Rodrigo Fresán en la tierra de Nunca Jamás
En Jardines de Kensington, el escritor imagina una posible biografía de J. M. Barrie, aunque no sólo de él, en una trama ideal para su profusa imaginación
" Dios fulmine a todo aquel que escriba una biografía sobre mi persona"
J. M. Barrie
Difícil emprender semejante empresa cuando el autor del icono infantil Peter Pan ha lanzado esa terrible maldición sobre el resto de los adultos mortales. Pero Rodrigo Fresán no debe ser creyente. O está dispuesto a hacerle frente al conjuro. Y hace muy bien.
Así y todo, Jardines de Kensington , su último libro, es algo más que la oscura y triste historia del oscuro sir James Matthew Barrie, el ¿niño-hombre? que no quiso abandonar nunca la infancia y encontró en los hermanitos Llewellyn Davies los personajes perfectos de su novela infantil.
El libro es también la biografía no menos oscura, pero sí más bizarra y completamente lisérgica, del imaginario Peter Hook, hijo de la cultura de los Swinging Sixties de Londres, y escritor también de una serie de novelas juveniles protagonizadas por Jim Yang.
Toda la novela de Fresán transcurre en una sola noche. Una terrible noche en la que Hook relata casi morbosamente la vida de Barrie -y la propia, también colmada de muertos y fantasmas- a Keiko Kai, la pequeña estrella que un estudio de Hollywood acaba de contratar para que justamente encarne al personaje de Jim Yang. Así, el largo cuento sirve para mantener despierto al niño antes de que se convierta en la última víctima del poco adorable Hook.
No se trata de vidas paralelas ni mucho menos. Hook, está claro, no es igual a Barrie, aunque los dos tengan hermanos muertos y madres caídas del borde de la locura. Y Jim Yang no es Peter Pan aunque ambos estén anclados en la niñez. Jim Yang, que no puede crecer, tiene el poder de viajar en el tiempo subido a su cronocicleta, y de conocer incluso al mismísimo Barrie en uno de los libros menos vendidos de Hook: Jim Yang and the Imaginary Friend .
Y además, aunque la infancia de Hook también sea un terreno lleno de dolor, le pasan cosas que causan gracia, al menos por las referencias que utiliza Fresán. A Hook, el mismísimo Bob Dylan le vomita sus soldaditos de plomo. Y su padre graba, junto a sus camaradas, el cuádruple álbum Lost Boy Baco´s Broken Hearted Requiem & Lisergic Funeral Parlor Inc , con diseño de tapa de Peter Blake y Andy Warhol. Eso, entre una acumulación de datos y situaciones propios de la década del sesenta que sólo pueden provocar una sonrisa cómplice del lector.
Pero, además, Jardines de Kensington parece todo un homenaje a la literatura infantil. O más bien, a todos esos libros que leemos durante esa época dorada en la que transcurren nuestros primeros años. Como dice el terrible Hook a su pobre e insomne víctima: "Así, Keiko Kai, los primeros libros -esos libros que se nos meten adentro como el zinc se mete en los huesos- nos revelan no sólo la historia de los otros, sino la posibilidad de ordenar y escribir la trama de nuestra existencia según el estilo y el género que más nos guste. Bienaventurados aquellos que han leído mucho durante su infancia porque de ellos, tal vez, jamás será el reino de los cielos; pero sí podrán acceder al reino de los cielos de los otros, y allí aprender las muchas maneras de salir del propio infierno gracias a las estrategias no ficticias de personajes de ficción."
Ojalá Dios no fulmine al escritor.