La imagen que esa tarde vio celeste en una calle alejada del centro de la localidad de Berazategui, en el sudeste del Gran Buenos Aires, confirmaba -una vez más- la triste realidad que viven miles de animales a lo largo y ancho del país. India estaba en celo y era perseguida por un grupo de machos en situación de calle que la lastimaban y querían montarla. Acostumbrada a rescatar perros, Celeste no pudo seguir de largo. Entonces decidió en ese instante que lo mínimo que podía hacer por la perra era castrarla y, en el mejor de los casos, conseguir un hogar para ella, algo que no iba a ser sencillo ya que India aparentaba ser una perra adulta.
En la primera consulta con el veterinario, se pudo constatar que, efectivamente, India tenía cerca de 3 años, que por lo menos había parido una lechigada y que mostraba un terror inexplicable al balde y la escoba. Por eso desde Salvemos a las Patitas, el grupo de voluntarios que ayuda a animales del maltrato y el abandono y que rescató a India, supusieron que le habían pegado y tirado agua en las zonas que frecuentaba.
Fue en ese contexto que Malena Ibáñez, que es terapeuta floral de humanos y no humanos, se cruzó con su historia. “Siempre me interesó el bienestar animal y, desde que tuve un programa de radio que abordaba distintas temáticas vinculadas a los cuatro patas, recibo muchos pedidos de ayuda, tránsito, adopciones e historias que llegan al alma”, cuenta. El programa Estación Animal duraba dos horas y cada emisión incluía diferentes segmentos: por lo general se abordaban noticias de actualidad relacionadas con animales, había un espacio para las adopciones y otro en el que una protectora o grupo de proteccionistas se daban a conocer, también había entrevistas que instruían al oyente sobre temas de medio ambiente.
“La verdad es que a diario veo muchísimas historias, pero algunas nos llegan más que otras, no sé el motivo. Es como si todo conspirara para que ocurriera y, si uno se deja llevar por su corazón, por su intuición, eso nunca falla”.
Por eso no lo pensó demasiado y se puso en contacto con la responsable de adopciones de Salvemos a las Patitas. “Saber que se terminaba su tránsito y que tenía que volver a la calle como perra comunitaria, es decir, le darían de comer y los cuidados que necesitara, pero a la calle al fin, me partió el corazón. No juzgo a nadie, sé que no se puede mantener tránsitos eternamente y liberar uno implica ayudar a otro que está peor, lastimado o por parir en la calle. Por eso es tan importante que la gente tome conciencia de adoptar, de transitar y de castrar”.
India tenía algo en su mirada, una luz que la hacía especial. “Sé que parezco loca cuando lo cuento pero hay cosas que cuesta poner en palabras. Uno sabe que es ella o él y le da para adelante”. A pesar de que Malena convive con perros y gatos, esta vez la decisión se había hecho un poco más difícil ya que, en plena cuarentena, tuvo que despedirse de dos de los adultos mayores de su manada.
“Con mucho dolor les dijimos adiós a Liber, que tenía 16, y a Chucho de 20. Ambos transitaban patologías propias de la edad y de sus vidas. Uno nunca está preparado para despedir a sus amigos y menos en cuarentena, sin poder duelar ni abrazarse con todas las personas que quiere. Ambos se fueron en paz, acompañados. Sus señales de que están en un lugar mejor llegaron, y eso también trajo calma. Los extrañamos mucho pero siguen en nuestro recuerdo y los traemos con sonrisas a las charlas cada vez que surge o que podemos. Hay una frase que dice que no muere lo que no se olvida y es así. Y no tengo dudas de que desde arriba ellos también mueven los hilos para que nuevas vidas lleguen a nuestro hogar, como si les dijeran mira aca tenés la dirección tratá de llegar, y llegan…”.
Una guía desde el cielo
Así, con esa corazonada -y quizás un mapa que le dieron desde el cielo- India llegó a la casa de Malena un 23 de enero. Allí, su humana comenzó un trabajo de mucha paciencia, respeto y amor. “¡En casa somos muchos! Dos humanos adultos, Rober, mi marido y yo y tres humanitos (Vito de 13, Sabri de 10 e Iker de 3 años ). Además, están los peludos: los gatos Nina de 15, Sumi de 7, Gandalf de 3 y Agata de 1 año; la perra Holly de 3 y, ahora, India”.
Lo primero que Malena advirtió cuando India llegó a su casa fue que la perra tenía las uñas gastadas, como si hubiera caminado mucho. En esos primeros días jamás hizo pis adentro. “Si tuvo una casa, jamás le dieron amor porque no sabía lo que era una caricia. Llegó con muchísimo miedo, que aún tiene, las flores de Bach y los mimos la están ayudando a tener cada día más confianza. Cuando uno adopta un perro hay que tener muchísima paciencia, ellos no saben, no entienden lo que es tener una casa. Cosas simples como ir a comer, salir a hacer pis o acostarse en su camita pueden ser momentos de mucho estrés para ellos. En cuanto a su carácter, sabíamos que tenía buen temperamento pero honestamente superó todas las expectativas porque es por demás buena. Todavía es muy sumisa por el miedo, pero es buena con Holly (nuestra otra perra) y con los gatos y con los niños”.
A pesar de que hace poco disfruta de su nueva familia, India logró formar un vínculo especial con Malena. “Trabajo en casa, y eso hace que pueda estar pendiente de ella y la mime más seguido. Yo me ocupo de su comida, entre otras coas, seguramente por eso responde más a mis llamados, y mis pedidos. También ha hecho buen lazo con Agata, nuestra última adopción felina que llegó en octubre, es como si se conocieran de otro lugar”.
Más notas de Bestiario
Más leídas de Lifestyle
Potencia el bienestar. Cuál es la vitamina que mantiene la salud de la piel y evita la caída del cabello
Salud felina. Por qué debemos jugar con nuestros gatos y cuáles son los mejores juguetes
De hace 1600 años. Estudiaban un ataúd de plomo del Imperio Romano y lo que hallaron dentro los dejó atónitos
Paradisíacos, pero inseguros. El ranking de los países más peligrosos del mundo, según un estudio de la ONU