inmigrantes: lenguas árabes, afros y latinas se entremezclan con el francés típico cada vez más difícil de encontrar.
"Todavía vivimos con miedo", me dice en inglés una fan de Charli XCX que aguarda para entrar al Garage Sound cuando le pregunto cómo es ser joven, gustar del pop y vivir en París luego de la seguidilla de atentados (Charlie Hebdo, Bataclán, Niza) que inundaron de más policías la ciudad pero no lograron reducir del todo la paranoia. "Para mí ver a Charli XCX es poder olvidarme un poco de todo eso". Y la cantante es consciente de su rol entretenedor desde el momento mismo en que se apagan las luces del Elysée Montmartre (una de las salas más tradicionales de la ciudad, existente desde 1807) y despliega una gestualidad de lolita rap sobre pistas electrónicas y coros pregrabados que hace delirar a los millennials (mayoría de chicas) agolpados frente al escenario. "Break the rules", canta en plan Katy Perry urbana y pronto llega el citado "After the afterparty", su último hit, el que busca posicionarla a nivel global luego de haberse mudado a Los Angeles, contratar productores de moda como Sophie (integrante del colectivo PC music) y aprovechar el envión de hits previos como "I love it" (que compuso para Icona Pop) y "Fancy" (que comparte con Iggy Azalea).
"Cuando empecé era chica era muy fan de Britney Spears. Y como muchas de esas pequeñas niñas que la escuchaban pensaba: ?oh, cómo me gustaría ser como ella'. Y aún creo que fue la última princesa pop, más allá de que lo que más me gusta y escucho hoy en mi casa es Rihanna y Kanye West", contaba Charli un rato antes y revelaba también su gusto por la estética stripper ("'stripper chic' diría que es mi estilo para vestirme") además de sus dudas respecto a cómo debe pelear la mujer por sus derechos dentro de la industria musical. "He leído mucho sobre feminismo, sobre todo el de las luchas que siempre tuvimos que afrontar las mujeres dentro de mi ámbito, el de la música, y una parte mía dice: ?Sí, es así: la mujer sufre muchas injusticias y debe pelear duro', pero a la vez la otra le contesta: "Okey, es verdad, pero sí de verdad estás decidida en lo que querés hacer terminás superando muchas de esas dificultades'. Entonces pienso que al final lo que cuenta es la música, no tanto si tenés pene o vagina. Y lo cierto es que hoy hay muchas mujeres fuertes dentro del pop que están tomando sus propias decisiones y haciendo lo que quieren. Ellas son mi inspiración".
Y esta noche en el Élysée la inspiración sin duda es femenina. Porque antes de Charli la que canta es Aluna Francis, pero sin George Reid, su par en el dúo. Ausencia incareteable porque es como si Andy Bell de Erasure se presentara sin Vince Clarke, el hombre clave en las máquinas. "Tenemos una relación orgánica, libre, experimental", nos dijo en la entrevista previa sobre su compañero y suponemos que así sería si lo pudiésemos ver. Aún así, es talentosa y despliega un divismo electro que recuerda a una cantante Motown viajada al futuro. "Creo que la moda es otra forma de expresión artística que va a la par de la música y que te ayuda a experimentar, ganar libertad, romper barreras", consideró sobre su look a tono, que a la tarde combinó ropa deportiva en distintos clases de rosa y a la noche se refractó en blanco y negro. Las millennials que vinieron por Charli XCX la aplauden pero está claro que esperan a una de ellas, la que viene inmediatamente después.
"¿Yo soy millennial? ¿Seguro? ¿No estoy grande ya?", había dudado un rato antes la propia Charli. Pero viéndola conectar ahora mismo con sus pares de manera casi instantánea -códigos invisibles transmitidos a la velocidad luz- es evidente que no. París, esa ciudad hecha -a ojos de un porteño- toda de Avenida de Mayo (y qué linda que es), también puede resultar esa visión del futuro ya palpable donde vivimos pegados a nuestros aparatos y pantallas ("leave for a second your devices", ordenan en los aeropuertos para chequear si portamos bombas); las estrellas pop ejercen de tales sin rendir millones a sus pies como las divas de ayer; y el gran miedo por el otro desconocido se suspende por un rato cuando compartimos la misma canción.
Música para viajar
La británica Charli XCX que se presentó en el Garage Sound representa la visión millenial global. En su postura, su origen transcultural, y la combinación de sonidos electrónicos sintetiza el siglo XXl