Sacaba fotos a los sin techo y se encontró con su padre perdido

Diana Kim supo desde pequeña que quería ser fotógrafa, cuando acompañaba a su padre a su estudio fotográfico. Pero su niñez se vio empañada por la separación de sus padres y posterior abandono de éste. Con su madre tuvieron que sobrevivir a tiempos difíciles. Vivieron penurias, hasta algunas noches debieron pasarlas en el auto. Pero lograron sobrellevar esos difíciles tiempos.

Cuando creció, esta joven coreana todavía influenciada por su padre, estudió fotografía y se dedicó especialmente a retratar personas sin hogar.

Un día, en una de sus habituales sesiones de fotos, se encontraba en Honolulu cuando al enfocar la cámara, se dio cuenta que del otro lado de su lente se encontraba nada menos que su propio padre. Estaba casi en harapos y visiblemente dañado físicamente. Ella se acercó a hablarle y él no reaccionó: su estado mental también se encontraba alterado.

Esa foto no sólo los reencontró, sino que también fue la manera para que ella siguiera viéndolo, a pesar de que él la ignoraba.

Lo enfocaba y de esa manera se sentía más cerca de quien por su deteriorada salud mental no podía reconocer a su propia hija.

Esta desgarradora rutina terminó cuando su padre sufrió un ataque al corazón. Estaba en la calle y tuvo la suerte de que alguien llamara a tiempo a la ambulancia. Se recuperó y ese episodio le permitió quedar internado y ser atendido además por su cuadro psiquiátrico.

El tratamiento logró sus objetivos y lo cambió notoriamente.

Con Diana empezaron a trabajar en la reconstrucción de su vínculo donde el amor por la fotografía fue la que posibilitó su reencuentro.