Con Fito estamos actuando tan bien este "hacer como si nada" que por momentos me olvido del tema. Me olvido por un rato. Me olvido hasta que apoya casualmente la copa de vino vacía en la mesita del living y abre la boca.
-Mañana tengo la reunión. Viene el número dos que falta de afuera. Tienen otras reuniones acá y aprovechan para conocerme. Hay una opción para la oficina de ellos en Brasil. No sé. Viste cómo es…
La verdad que no sé como es; jamás fui expatriada. Entonces ahí cuando dice eso no me olvido de nada. Apago la música (sonaba Purple Rain de mi viejo CD de Prince) y levanto la mesa sin decir mucho. De hecho me pongo a hablar de otra cosa y soy muy conciente que desde hoy Purple Rain me va a sonar a este momento. Como me pasa siempre. Se me arruinan los temas y de repente por ejemplo, me encuentro odiando a Jamiroquai sin motivo aparente.
-Yo mañana tengo la reunión con los pibes de producto en la agencia. Me dieron la cuenta con Pedro ¿te dije? La compartimos.
-Ah, buena onda.
-Sí, al fin un producto un poco más divertido. Bassta de vender detergentes.
Me acerca lo que queda en la mesa y lavo con guantes (me acabo de hacer las manos y elegí un rojo furioso que no quiero que se me salte) mientras le actúo un aviso. De repente soy la típica ama de casa que baila en la cocina con el limpiador musculoso. Sex Bomb, sex bomb. You´re my sex bomb... Se ríe.
Me pregunto si es así como se hace para esquivar el bulto en una pareja de muchos años, si esta es la técnica. Vos contás poco, yo pregunto menos.
Un mecanismo peligroso sin dudas. Hay que estar atenta.
LA NACION