La incorporación de conocimientos puede ser anárquica. Hay cosas que se enseñan sin enseñar y cosas que se aprenden sin aprender, al menos no siempre de manera consciente. Se absorben, se aplican y después -terapia mediante, quizás- se pueda determinar su origen. Lautaro Cersósimo encuentra la explicación a su profesión y a sus ideas en su infancia -en la casa familiar, con papá, mamá y cinco hermanos- pero hay un hecho que le sirve para explicar su inclinación por la estética, la funcionalidad y el diseño. Podría resumirse todo con que su mamá también era artista, o que su papá contador siempre estaba impecable y en el detalle; pero el pasado que explica su presente es mucho más simple y discreto, un detalle entre miles, pero que quedó marcado a fuego: "Mi papá nunca estaba de jogging o desarreglado, hacía el asado con camisa y pantalones pinzados".
El valor de ser autodidacta
Lautaro se define a sí mismo como artista y diseñador, siempre autodidacta y emprendedor, en el sentido más literal de una palabra que a veces se la utiliza de manera un poco genérica: es emprendedor porque tuvo la iniciativa de llevar adelante su idea de negocio. En 2004 fundó su marca de ropa (Henky Penky), a la que le dio una impronta muy conocida hoy, pero que en ese entonces resultaba novedosa: la sustentabilidad como filosofía de trabajo.
Gracias a ese concepto fue que en 2013 creó una colección inspirada en el medioambiente y en el futuro no muy lejano que nos esperaba. La colección incluía una línea de facemasks, como las que ya se usaban desde hace tiempo en otros países, confeccionadas con retazos sobrantes de producciones anteriores. "En Henky toda la materia prima que se compra, se utiliza", dice. "En ese momento de creación, me imaginé a mi mismo viniendo del futuro con un casco cápsula, intentando avisarme lo que iba a suceder, pero jamás pensé que ese futuro llegaría siete años después", admite.
Los tapabocas de 2013
El diseño de aquellos tapabocas de 2013 no era sólo una moda que buscaba concientizar: habían sido pensados en función de la protección, contemplando una expansión de la máscara que debía cubrir desde la nariz hasta la totalidad del mentón. Los materiales no sólo fueron elegidos por lindos, sino según estudios de filtración de partículas. "El testeo de filtración de partículas del tamaño de las del coronavirus actual se hizo en base a un estudio realizado por Smart Air, una reconocida empresa extranjera dedicada a la producción de filtros; y nos dimos cuenta que las facemask aplicaban para el uso recomendado por la OMS", explica. El resultado: sus máscaras tienen casi la misma eficacia que los barbijos quirúrgicos, y además son reutilizables.
El resultado: sus máscaras tienen casi la misma eficacia que los barbijos quirúrgicos, y además son reutilizables.
Con semejantes antecedentes las finanzas de Henky deberían haber tenido un pico desde el comienzo de la pandemia, pero no fue tan así. Cuando las pusieron a la venta, a principios de marzo, hubo resistencia. E insultos. "La verdad es que fue muy difícil la aceptación, porque la OMS y los medios de comunicación informaban que no debíamos usar máscaras" -dice- "y en las redes sociales hubo gente que se lo tomó muy mal, nos criticaron bastante y hasta creímos que había sido una mala decisión ofrecerlas". ¿Se había equivocado? ¿Acaso esas imágenes que llegaban desde Oriente, con personas usando barbijos como protección ante la contaminación y los gérmenes eran falsas? "La verdad es que estábamos comprometidos con el producto, y basados en las experiencias exitosas de otros países que nos avisaban que la utilización de tapabocas era una de las acciones preventivas más efectivas, continuamos alentando su utilización a pesar de todo", dice.
El 15 de abril, con la obligatoriedad del uso de tapabocas en CABA, la historia empezó a cambiar. "Habíamos sido los primeros y los únicos de Argentina en tener este producto testeado y listo para entregar, y los agotamos en horas". Los tapabocas llegan envasados al vacío, con el fin de reforzar al máximo las normas de seguridad e higiene establecidas; y con una etiqueta que destaca sus principales características.
Sustentable se es o no se es
Desde el inicio de la marca, los productos se venden hasta agotar stock y no se vuelven a realizar. La política siempre fue que los retazos de producción se guarden, no sólo porque pueden servir para algo, sino porque de ese modo se genera menos basura. Aquellos primeros tapabocas de 2013 fueron sobrantes de otras prendas, que podían servir para algo más. Lautaro no tiene un recuerdo específico que explique su preocupación por el medioambiente, pero sí está convencido que no lo hace por marketing. "Afortunadamente se dio que mi forma de hacer las cosas o valores con los que me mantuve estos años coinciden con la tan aclamada sustentabilidad", explica. Lo resume así: tener conciencia de lo que uno hace, cómo lo hace y porqué lo hace. "El mundo hoy cambió pero mantenerse firme con ciertas cuestiones ocho años atrás era chocarse contra la pared y recibir consejos de cómo había que hacer las cosas constantemente", dice.
Aunque el streetwear sea parte de la normalidad de hoy, no lo era tanto en 2004. La idea de crear una moda urbana sin pretensiones, en la que la comodidad y las tendencias no dejaran de lado cierta idea de lujo, se hizo popular globalmente con decenas de marcas de todo el mundo que de buenas a primeras encontraron en los hoodies, remeras y zapatillas su estilo del momento. La marca creció, justamente, con ese estilo internacional, que a veces la hace parecer más de afuera que de acá: "Henky nació y creció junto a grandes marcas del movimiento streetwear del mundo, es contemporánea a casi todas las marcas que hoy y hace unos años son formadoras de tendencia", resume.
Pretender ser diferente -no sólo en lo estético, sino también en el hacer- no es fácil, y menos aún en el rubro textil. "Necesitamos una transformación más grande, porque hoy veo a todos muy preocupados por la sustentabilidad, pero no por cuestiones ambientales o sociales, sino por que tienen que ver como hacer para mostrarle a la gente que son sustentables y no quedar fuera de la movida en pos de vender más", define. Se sabe que a las nuevas generaciones sí les interesa el planeta y las personas (o al menos más que a las generaciones pasadas), "pero si la cabeza no cambia va a ser todo igual con una lavada de cara verde", dice Cersósimo. "No debería ser un atributo de venta sino, una obligación moral. No es más sustentable quien más recicla, sino quien menos huella deja en el mundo y quien hace lo posible para hacer del planeta un lugar un poco mejor desde donde puede".
¿Cómo se hace para ser diferente en la Argentina, un lugar en el que la ropa es cara, es toda muy parecida y en el que la economía hace todo más difícil?
Las marcas de ropa se manejan según el termómetro de lo que quiere la gente, lo que se va a usar y lo que se vende. Los dueños, la mayoría de las veces, entienden poco de moda/diseño (solo que es buen negocio) y envían a cinco personas de viaje a buscar ideas, las cuales van a los mismos cinco lugares que las otras cinco personas que van por otra marca. Por eso, muchas veces, se ve el mismo diseño en dos marcas distintas, con el fin de llegar al subestimado consumidor con productos que son más de lo mismo, sin esencia ni hilo conductor, cero propuesta. Si una marca llega y rompe con todos esos métodos, la única justificación válida para entenderla es "esto no es de acá". Esa es la manera que encontramos los argentinos de reconocer algo sin afectar nuestro ego, ya que la premisa es que si es bueno, novedoso y de calidad no está hecho en nuestro país. Lamentablemente esa frase es, en cierta forma, la valoración suprema para una marca nacional.
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