Tras 10 años de noviazgo terminó la relación con su pareja. Luego de la tristeza, sola descubrió nuevas pasiones
Mientras estudiaba la carrera de Ingeniera en Alimentos en Bahía Blanca, en 2010 Ana Chiarvetto (34) conoció a un chico que pese a ser bastante diferente a ella rápidamente se ganó un lugar en su corazón. Y a la par de que avanzaba el noviazgo, también crecían las ganas que ambos tenían de proyectar con casarse y formar un familia.
Una navidad con su familia en Ushuaia, cuenta Ana, se encontraban abriendo los regalos y cuando le llegó su turno se encontró con un anillo de compromiso. “Recuerdo que fue un momento muy feliz, no podía parar de reírme de la emoción”.
Cuando los dos se recibieron de ingenieros se trasladaron a la ciudad de Buenos Aires en búsqueda de oportunidades laborales y se instalaron en San Telmo en un departamento que pertenecía a la familia de su prometido. “Era muy antiguo (80 años) y como todo departamento viejo comenzó a tener problemas de agua, entre otras cosas, y nos embarcamos en una remodelación que comenzó con la cocina, siguió por el baño y terminó con las habitaciones. Las expectativas eran altísimas, le puse todo el amor a la cocina de mis sueños porque amo cocinar y es el ambiente de reunión en una casa. Diseñé el mueble de ese ambiente pensando en cada detalle, me odió el señor que nos trajo el mármol de granito negro cuando tuvo que subir 2,5 metros hasta el sexto piso”, recuerda Ana, entre risas y nostalgia.
“Me sentía perdida, no sabía para donde salir disparando”
Los dos estaban abocados de lleno en el proyecto de la remodelación, en la planificación del casamiento y en sus respectivos trabajos por lo que, cuenta ella, los malentendidos los llevó a que se alejaran y cuando se dieron cuenta ya no eran felices.
Habían pasado 10 años desde que se habían puesto de novios y pese a todos los proyectos que tenían juntos, de común acuerdo decidieron terminar la relación dos semanas antes de que la Argentina comenzara con el aislamiento preventivo y obligatorio a raíz del coronavirus.
“Me sentía perdida. No sabía para donde salir disparando porque mi vida giraba alrededor de nuestra relación. Compartíamos amigos, familia, proyectos y ambiciones. Tenía todo planeado: la casa, la familia y el casamiento. El vestido de novia me estaba esperando en el placard”.
Viajar, una oportunidad para redescubrirse
Como el departamento le pertenecía a la familia de su novio, él permaneció allí y tras la separación de bienes Ana se quedó con el auto y con el 50% de la inversión en la remodelación.
“Me fui a lo de mi hermana, como era principios de marzo me llevé ropa de verano en mi valija de mano hasta definir qué hacer de mi vida y juntar coraje para buscar las cosas. Creo que en el fondo también tenía la esperanza de volver, por eso tampoco me llevé mucho. Así que el comedor de mi hermana se volvió mi habitación y su sofá mi cama. Pero como declararon el aislamiento, no fui a buscar mis cosas (ropa, zapatos, elementos de aseo, libros, fotos, regalos de mi familia, pero nada más) ni el auto”.
Como le sucede a mucha gente que se encuentra atravesando el duelo tras afrontar una situación traumática, lentamente Ana comenzó a pensar la manera en la que podía transformarse a partir de ese dolor que todavía seguía sintiendo. Como desde hace seis años trabaja en una empresa multinacional de consumo masivo y en su posición no era necesaria la presencialidad comenzó, como muchísima gente, con la modalidad remoto. Y una vez que las disposiciones del poder ejecutivo lo permitieron, le pidió permiso a su jefa para poder ir a visitar a su familia unos días a Ushuaia ya que tenía un pasaje abierto para ese destino. Entonces, se reencontró con sus padres. Lo que en principio iba a ser una visita de un mes terminó siendo de cuatro meses y medio.
“Después de Ushuaia me tocaba tomarme vacaciones y organizamos con mis amigas para juntarnos en Viedma (Río Negro) donde vive una de ellas. Salimos de viaje por dos semanas desde Capital con el equipaje por si me quedaba unos días más y cuando me quise acordar me quedé un mes. Como viajamos en mi auto, me quedé en Bahía Blanca visitando a mi familia unos días y así terminamos pasando Semana Santa en Villa Ventana”.
Casi sin imaginárselo Ana estaba comenzando una vida nueva a raíz de sus viajes y de encontrarse con gente tan querida que hacía mucho tiempo que no veía. Y se fue dando cuenta que había algo en esa vida mucho menos estructurada y planificada que la hacía sentir bien y que le estaba devolviendo la sonrisa que hacía un tiempo había perdido.
Animarse a cosas nuevas
En el transcurso de su estadía en Ushuaia, cuenta, empezó a practicar SUP (Stand Up Paddle) por lo que se compró una tabla que lleva siempre en el baúl de su auto. Comenzó a interesarse por los deportes acuáticos y se anotó en un torneo de Surftrip en Chapadmalal. “Fue una experiencia única encontrarme con gente que estaba en la misma sintonía que uno (descubriéndose) y, además, animándome a hacer estas cosas que pre-pandemia no hubiera hecho”.
A partir de esta excursión, en abril de 2021, Ana comenzó a hacer una serie de viajes de placer, mientras trabajaba desde su notebook. Además de los lugares mencionados, estuvo en Buenos Aires, Chascomús, Mar del Plata, Puerto San Antonio Este y Las grutas, entre otros.
“Viajando gané en equilibrio personal-laboral. Me volví más productiva y con prioridades claras porque elegir cada lugar donde quería estar me motivaba a poner mi energía donde ameritaba y poder garantizar mi trabajo para continuar viajando y no tener problemas en el trabajo. La experiencia disparadora fue encontrarme haciendo un deporte acuático y comenzar a realizar travesías remando con SUP en el Canal de Beagle, dar la vuelva al Faro del Fin de Mundo y remar por el Rio Negro. Fue hermoso volver a la casa de mis viejos más de 15 días después de 15 años, pasar el día de la madre y el del padre con mis viejos y mi cumpleaños entre otras”, se emociona.
Si bien desde que se separó de su novio dice que no vivió ninguna historia de amor, confiesa que incursionó en las redes de citas y se instaló seis. “Puedo dar una charla TED sobre APPs de citas. Estar soltera en estos tiempos y conocer gente es muy complicado, hoy estoy abriéndome a un mundo y no quiero generarme expectativas sobre ningún vínculo. Lo llamo mecanismo de defensa, pero recién estoy comenzando a disfrutar después de una relación muy larga, quiero poder encontrarme a mí misma para encontrar a otro.
Una adicta por la lectura
Además, Ana se fortaleció en el contacto con la naturaleza realizando trekking, yoga, snowboard, remo y esquí.
“Me volví adicta a la lectura y llegué a leer más de 165 libros de todos los géneros, pero en su mayoría novela romántica. Me animé a hacerme un tatuaje y terminé con tres”.
Ana, que actualmente vive en Ushuaia, dice que a raíz de todos estos viajes y las experiencias que vivió en cada uno de los lugares en los que estuvo se sintió en una montaña rusa de emociones con mucha adrenalina por todas las cosas nuevas que fue experimentando. “Me sentí sola porque en cada destino las personas tienen su rutina, abrumada por momentos por no tener un espacio, feliz de poder encontrarme tomando mate y trabajando mientras papá desayuna, pánico por salir de la comodidad de estar de mis sofá-cama, miedo de que la convivencia en cada destino afecte a mis allegados, estresada por no poder cumplir en mi trabajo y que no me dejen seguir de forma remota”, grafica.
¿Cómo se ve de acá a 10 años?
Ana confiesa que se siente feliz y plena y asegura que lo más importante en su vida son su familia y sus amigos. “En los viajes tuve mis momentos de introspección y fue ahí que me di cuenta de que un proyecto no solo son los convencionales, sino también es elegir cómo vivir la vida y bajo qué condiciones. Hoy mi plan es dejar que las oportunidades surjan y si quiero y puedo lo hago. Cuando te querés acordar estás viajando, remando, riendo, conociendo y disfrutando de pequeñas cosas que antes no eran perceptibles a tus ojos”.
Hace unos días una amiga le preguntó cómo se veía a 10 años, casualmente el tiempo en que estuvo de novia antes de cancelar el casamiento y el proyecto de formar una familia. Ana le contestó que era muy difícil visualizarse de acá a ese tiempo, pero le aseguró que se veía acompañada de su tabla de SUP contemplando el amanecer con su equipo de mate. “Es una de las cosas más sencillas, pero me llena el alma. Sé que la felicidad plena es compartida por lo cual me gustaría poder estar con una persona que me acompañe en el estilo de vida que estoy forjando y que permita a mis hijos disfrutar de las pequeñas cosas”.
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