Reina Sofía: el amor por el mar que casi la lleva a la muerte
En febrero de 1960, la reina Sofía amante por naturaleza del agua, cayó en el helado Mar del Norte. Remaba a toda velocidad cuando el velero en el que iba giró de forma inesperada. Sofía sufrió un golpe fuerte en la cabeza y se sumergió en lo profundo de las frías aguas. El accidente no pasó a mayores porque sus hermanos Constantino y Odysseus se lanzaron al mar y pudieron rescatarla sin problemas. Dicen que para Sofía fue el día que volvió a nacer hace sesenta años.
Nacida en Grecia, la ahora reina emérita de España conoce el mar desde su infancia. El amor por el agua le viene heredado de su padre, el rey Pablo de Grecia, de quien aseguró que habría sido marino de no haber tenido la responsabilidad de dirigir un reino.
El gusto por el mar es una actividad que Sofía comparte también con su esposo el rey Juan Carlos, quien también le debe la afición a su padre, Juan, quien decía que era incapaz de gestionar sus momentos más críticos fuera de su barco, el Saltillo.
El accidente es consecuencia de esta pasión por el mar. El hermano de la reina, Constantino, participaba con frecuencia de competiciones a vela a bordo del Nereus, el barco que le habían regalado a los 18 años.
Las salidas resultaron tan buenas que decidieron competir por Grecia en los Juegos Olímpicos de Roma de 1960. El equipo griego de vela lo formaron el príncipe Constantino, Odysseus Eskidioglou, Geogios Zaimis y la princesa Sofía, que se incorporó como suplente. Pero ella quería ser titular y se ejercitaba con voluntad y energía en lograr su objetivo. De ahí que estuviera en febrero de 1960 entrenándose para las competencias en el Mar del Norte. Desde ese momento, Sofía se conformó con la suplencia.
El Nereus llegó a ganar una medalla de oro después de una disputa con Argentina y Francia. Años más tarde, la reina le confesaría a la periodista Pilar Urbano cómo se había sentido en ese momento: "De las emociones que yo había vivido hasta ese momento, esa fue la más excitante. Mis padres se abrazaron, riendo y llorando. Yo exultaba (…) Oír el himno nacional de Grecia con todo el estadio en silencio y mi hermano en el podio con su medalla de oro. Grecia era importantísimo. No olvidaré la llegada a Atenas: había cinco filas de personas en cada arcén, desde el aeropuerto hasta el monumento al soldado desconocido, en el centro de la ciudad. Toda Atenas llena de gente. Se habían echado a la calle. Había un orgullo nacional colectivo maravilloso y emocionante. Era la primera medalla de oro que se ganaba en las Olimpiadas, desde antes de la Primera Guerra Mundial. Y el pueblo valoraba que el vencedor fuese un príncipe griego y trajese el oro para la patria olímpica".
La vela del amor
Fue en este contexto olímpico donde se consolidó la relación entre Sofía y Juan Carlos. La afición y el apoyo a todas las actividades deportivas es una característica de su reinado. De hecho, el rey Juan Carlos cuando era príncipe participó de los Juegos Olímpicos de Munich de 1972. La infanta Cristina fue parte del equipo de vela de los juegos de Seúl de 1988 mientras que el rey Felipe compitió en Barcelona 1992.