Uno de los hits de Netflix, a comienzos de la cuarentena, fue The Eddy, la serie creada por Jack Thorne y dirigida por Damien Chazelle, ganador del Oscar al mejor director por La La Land (2017) y responsable también de la elogiada Whiplash: música y obsesión (2014).
Ambientada en un club de jazz de París, narra la historia policial vinculada a la mafia y, al mismo tiempo, los entretelones del grupo anfitrión del local, que busca hacerse un lugar en la escena vernácula. Muestra el lado B del estereotipo glamuroso de la capital francesa: el aspecto cosmopolita y marginal, donde confluyen los universos culturales del mundo árabe, latino, africano, entre otras corrientes migratorias.
Una de las claves del éxito del programa es que los actores que personifican a los músicos del combo son, en verdad, músicos profesionales. El elenco incluye a figuras como el pianista norteamericano Randy Kerber (compositor de la banda sonora de El color púrpura, que Steven Spielberg dirigió en 1985), la cantante polaca Joanna Kulig, la baterista croata Lada Obradovic y el contrabajista cubano Damián Nueva.
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Nueva nació en La Habana en 1982, y nunca se imaginó que iba a terminar actuando. Radicado en París desde hace una década, estaba en su isla natal cuando recibió una convocatoria por correo electrónico para el casting. "Muchos amigos se habían anotado, pero yo ni me había enterado. Estaba de vacaciones en Cuba y recibí un email diciendo que necesitaban verme porque pensaban que podía tener todos los requisitos para actuar y tocar en la serie", evoca.
"Ustedes están equivocados. Yo no soy actor, soy músico", respondió. Pero desde la producción insistieron. Y le pidieron que cambiara su billete de avión para hacer una prueba.
La oferta era atractiva, así que Damián acortó sus vacaciones, leyó parte del guión en el vuelo y, cuando llegó a la audición, se enfrentó a una nueva dimensión. "Para mi sorpresa, me encantó. Me pidieron que llorara y lloré. Pero las lágrimas salieron un poco raras y ellos se asustaron. Pero yo me asusté más que ellos".
Me encantaría hacer otra cosa, que no tenga nada que ver con el mundo de la música, para probarme y quizás reafirmar el lado sensible que tengo por la actuación.
Después de varios días, llegó la respuesta: "Tú eres un tipo muy alegre, muy brillante, necesitamos algo más sobrio, una persona más oscura para el personaje". Damián, entonces, se relajó.
Sin embargo, un par de semanas después, recibió un nuevo llamado, donde lo invitaban a una segunda audición. "Ahí fui mejor preparado y se quedaron encantados. Me dieron el sí y fui el último en montarme en este barco llamado The Eddy".
–Vos no tenías ninguna experiencia previa en la actuación. ¿Cómo te preparaste para abordar este nuevo universo creativo?
–Tengo un maestro que se llama Karin Ben Haddou. Él me dio clases y me ayudó a abordar la actuación de una manera muy humana. Me convidó cosas técnicas, pero me dio elementos muy naturales como el trabajo con sensaciones, músicas, sonidos. Fue una preparación muy buena, porque me ayudó muchísimo a construir un personaje completamente diferente a mí. Yo no fumo, ni tomo, ni nada. Detesto el alcohol, la cerveza. Mis respetos a los que fuman y toman, pero de algún modo soy un cubano atípico.
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Aunque no bebe alcohol y no fuma habanos, dos características intrínsecas al arquetipo cubano, Nueva sí practica las religiones de origen afro. "Soy una persona de fe, así que al momento de meterme en el papel, me dije: «Hay una persona, un espíritu que necesita hablar». Entonces, me senté a hablar con ese espíritu, llamado Jude [su personaje]. Y le dije: «Tú necesitas hablar, necesitas expresarte. Yo te voy a dar mi cuerpo». Y así fue, me entregué completamente, y eso ayudó muchísimo. Estoy muy contento con el resultado.
–Si bien el personaje es muy distinto a vos en muchos aspectos de su personalidad, de todos modos tenías que encarnar a un músico. Supongo que eso hizo que todo se volviera más amable...
–Lo que más nos une es el amor y la pasión hacia esta música del jazz. Entonces, ahí es como que nos encontramos y fuimos, desde ese punto de vista, como almas gemelas. Pero al día de hoy todavía me sorprende. Sinceramente, ya no veo la serie, porque hay escenas que son muy fuertes y me asustan un poco.
–¿Y te imaginás actuando por fuera de The Eddy? ¿Tuviste alguna oferta?
–Me encantaría. Estoy superloco. El mundo de la actuación, que recién lo acabo de descubrir, es superdifícil, porque hay que pasar muchos castings, y hasta que no seas una figura no te van a llamar directamente. Entonces, yo creo que lo más importante es que tengo la aprobación, incluso, de muchos realizadores, empezando por Damien Chazelle, que me bautizó como actor, y tengo un texto lindísimo que él escribió a [otra de las directoras de la serie] Houda Benyamina, que es como mi carta de graduación. Pero, sí, me encantaría hacer otra cosa, que no tenga nada que ver con el mundo de la música, para probarme y quizás reafirmar el lado sensible que tengo por la actuación.
–¿Cómo fue la química musical con el resto de la banda?
–Nunca habíamos tocado juntos. Eso es lo más lindo que tiene la música, que une almas que nunca se vieron. Es lo más sagrado que tiene la música. Marcamos el tiempo y nos pusimos a tocar. Al principio tuvimos que ajustarnos, buscar un balance. Es un trabajo intenso, pero pienso que lo logramos, el resultado está ahí, cada quien con su sonido, su interpretación y su acercamiento hacia el jazz. Todas las escenas en que se ve a la banda tocar se grabaron 100% en vivo.
Suspensión y después
La banda sonora de la serie fue compuesta e interpretada por los actores, y de no haber mediado la pandemia, The Eddy Band se hubiera proyectado a los escenarios reales. Tenían agendado un showcase en Los Ángeles, y una gira promocional que incluía Sudamérica. "Fue algo bien bien duro. Triste, porque si bien no me considero un jazzista, para un músico que ama el jazz como yo, es un sueño ir a tocar a los lugares que son el panteón de la música del jazz. Y cuando nos enteramos de que toda la gira y todos los shows estaban cancelados, obviamente, por la pandemia, me cayó una lluvia de tristeza grandísima, porque teníamos previsto ir a Inglaterra, también a Brasil, y a Argentina, para darle más promoción a la serie. Pero, bueno, no se puede ir en contra de la energía mundial: que el cosmos haga su trabajo".
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El impacto global del covid-19 no fue un impedimento para que Nueva, impulsado por las repercusiones de The Eddy, lanzara su primer disco como solista: Orisun. El nombre viene del dialecto yoruba y remite a la fuente, el principio, el nacimiento. "Es como el punto de partida", explica Nueva. "Escogí ese título porque tiene que ver un poco con mi salida de Cuba y porque encierra un poco la palabra horizonte. En inglés, remite a «horizon», y siendo un inmigrante, de algún modo, encontré más mis raíces, mi identidad, a partir de tomar distancia de Cuba".
En un reciente posteo de su cuenta de Instagram, donde mostraba un par de fotos en el barrio del Vedado, Nueva contaba que todos los domingos viaja mentalmente a La Habana. En esa ciudad se formó musicalmente y es donde viven buena parte de sus afectos. Nueva empezó a hacer música por linaje familiar. "Está en mi ADN, la música forma parte de la historia de mi familia y de mi propia vida", explica. Sobrino nieto de Xiomara Alfaro, la popular cantante de los años 50, conocida como "El Ruiseñor de las Américas", Damián también es sobrino del pianista Chucho Valdés, y primo de otro prestigioso pianista, Roberto Fonseca.
Sobrino nieto de Xiomara Alfaro, la popular cantante de los años 50, conocida como "El Ruiseñor de las Américas", Damián también es sobrino del pianista Chucho Valdés, y primo de otro prestigioso pianista, Roberto Fonseca.
En principio, pensaba dedicarse a la percusión y, en paralelo, a las artes plásticas. "Me encantaba pintar. Mi madre siempre soñó con que fuese pintor", confiesa. Pero La Habana es una ciudad musical y la casa de su abuela, en particular, ofrecía rumba noche y día. "Así es difícil escaparse", dice. "Empecé tocando los tambores. Los batá, bongós, percusión clásica. Hasta que mi tía Mercedes, la exesposa de Chucho Valdés, me dijo: «Sobrino, mi corazón me dice a mí que tú vas a ser bajista y mi corazón a mí no me miente». Yo tenía ritmo para la percusión, pero sospecho que me lo dijo porque hacía falta un bajista en la familia".
Tenía 10 años cuando se empezó a fascinar con dos de sus grandes referentes. Uno, Jaco Pastorius. Otro, Stanley Clarke. Incentivado por esos virtuosos, empezó a estudiar con Orlando López, "Cachaíto", que a fines de los 90 sería bajista deBuena Vista Social Club.
–Te formaste en la Escuela Nacional de Arte. ¿Cómo fueron esos años de estudio?
–Fueron muy intensos, porque Cuba es una fábrica de músicos y hay muchísima competencia. A nivel nacional, te tienes que volver el Einstein, el Newton de la música. Estás en una competencia sana: todo el mundo quiere brillar y eso te obliga a estudiar, a crecer. Estudié música clásica, porque en Cuba no se estudia música popular. Pero tenía un problema con el contrabajo: en el Caribe, la humedad siempre está rompiendo los instrumentos. Y, en un momento, me cansé con el contrabajo y dije: voy a seguir con el bajo eléctrico, aunque seguía tomando clases de contrabajo clásico.
–¿Y cómo eran las clases con "Cachaíto"?
–Él me daba clases en su balcón y a veces parecía que se quedaba dormido. Pero si yo me confundía una escala, o fallaba una nota, se despertaba gritando y me marcaba el error. Era de la vieja guardia. Yo iba por una clase, pero me sentaba a escuchar sus historias. De todo lo que me enseñó, lo que más guardo hoy son las historias, sus vivencias, porque son los músicos de la época en que todo se grababa sin overdubs.
–¿Llegaste a ver ensayos del Buena Vista Social Club?
–Sí. Pienso que hay que agradecerle muchísimo a Ry Cooder, que hizo ese proyecto, porque eran músicos que estaban completamente en el abandono. Puso de nuevo la música cubana en el mapa. Cuando era niño, no valoraba realmente esa música. Quería tocar jazz, otras cosas, hasta que mi primo, Roberto Fonseca, tocó en Buena Vista y me decía: «Oye, estás mareado, tienes que ver a Cachaíto tocando ahí en Buena Vista». Hasta que fui a unos ensayos a cargarle el contrabajo y me quedé loco. Era muy lindo ver cómo se ponían de acuerdo para tocar, a un volumen superagradable, con tan poca tecnología, sin tantos micrófonos. Era todo muy acústico.
De Cuba para el Mundo
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En la isla, Nueva tocó con la orquesta de jazz afrolatino de Óscar Valdés, con el Ballet de Lizt Alfonso, dirigió su propio proyecto –Espiritual– y acompañó a X Alfonso. Pero hacia 2008 se enamoró de una española y decidió mudarse a Europa. "Fue duro para mí dejar Cuba, porque estaba en un buen momento de mi carrera".
En España, la conexión con la escena musical fue instantánea. Acompañó en varias ocasiones a Diego El Cigala y, apadrinado por el bajista Yelsy Heredia, se conectó con la escena del flamenco en Andalucía. "Me pegué buenísimas fiestas y buenísimas rumbas con esa gente: conciertos, festivales, fue muy lindo. Y, en Madrid, donde viví dos años, en el antiguo tablao Cardamomo, los gitanos se mezclaban con todos los latinos. Y también, en ese momento, incursioné en el afrobeat".
Pero en 2010, luego de la crisis, decidió probar suerte en París. La ciudad no fue amable. Fueron tiempos duros, hasta que comenzó a acompañar a la cantante marroquí Oum. "Llevo siete años tocando con ella, y es como de mi familia. Me ha dado la oportunidad de aprender mucho de la cultura del Magreb, conocer diferentes estilos de música del desierto, la música tuareg, y me ha llevado a festivales impresionantes, empezando por el Sahara, conciertos en Jordania, Dubái, un circuito de música completamente distinto al que yo estaba acostumbrado. Y eso me influenció muchísimo. La he incorporado un poquito en mi disco, y pienso hacer otros proyectos. Yo me siento como un nómada que aprende de cada cultura y que se adapta a cada proyecto. Es una forma de ampliar nuestro lenguaje".
–En Orisun, hay un recitado con una sucesión de nombres. ¿Quiénes son?
–Es un saludo en yoruba. En las ceremonias de santería, se pide un permiso y se hace un saludo a todos los ancestros. Se habla de la mayoría de los santos (la creación), y se tiene que hablar de las personas que han fallecido en la familia. En el disco, es un agradecimiento a todos mis ancestros. También hay unos cantos árabes por atrás. Yo hago una reverencia, pero no me quedo en Cuba, voy hasta el norte de África para decir: "Gracias por la herencia".