Polémica en las redes: #CantaArgentina
El afán unanimista del "homenaje a la solidaridad" —que bajo el hashtag #CantaArgentina pretendía que todo el país cantara "Inconsciente colectivo" al mismo tiempo— se chocó con la rigidez de las redes, fieles a la grieta. Quizás influyó el hecho de que la palabra clave haya sido parte del nombre de una ley que básicamente aumentaba y creaba varios impuestos y suspendía la próxima actualización de las jubilaciones a cambio de promesas imprecisas. O que se use la expresión "dólar solidario" al que se le carga un 30% de impuestos. Lo cierto es que una parte de los argentinos cantó la canción designada a la hora indicada, otros acompañaron con simpatía pero en silencio, varios rezongaron en las redes y la enorme mayoría continuó con su vida envueltos en una razonable indiferencia. Hay quien encuentra esta diversidad criticable pero Dios nos libre de las unanimidades.
Donde hay canciones sin opción es a la medianoche en las radios. La ley nacional 25636, promulgada en agosto de 2002 por el entonces presidente Eduardo Duhalde, determina en uno de sus tres artículos que: "todas las radiodifusoras y cadenas de televisión nacionales que hayan obtenido su correspondiente licencia, comiencen sus emisiones con la transmisión del Himno Nacional Argentino". La ley no presenta considerandos así que no podemos saber qué argumento puede haber a favor de la obligatoriedad cotidiana. La práctica indica que la medida no tiene ningún efecto positivo respecto de nuestro himno. A la medianoche las emisoras intentan salvar la monotonía de un gesto vacío y buscan versiones que diversifiquen la oferta sonora: el himno en forma de tango, el himno de Charly, el himno tocado con quenas, el himno solemne de los actos escolares, el himno cantado por Jairo y vuelta a empezar. Nadie se va a animar a quitar del aire uno de nuestros símbolos patrios y esa ley propuesta por un presidente circunstancial y de emergencia seguirá estableciendo eternamente una pausa patriótica en la labor de operadores, locutores y columnistas radiales.
Existió una canción que unió a un país espontáneamente, sin convocatorias ni leyes que obligaran a su emisión. Comenzó bajo el nazismo y finalmente fue resignificada a lo largo de todo el mundo. Se trata de "Lili Marleen", una melancólica balada con algún retintín militar, en donde un soldado en el frente añora bajo un farol solitario la presencia de su amada Lili. Cuando el ejército nazi ocupaba buena parte de Europa, estableció una radio de singular potencia en la Belgrado ocupada. Desde allí emitía y era escuchada tanto por los soldados en el frente (en primer lugar las fuerzas que ocupaban el norte de Africa bajo el mando del general Rommel) como por sus familiares en Alemania. Regularmente se emitía esa canción en su primera versión, la de Lale Andersen, quien la había grabado en 1939. Hasta ese momento, la canción editada había vendido 700 copias. Pero las emisiones de radio Belgrado la convirtieron en un momento de unión nacional: los soldados de la Wehrmacht y sus seres queridos en el hogar sentían el contacto directo de escuchar al mismo tiempo esa cancion simple y pegadiza a la que John Steinbeck alguna vez calificó como "lo único bueno que los nazis le ofrecieron al mundo". Goebbels no pensaba lo mismo y, siendo la única pieza que con vida autónoma se había escapado de la maquinaria de propaganda nazi, decidió interrumpir su emisión. Los soldados de diversos frentes comenzaron a quejarse y hasta el general Rommel tomó cartas en el asunto reclamando por la reposición de "Lili Marleen" en radio Belgrado. Goebbels dio marcha atrás y se estableció que, con puntualidad germánica, se la emitiera todos los días a las 21.55, convirtiéndose en un momento de comunión nacional.
Si hoy escuchamos "Lili Marleen" y no nos sentimos avergonzados por tararear una melodía asociada al nazismo es probablemente debido a la versión de Marlene Dietrich. La enorme actriz alemana vivía en Estados Unidos desde la década del 30 y había participado en incontables actividades benéficas del lado de los aliados. En 1944 grabó la canción como parte de su esfuerzo de guerra. La idea era registrar una serie de canciones alemanas para ser emitidas por los aliados con el objetivo de debilitar la moral de los alemanes y robustecer la de los propios. Nuevamente la canción se convirtió en una favorita de ambos bandos, ahora con los soldados del ejército alemán a la retirada y en derrota.
La versión de Marlene no se apoya –como la original de Lale Andersen– sobre una percusión que evoca los rigores militares sino que apela a un romántico acordeón. El fraseo de la actriz es más lento y sensual, de una manera que solo ella podía lograr. Seguramente la apropiación de la canción por parte de una actriz alemana que había elegido desde antes de la guerra el bando de la libertad, expresando la letra de una manera extremadamente sexy y melancólica, habrá minado el espíritu de los soldados de la Wehrmacht, ya comenzando a convencerse de una derrota larga y definitiva.
De las canciones que han generado un espíritu colectivo espontáneamente, sin estímulos desde arriba, la más espectacular es la versión de la hinchada del Liverpool de "You’ll Never Walk Alone". Se trata de una canción del afamado dúo de compositores Rodgers y Hammerstein (Oklahoma!, El rey y yo, La novicia rebelde, entre otras comedias musicales) de su obra Carousel, de 1943. No es la clásica "canción de cancha": no tiene estribillo pegadizo –de hecho es difícil pensar en que tiene un estribillo—es lenta y difícil de cantar, tiene un crescendo sostenido y sin pausas, un desafío para cantantes de la talla de Frank Sinatra o Aretha Franklin. Lo cierto es que en 1963 en el estadio Anfield, el milenario reducto del club Liverpool, antes de los partidos se escuchaba la versión del grupo oriundo de esa ciudad Gerry and the Pacemakers (se ve que no le tenían fe al otro grupo liverpooliano del momento). La hinchada comenzó a acompañar la grabación y al cabo de un tiempo se convirtió en un ritual imprescindible. Hoy, con el Liverpool FC en lo alto del fútbol mundial, es sencillamente conmovedor escuchar a sus hinchas cantar afinadamente y a viva voz mientas despliegan sus infaltables bufandas con el nombre y los colores del club. El truco ahora es comenzar con la grabación de Gerry and the Pacemakers y en la segunda mitad de la canción dejar que sean solo los hinchas los que lleven adelante la canción: un momento irresistible que se puede apreciar en innumerables videos de YouTube
Las canciones tienen su magia propia, inmanejable. Así, pueden representar la añoranza de un mundo en paz de un soldado en la trinchera (aunque ese soldado combata por lo peor que ha generado la humanidad) y el mismo sentimiento pero de sus adversarios en la guerra. Y tienen la propiedad de decir las cosas de una manera inmune a todo desgaste. Se puede hacer cualquier cosa con la palabra "solidaridad" pero si uno canta que "nunca caminaras solo" está diciendo lo mismo de una manera indestructible. Nace una flor, todos los días sale el sol y jamás caminarás sólo. Felices fiestas.
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