Experiencias. Respirar por primera vez a los 37 años
La vivencia personal de una periodista de LA NACION que realizó el curso de El Arte de Vivir
Aprender a respirar. Más allá de lo obvio que la mayoría me refutaba sobre los beneficios de adquirir algo que ya se posee naturalmente, la propuesta me animaba.
Debo confesar, no soy una militante de las vivencias (de moda o no) que pueden ayudar a ser "mejor persona". No hago psicoanálisis, terapia individual ni de grupo. No leo libros de autoayuda, tampoco medito. Pero sí practico yoga, y junto con la curiosidad genuina de mi profesión no me quise negar más.
Tanto había escuchado sobre el curso de respiración de la Fundación El Arte de Vivir que, finalmente, un día me decidí y me anoté. Era un curso de cinco días para periodistas, un grupo un tanto escéptico y desconfiado per se.
Vaya casualidad, o no, al mando del curso también había una periodista, la española Beatriz Goyoaga, que fue corresponsal en Buenos Aires del diario inglés Daily News y, actualmente, instructora, voluntaria ad honórem y representante de esta ONG, creada por el místico Sri Sri Ravi Shankar, del que tanto se habla por estos días.
Con las defensas altas todavía, allí estaba sentada en el piso junto a los demás participantes del curso. Todos en un mismo salón, todos mirándonos las caras, todos novatos sumergidos en el arte de la respiración.
"Que la felicidad es estar en el momento presente; que nos enojamos por algo que ya pasó y vivimos lamentándonos por cosas que ya sucedieron; que el futuro aún no existe y que sólo el corazón puede escuchar lo que es auténtico." Son sólo algunos -de una lista extensa, publicados también en un libro- de los conocimientos divulgados por el propio Ravi Shankar, luego me enteré.
La mayoría, debo decir, no me revelaba ningún secreto. "Ojalá pudiéramos aplicar estos conceptos día tras día, seguramente viviríamos todos mucho mejor", pensé. De todas maneras, las frases no sonaban lábiles en su voz. Goyoaga tenía un carisma especial, un don para la oratoria y una sonrisa empática que les imprimían un halo de profundidad a esas palabras. Así, al menos, las percibí yo durante aquellas cinco mañanas.
Tanto que, durante una comida familiar, mi marido quiso saber "qué tal me estaba yendo con el curso de respiración". Respondí, convencida: "Bien, muy pero bien". Él, sonriente, acotó: "Se nota que la respiración funciona, estás hecha una seda". Estuve a punto de molestarme. Pero acudí a los conocimientos de guruji y redireccioné mi réplica. Hice lo correcto, él no lo decía con sorna. Era cierto que estaba más relajada, tranquila, sin ánimos de pelear ni discutir.
También hubo ejercicios que me conmovieron. Tal vez por la forma en que, mediante algunas consignas, nos hacían encontrarnos con nuestros compañeros y, por supuesto, con uno mismo. A veces, incluso, parecía un taller de teatro, donde es preciso dejar los pudores detrás de la puerta y animarse a interactuar con el de al lado. Un poco de vergüenza, algo de ridículo también. La meta es despojarse de los prejuicios y mirarse al espejo, de otro.
Lo mejor, como siempre, para el final. Ansiosa por aprender la técnica del sudarshan kriya , había llegado el momento. Y cayó como un trance, una unión mística, una profunda quietud donde no hay chance de reparar en nadie más que en uno mismo. Creí que estaba dormida, pero una voz me advirtió: "Eso es la meditación, no duermes".
Como yo, todos allí caímos en ese trance, que causó reacciones tan diversas y sensaciones. Pero no hubo ninguna voz que haya rechazado el método. Cuerpo y mente, coincidíamos todos, se habían entregado al sudarshan kriya . Allí estábamos, meditando.
La varita mágica, lo acredito, es un poderoso ejercicio que incorpora diversos ritmos de respiración, como una armónica coreografía de inspiraciones, exhalaciones y posturas. Espiando de reojo sólo al comienzo, concentrada poderosamente hacia el final, la práctica del sudarshan kriya armoniza el ritmo del cuerpo y las emociones, todo en una misma sintonía.
Con el tiempo y la práctica rutinaria, esta técnica única de respiración, asegura su creador, elimina el estrés, la fatiga y las emociones negativas, como el enojo, la frustración y la depresión. Dejan al individuo en un estado de calma pero enérgico, enfocado y relajado al mismo tiempo.
Las emociones afectan los patrones de la respiración, dice Goyoaga, y lo ejemplificaba de esta manera: "Cuando estás enojado, tu respiración se vuelve corta, con ciclos rápidos. Y ya ves que cuando estás triste tu respiración se vuelve larga, con ciclos profundos". Es cierto, consideré, algo que nos pasa a menudo.
Una de esas mañanas, durante el ejercicio, combinando distintos tipos de respiraciones y a diferentes ritmos, comencé a recordar las enseñanzas de Maruca, la partera de mi curso de preparto (de esto hace ya cinco años), las cuales nunca pude poner en práctica. Mi hija nació por cesárea, y apenas pude sentir el dolor de la primera etapa de contracciones antes de llegar al quirófano.
Pero la partera, con siete nacimientos en forma natural a cuestas, me lo había advertido. "La respiración es una herramienta clave durante el parto, y puede ayudarte mucho a calmar el dolor de las contracciones; en ese momento es fácil olvidarlo, por eso es bueno practicar ahora, para no estar desprevenida." La repetición es la mejor forma de aprendizaje, y por eso Maruca también nos había dado un cuadernillo con apuntes, para no olvidar los ritmos y ensayarlos en casa.
Con un segundo hijo, también nacido por cesárea y sin intenciones de agrandar la familia, ya no tendré chances de aplicar la técnica en una sala de parto, pero en El Arte de Vivir aprendí que la respiración no es exclusiva de circunstancias extraordinarias, límites o de riesgo.
Todos los días, o así intento que sea, ensayo "el combo casero" que nos dio Goyoaga como estandarte. La cuarentena que le siguió al curso cumplí cada día con el ejercicio, contenta.
Con el correr de los días, la práctica se fue espaciando, y lamento no encontrar el momento preciso. Recuperar el pranayama (control de la respiración), la exhalación uyai , otra de las técnicas básicas del yoga, y volver al sudarshan kriya . Que eche raíces.