En todas las familias se cuecen habas. Más aún cuando los protagonistas pertenecen a la Casa Real con mayor awareness del mundo. El anuncio de la salida de los Sussex de la monarquía británica, dos meses atrás, confirmó lo que se rumoreaba desde hacía un año: que, a pesar de los esfuerzos del experimentado equipo de comunicación del Palacio de Buckingham por sostener una imagen de unión, una "guerra fría" se había ido gestando entre el príncipe William (37), el príncipe Harry (35) y sus mujeres, las duquesas Kate (38) y Meghan (38).
El "Megxit" dejó en evidencia la situación insalvable a la que llegaron los hijos del príncipe Carlos (71) y su primera mujer, Diana.
Tras semanas de caos, negociaciones y trascendidos, el orden llegó de la mano (dura) de la reina Isabel II (93), quien ya había rubricado la decisión de su nieto preferido con un comunicado histórico, escrito en primera persona, en el que decía que Harry, Meghan y su hijo, Archie, son, y siempre serán, miembros muy queridos de su familia. Dos semanas atrás, Su Majestad dio detalles concretos sobre la salida de los Sussex, que ya tiene fecha oficial: el 31 de marzo.
LA BATALLA, AHORA, EN INSTAGRAM
La bomba la tiró el New York Times. Fue el viernes pasado, cuando el diario estadounidense publicó una investigación exhaustiva sobre el crecimiento de seguidores de @SussexRoyal, la cuenta de Harry y Meghan, y @KensingtonPalace, la de William y Kate.
La pregunta que se formula la periodista Caitly Weaver en el artículo, que "rebotó" en el mundo entero, es ¿cómo es posible que, a pesar de su gran popularidad, los duques de Sussex no tengan más seguidores que los duques de Cambridge en Instagram? Su principal tesis: la compra de seguidores falsos (de una manera muy sutil para evitar sospechas) explicaría por qué ambos matrimonios tienen la misma cantidad de followers –11,2 millones– cuando queda claro, en una sencilla pesquisa en Google Trends, que el príncipe Harry y Meghan Markle generaron más búsquedas que el príncipe William y Kate Middleton durante los últimos dos años.
Si bien la autora explora otras teorías (una es que los Cambridge se están beneficiando indirectamente de la notoriedad de los Sussex; otra, que el algoritmo de la red social premia más la cuenta @KensingtonPalace que @SussexRoyal), ninguna de las hipótesis puede contrastarse con la realidad. Después del escándalo de Cambridge Analytica, Facebook limitó el acceso de terceros a los datos de sus usuarios y no hay información concluyente.
Lo que sí deja al descubierto esta extraña competencia es que la "guerra fría" entre los matrimonios continúa. Después de la separación de sus equipos de comunicación (confirmada en marzo del año pasado), la creación, por parte de los Sussex, de su propia cuenta de Instagram y su mudanza del Palacio de Kensington –donde eran vecinos de William y Kate– a Frogmore Cottage (en Windsor), la batalla se mudó a otro territorio: la popularidad en Instagram.
LA "MALDICIÓN" DEL HERMANO MENOR
Cualquiera que haya visto The Crown seguramente quedó sorprendido por la personalidad rebelde de Margarita, la hermana menor de la reina Isabel. Sobre el final de la primera temporada, la serie relata el momento en que las hijas de Jorge VI vivieron cuando Margarita se enamoró del coronel Peter Townsend, divorciado y dieciséis años mayor que ella, y le anunció su compromiso a su hermana mayor. Como jefa de la Iglesia anglicana, la Reina no podía dar su consentimiento al casamiento y Margarita finalmente desistió, en lo que fue considerada una clara señal de respeto a la autoridad de Isabel II.
"Desde la infancia, la entonces princesa Isabel era la hermana tranquila, obediente y sensata y la princesa Margarita, la hermana salvaje, caótica y que llamaba la atención", escribió el periodista Harry Mount en una columna que publicó en The Telegraph a mediados de enero. Titulado "La vida como el heredero de repuesto no es tan divertida", el texto hace referencia al "síndrome del hermano menor", una dolencia que, como su tía abuela, Harry también padecería.
"El síndrome del hermano menor es un problema que perdura en la familia real británica. El sistema todavía no encontró una manera de darles el reconocimiento que necesitan", argumentó el historiador inglés Robert Lacey en otro artículo, publicado por esos días por la revista People. Como Mount, el historiador también cree que la llamada "maldición del hermano menor" sería la causa principal del malestar de Harry, quien, como Margarita, no habría podido encontrar su lugar dentro de la Corona y, a causa de esto, habría tomado la decisión de "salirse" de la familia real.
A diferencia de la Reina y su queridísima hermana, quienes lograron sobreponerse al affaire Townsend y gozaron de un excelente vínculo hasta la muerte de Margarita en febrero de 2002, William y Harry se enfrentan a una dificultad mayor. Los príncipes, que adoptaron roles "espejo" a los de su abuela y su tía abuela, respectivamente, perdieron a su madre cuando tenían 15 y 12 y su infancia no sólo estuvo teñida por esta tragedia, sino también por la escandalosa separación de sus padres.
Según contó Ken Wharfe, uno de los guardaespaldas de Diana, Harry estaba al tanto de su condición de "hermano de segunda" desde muy chico. Un viernes a la noche, camino a su casa de campo de Highgrove con Diana y los chicos, Wharfe recordó haber escuchado a Harry cerrar una discusión con William con estas palabras: "Puedo hacer lo que quiero porque no voy a ser Rey. Vos vas a serlo".
Consciente de la posición incómoda en la que Harry se encuentra desde entonces (ella misma vio con sus propios ojos lo difícil que fue para su hermana vivir bajo su sombra), Isabel II parece haber entendido la tensión que vive su adorado nieto y, por ello, aunque le doliera, aceptó su partida.
Esto, sin embargo, no significa que la batalla haya concluido. Tal como informaron varios medios insulares, el conflicto entre los príncipes que, según argumentan Mount y Lacey, comenzó a raíz de esta "maldición", se agudizó cuando William –obediente y conservador– cuestionó la decisión de su hermano –rebelde y progresista– de anunciar su compromiso con Meghan, tan sólo un año y medio después de haberse conocido.
UNA NUEVA IMAGEN PARA KATE
Más sonriente, más abierta, más cercana. Desde el anuncio de la salida de su cuñada de la familia real británica, Kate parece haber incorporado todos los gestos que hicieron de Meghan alguien tan popular. Como la duquesa de Sussex, que tras una "luna de miel" con los medios comenzó a ser enfrentada por la prensa, la mujer de William también encontró los más acérrimos críticos en los medios progresistas.
Correcta como su marido y tan británica como él, hay quienes no dudaron en enfrentarla a quien declararon su némesis –Meghan, of course– y empezó a ser calificada de "distante" y "excesivamente conservadora", en contraposición al "aire fresco" que prometía darle la actriz, divorciada y de ascendencia afroamericana, a la monarquía.
En las últimas semanas, y como consecuencia directa del Megxit, el Palacio de Kensington parece haber puesto en marcha el "operativo Kate". La salida, abrupta, de Harry y Meghan dejó un vacío en el hasta ese entonces perfecto esquema comunicacional de la Casa Real, que, en relación con los príncipes, estaba sostenido por dos fuerzas opuestas y complementarias: la de la continuidad, encarnada por el matrimonio Cambridge, y la de la renovación, sostenida por los Sussex.
El plan –que nunca fue ni será enunciado– parecería estar centrado en renovar la imagen de la futura princesa de Gales (el título que Kate ostentará cuando su suegro se convierta en rey y su marido en heredero del trono británico). ¿Cómo? Haciéndola accesible y real como su rival, Meghan, por más contradictorio que parezca.
Muchos creen que la "guerra fría" que comenzó hace unos años y se acentuó en 2017 tendrá su final el 31 de marzo. Entonces, podría declararse a los Cambridge como los ganadores de la contienda. Ellos quedaron dentro del círculo real y algún día reinarán. El tema es que en popularidad, a juzgar por las redes sociales, los triunfadores serían los Sussex... A la distancia y aun con proyectos de vida distintos, la rivalidad podría acentuarse. ¿Entonces? Para muchos, la batalla continuará.