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 • HISTORICO

Rechazá los envases

Decile basta al packaging y elegí un consumo más responsable; te damos algunas claves para hacerte el desafío más fácil





A escala global, el 60 por ciento de los desperdicios proviene de empaques y envases utilizados una sola vez. Una familia promedio desecha 40 kg de plástico por año, que flota en el océano Pacífico como una gran sopa de cultivo; se estima que el 90 por ciento de los desperdicios –100 millones de toneladas de desechos– forma una gran isla al norte del Pacífico central; flotan y recorren largas distancias avanzando sobre las corrientes marinas y afectando la calidad del agua y la biodiversidad.
Esa gran marea de basura se convierte en un tsunami cuando nos damos cuenta de que más del 80 por ciento de todos los plásticos, el material más usado, es descartado en su primer uso, lo que provoca la mayoría de los gases contaminantes de efecto invernadero. Los expertos calculan que por lo menos cinco siglos tardarán en descomponerse, aunque, en verdad, se ignora cuánto tiempo debe transcurrir exactamente antes de que esas partículas se biodegraden. Por eso, deberíamos preguntarnos: ¿cuánto vamos a tardar nosotras en darnos cuenta de que esta forma de vida no es sustentable?

El ahorro antiecológico

A los envases clásicos, duraderos, los convirtieron en objetos de colección y, de la mano de Andy Warhol, entraron por la puerta grande de los museos, mientras que los nuevos se transformaron en potenciales residuos. La mayonesa en frasco de vidrio, como el jugo de limón concentrado y la leche de botellón, el paquete de polenta en papel y las galletitas en grandes latas pasaron a ser recuerdos. Eran distintos, algunos podrán haber evolucionado en imagen y diseño, pero, en términos sustentables, significan un gran retroceso.
Una mermelada en frasco de vidrio, por ejemplo, cuesta 56,5 por ciento más que la que viene en uno de plástico; en el café, la diferencia es de 16,3 por ciento; en el caso del arroz, la caja de cartón cuesta 9,8 por ciento más que el mismo producto en bolsita de plástico y la gaseosa retornable permite un ahorro de apenas 26 centavos por litro (7,5 por ciento). En el apuro de las compras, la mejor opción siempre pasa a ser la descartable, pero si miramos un poco más allá de la góndola y nuestra comodidad, vamos a darnos cuenta de que no lo son.
En la década del 80, los fabricantes comenzaron a reconvertir los envases porque utilizar plástico era más barato, y esa mutación también apuntó a acelerar –y aumentar– el volumen de las ventas; la sola noción de lo descartable hace pensar en un consumo inmediato que necesita terminar ese producto para seguir consumiendo otro. El biólogo Federico Kopta explica que "el exceso en la cantidad de envases responde al propósito de vender más, lo que, a su vez, genera una mayor cantidad de residuos". Esto, por supuesto, necesita de un cambio cultural fuerte: dejar atrás el deseo compulsivo de consumo que marca nuestra sociedad. Pero nosotras, mientras tanto, podemos elegir una forma de vida más sustentable, empezando por preferir los envases que menos afectan el ambiente.

¿Qué envases elegir?

Grandes . Si comprás por mayorista paquetes y botellas más grandes que los estándar, no sólo estás ahorrando plata, también economizás ambientalmente porque con estos productos se gastan menos recursos en su elaboración. Pensá: un botellón de cinco litros de aceite equivale a casi tres de un litro y medio; si los comparás, en la segunda opción –la más común– estás consumiendo más plástico. Entonces, acordate: como los minienvases necesitan más energía para ser producidos, es mejor tratar de evitar productos como los jugos y paquetes de galletitas chiquititos.
Que duren . Son los que a veces cuestan más en el momento en que vas a decidir comprarlos, pero con el tiempo resultan la mejor opción. La invasión de lo descartable, "úselo y tírelo", como los llamó el escritor uruguayo Eduardo Galeano, convierte el mundo en un producto que puede ser de descarte. Preferí siempre los envases buenos y duraderos y buscá reciclarlos dándoles una nueva función o deshacete de ellos sin mezclarlos con la basura.
Sin capas . No existe ningún producto que necesite más de un envoltorio para su empaque. Los envases sencillos formados por capas únicas de papel, acero, aluminio, vidrio y hule son reciclables. Los chocolates, los juguetes y, sobre todo, los productos de cosmética son los peores ejemplos. Evitá las marcas que priorizan la estética y elegí las más simples, además cuestan menos. Hay que seguir el ejemplo de Tita, la legendaria golosina que dejó de fabricarse con el envoltorio que era su identidad para sumarse a la necesidad de reducir la basura.
Necesarios . ¿Para qué traen cajas los pomos de dentífrico? Afiná tu sentido de lo necesario, descartá los productos que ofrecen más de lo que necesitás.
Retornables . Son la mejor opción, las cervezas y gaseosas que te permiten devolver la botella al fabricante; una manera de saldar la responsabilidad social y ambiental que debería pesar sobre las empresas en el tratamiento de los envases.
Sin químicos . Leé las etiquetas. Buscá los que no tienen componentes químicos, pero ojo con los productos que se dicen "verdes". Muchas empresas, que producen envases de plástico, se escudan bajo el sello "biodegradable", pero es improbable que se descompongan, los plásticos no tienen que tirarse, tienen que reciclarse, y además se gasta demasiada energía para producirlos, por lo cual siguen siendo una muy mala opción. También observá que es imposible reciclar aquellos envases que tienen tiras de aluminio y plástico, aunque te digan que son "amigables con el ambiente".
Desembolsados . ¡Basta de bolsas! Hay supermercados que ya tienen líneas de caja ambientales para aquellos clientes que compran sin bolsas y en otros te ofrecen la de tela; puede parecer incómodo, pero si sabés organizarte con los carritos y las prácticas bolsas de todo diseño y color que empezaron a imponerse en los últimos años, vas a ver que no es tan complicado; es costumbre. Llevalas en el auto, en la cartera, porque las bolsas del súper (que usás además para la basura) tardan mil años en descomponerse y, al ser enterradas en los rellenos sanitarios, provocan graves daños ambientales. Cuando no sea indispensable, rechazalas. Si la panadera ya te envolvió las facturas en papel, ¿para qué querés una bolsa?
Con las cajas y bolsas de cartón, tenés que fijarte que no estén blanqueadas, es fácil darse cuenta a simple vista. La mayoría de los jugos de fruta y una buena proporción de la leche se venden en recipientes de cartón hechos con papel blanqueado, papel de aluminio y polietileno. El cloro se usa para blanquear el material, y causa grandes problemas ambientales en las zonas donde se fabrica.
Sin envases, a granel . En los almacenes naturistas y en algunas tiendas orgánicas podés comprar todo sin empaquetar ni envasar, es una actitud ambiental para imitar y practicar.

¿Cómo se descomponen...?

LATAS: las de aluminio se pueden reciclar, y así se reduce el 95 por ciento de la energía producida.
TELGOPOR: es el material que usan para empaquetar muchos productos o servir alimentos. Pero ¿sabías que el telgopor es un producto muy contaminante, no es biodegradable, no se descompone ni se integra en la naturaleza? A pesar de ser liviano, ocupa mucho espacio, colma los rellenos sanitarios rápidamente y reduce su vida útil. En 500 años, el plato o el vaso de telgopor que tenías en la mano esta mañana va a seguir estando en algún lugar de la superficie terrestre.
HUEVOS: la caja de cartón se hace con papel reciclado: ahorra energía y recursos, lo que reduce la contaminación. Rechazá los de telgopor, es polietileno expandido: un plástico derivado del petróleo no es biodegradable.
AGUA: elegí el servicio de botellones. Es práctico porque te los llevan a tu casa las empresas de agua mineral y además no usás envases.
TÉ: millones de toneladas de pulpa blanqueada químicamente se mezclan con resinas resistentes a la humedad para hacer los saquitos. Podés comprar las hierbas sueltas para preparte el té, y si no, elegí las marcas que traen sueltos los saquitos, sin envoltorio individual.
Por Laura Caniggia

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