Hacía casi un año que se sentía sumida en una sensacion constante de agobio, malestar, angustia, mal humor e hinchazón. Sus abuelos, que eran mayores, habían enfermado y, en un lapso de seis meses, ambos fallecieron. Florencia Goyhman (28) había vivido una infancia muy cercana a ellos y su ausencia física le estaba costando más de lo que alguna vez había imaginado.
Había obtenido su título de Ingeniera Industrial por la Universidad de Buenos Aires y, aunque tenía la vida con la que todo joven soñaba, Florencia no se sentía en su mejor momento. De hecho, a la muerte de sus abuelos, se le sumó la ruptura con su pareja de entonces.Y pensó que todo su malestar se debía a una carga emocional muy grande que le daba trabajo procesar. Sin embargo, cuando detectó que ya habían transcurrido más de 12 meses sin su período menstrual, la señal de alarma se encendió. ¿Qué le estaba pasando? Su ginecólogo no encontró nada fuera de lo normal en los exámenes que le realizaba periódicamente. Y entonces la derivó con otro especialista.
"En la primera cita, el endocrinólogo me palpó el cuello y me dijo que se notaba una forma rara en las tiroides. Me mandó primero a hacerme análisis de sangre, ahi salió que tenía hipotiroidismo y luego a hacerme ecografias doppler de cuello. En las mismas no se veía definido si eran tumores malignos o no, por lo que me mandaron a hacerme una biopsia de cuello. Yo era fóbica a las agujas, al nivel de no poder dormir el día anterior a sacarme sangre, y le tenía muchísimo miedo a esa biopsia, por lo que la pospuse unos meses hasta que mi endocrinólogo me dijo basta, tenés que hacerte el estudio".
El examen confirmó lo que sospechaban: Florencia tenía un tumor maligno en la tiroides y debía ser intervenida. Pero ese no fue el fin de su paso por la enfermedad, sino simplemente el comienzo. "Había hecho una pequeña metástasis, por lo que tuve que hacer yodoterapia. Me iban a dar una pastilla de yodo y no iba a poder tener contacto con nadie a menos de 3 metros durante un mes. Porque en ese lapso era radioactiva y podía enfermar a otros".
Pero, previo a ese momento, tenía que cumplir otro requisito. Hacer una dieta 100% libre de yodo: no podía consumir ni lácteos, blancos, gluten, azúcar refinada, huevos, alcohol, colorantes, tampoco nada rojo, entre otras restricciones. "Descubrí que todo tenía yodo, hasta las verduras, y si mi nivel de TSH no subía hasta cierto valor, y mi nivel de yodo no bajaba hasta cierto valor, no podían hacerme el tratamiento. Por ende me lo tomé muy en serio pero de forma optimista, busqué cambiar muchas recetas para poder comer de la manera más saludable posible".
Así fue que Florencia reemplazó huevos por harina de garbanzos con agua, harinas con gluten por aquellas que no tenían, como la de trigo sarraceno, azúcar refinada por mascabo, carnes por lentejas, y otras legumbres que le otorgaran la cantidad de fibra que su cuerpo necesitaba. Además descubrió en la algarroba con banana un caballito de batalla cuando necesitaba consumir algo dulce, especialmente por las noches. "Cumplí con lo que se me había pedido y a partir de ese momento, estuve recluida durante un mes en mi casa, con vajilla separada, baño separado, a tres metros de cualquier ser humano".
En ese momento Florencia vivía con sus padres, en el barrio de Palermo, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y fueron ellos quienes la acompañaron y sostuvieron a lo largo del tratamiento. Como el departamento era lo suficientemente grande, la familia pudo cederle moméntaneamente la mitad de la casa con cocina, baño, su cuarto y el escritorio. "Sentirme sola físicamente, angustiada por la falta de la hormona, sin poder comer casi nada, me hacía pensar en que se venía un panorama muy feo, pero me puse en campaña para sacar provecho de la situación, aprender y transmitir que, de situaciones feas y dramáticas uno aprende".
La necesidad de cuidarse en las comidas para poder cumplir con el tratamiento sugerido, despertó en Florencia una pasión que la acompañaba desde chica. Proveniente de una familia judía, la cocina era un espacio en el que se manejaba como pez en el agua. Investigó, se formó, aprendió y creó @diphouse.ar, un emprendimiento de cocina vegana, sin gluten y saludable. "Fueron meses en los que tuve que aprender a estar conmigo y a bajar la ansiedad. También aprendí a no darle la espalda a los síntomas que no sabés de dónde provienen. A fin de cuentas, dicen que de las experiencias traumáticas es de donde uno más aprende. Yo por suerte siempre me tomé todo el proceso con mucha calma, entendí que iba a ser pasajero y sabiendo que la enfermedad vino a mi vida por una razón. Hoy deduzco que fue para aprender a vivir mejor".
La voz del especialista
La Dra. Valeria El Haj es médica y Directora Médica de Vittal y en este audio explica qué es la glándula tiroides y cuáles son las posibles complicaciones que puede presentar.
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