Se llaman Marcela y Guadalupe, la complicidad, el amor y compañerismo de madre e hija las llevó a dedicarse a hacer muñecas de colección, únicas, iguales a sus dueños, con diferentes vestuarios y confeccionadas a mano hasta el mínimo detalle.
La idea surgió cuando Guadalupe que estudió Diseño de Indumentaria no se sentía contenta con su trabajo como asistente de diseño en una reconocida marca de ropa en la que trabajaba hacía cinco años. No es que le iba mal, por lo contrario era muy querida y una excelente empleada, pero se dio cuenta de que no servía para dedicar su vida al trabajo de oficina. "De a poco lo fui procesando, empecé a pensar como sería cambiar un poco de estilo de vida, también era dejar el departamento porque vivía sola en ese momento, pero vivía del trabajo y era un replanteo de mi vida", cuenta Guadalupe que recuerda que en cuanto podía en la oficina se ofrecía para salir a comprar las cosas o proponía pic nic en la plaza porque lo único que quería era estar al aire libre.
"El último año estaba con esa sensación del cambio total que vino acompañado de dolores, malestar, cosas que me empezaron a pasar y mamá me veía que no estaba bien. Lo charlamos mucho y con fuerza femenina mi hermana Belu que nos veía tan compinches dijo "¿Por qué no se unen las dos y arman algo juntas?", Mamá me dijo, "obvio que sí, ¿vos qué querés hacer? Mamá ya estaba con la máquina de coser. Yo no me animaba porque suena muy pavo decir voy a hacer muñecas. Y le dije ‘mira, yo tengo la sensación o las ganas de ir por el lado de la niñez y hacer muñecas’. Mamá me dijo que sí de una", cuenta Guadalupe.
"Esto va a ser increíble"
Marcela pensó ideas y armó la primera muñeca, cuando Guadalupe la vio llegar de lejos se puso a llorar: "Esto va a ser increíble", dijeron y se abrazaron. En octubre del 2016 lanzaron el Instagram de su marca "Atelier Bella Vista" y desde entonces no pararon.
La creación de muñecas de colección
Dividieron el trabajo: Guadalupe hace la ropa y todo el look, Marcela la base, las caritas y pelo por pelo. Todo está hecho de tela, no hay nada de plástico ni peligroso con lo que se puedan atragantar, si por ejemplo se hace una pulserita de perlas es porque el cliente así lo pidió y aceptó. El material soporta el calor y son blanditas, pensadas para abrazar y no soltar.
Tienen una línea de muñecas ya hechas y otras que son personalizadas: el cliente la pide con cierto estilo, o incluso características del dueño. Se les puede dar la el estilo de ropa que le gustaría al dueño, el pelo, sumar una mascota: "Vamos diseñándolo todo juntas, ese proceso es re lindo", explica Guadalupe.
La ropa es intercambiable y se vende también por separado, "la idea es que se diviertan, que sean creativos con ese juego. Yo soy de otra generación y no puedo creer la situación de las pantallas, no entiendo como tienen tiempo para tanto, yo de chica de repente estaba todo el día preparando una ensalada con rama de los árboles. Lo bueno de las muñecas es que te trae esa formar de jugar: ponerte a imaginar, despertar la creatividad", analiza Marcela. "Los chicos trasladan mucho a la muñeca, cómo se sienten, les pueden poner palabras, en ese juego aprenden un montón de cosas, es super necesario. Las expresiones son neutras porque así le ponen la expresión que imaginan, ese día la pueden ver triste, otro la ven contenta, nosotras no le imprimimos un sentimiento", agrega Guadalupe.
Las muñecas son para todo público, han hecho muñecos varones con la ropa de los clubes de rugby e incluso hicieron un muñeco del Club Belgrano para un señor que es fanático. Su hija que vive afuera lo encargó para darle una sorpresa.
Crean 20 muñecas por mes, los vestidos llevan varias capas, muchos detalles de confección, han llegado a descoser y volver a coser para que no quede nada torcido, o que el escocés coincida. Los escudos en miniatura de los clubes o uniformes son hechos a mano. Les apasiona, han pasado noches una a cada lado de la mesa trabajando y charlando.
Todas las muñecas tienen en la espalda bordado el nombre del niño y el número de muñeco, son de colección, ya van por el 635. No quieren ser mayoristas, el foco está en conservar la calidad y que sean especiales por ser pocas.
Ya se llevaron muñecas por todo el mundo y las ventas alcanzan todo nuestro país. Empezaron de a poco en una feria en Nordelta que duró tres días y solo vendieron una; luego llegaron el boca a boca y las recomendaciones. Las primeras Guadalupe las guardaba en un carrito de compras, se subía al tren San Martín y las repartía ella misma una por una. Hoy venden por Instagram, pero no tienen tienda online porque su venta es personalizada, se vende la muñeca que el cliente espera, quiere, sueña y diseña. Como a todos los emprendedores la pandemia las golpeó, con los proveedores cerrados la posibilidad de ofrecer la muñeca con múltiples diseños se les redujo, pero no bajaron los brazos y armaron una edición limitada con lo que tenían en su casa. Para este año también tenían armado talleres para enseñar, pero se pospondrán para cuando puedan hacerlos. "Mientras tengas manos y cosas podés seguir creando", asegura Marcela.
Esperan hasta último momento para envolverlas, las abrazan y les dicen que están divinas, es que en cada muñeca pusieron todo su amor y sienten que se va un pedazo de ellas. Las fotos e historias que les mandan cuando los compradores abren los paquetes las renuevan cuando se sienten sin energías, las hacen llorar y sentir que todo esfuerzo vale la pena.
Una vida dedicada a las manualidades
Marcela se dedicó a las manualidades toda su vida, cuenta que, desde el colegio, en los recreos tejía sweaters. Disfruta del trabajo con las manos: pintar, coser, tejer; el último tiempo por ejemplo hacía vestidos de novia y de fiesta. Siempre le costó la parte comercial y se la pasaba regalando lo que hacía y era feliz de esa manera, así que asociarse con su hija la ayudó a que cada una haga el aporte en lo que le costaba. Así es como Guadalupe se encarga de la parte comercial y redes sociales, Marcela de hablar con los proveedores, buscar precio y calidad.
"Siempre hice todo desde casa, cuando me casé y tuve a mis tres hijos para mí lo más importante era estar en casa con ellos. Yo aprendí a tejer mirando Buenas tardes mucho gusto.Me encantaba, me parece que es interminable lo que se puede hacer con las manos. Es muy lindo lo que se puede generar, mas cuando es un regalo, yo voy al cumpleaños de una amiga y lo hago yo. A mis hijas les hice todos los vestidos y las muñecas, me divierte, me encantan". Marcela siempre trabajó desde su casa, es su mundo y siente que desde ahí todo lo puede resolver, "si te organizás se puede, sin descuidar lo importante. Yo avanzo hacia tal lugar pero es fundamental ver qué piso en el camino. No sé si quiero ser millonaria y en el camino dejar a mi marido, a mis hijos, desatender el amor y la dedicación a los otros", asegura.
Trabajar en familia
"Trabajar juntas es lo mejor del mundo, ella es divina, es genial. Ahora vivimos en casas separadas, pero cuando vivía acá charlábamos de la vida, de lo profundo, no profundo, de un lado al otro de la mesa mientras trabajábamos", dice Marcela acerca de su hija.
"A mí siempre me preguntan 'uh, laburás con tu mamá, ¿qué onda?', es muy loco que siga habiendo esa concepción porque creo que el vínculo se va reinventando en el camino. Obviamente a los 15 años capaz que no podíamos, pero somos adultas responsables a las que nos gusta lo que hacemos, cada una sabe lo que tiene que hacer, es acompañarse", dice Guadalupe. Cuenta además que cuando iba al boliche y decía que hacía muñecas no entendían, '¿muñecas, muñecas?' Es muy loco que hoy día a donde voy es el tema de conversación. El que no las conoce me dice ‘¿pero te dedicas a eso todo el día?’ y les explico que es mi trabajo".
Ambas sienten el prejuicio de que es poca cosa o desvalorizan porque es un juguete, pero ellas se quedan tranquilas porque el sentimiento es profundo, "no es una cosa así nomás de plástico, es algo que tiene mucho más valor. Está el que lo entiende y el que lo quiere ver y el que no. Es un objeto de colección, lo pueden pasar de generación en generación, es más que un juguete. Sentimos esa misión de no solo generar un producto sino una forma de vida de repensar el juego", coinciden madre e hija.
"¿Qué es el éxito? ¿Qué es triunfar? ¿Para quién? Porque para mí triunfar es todo esto que te estamos contando, porque para mí esto es un éxito absoluto. No tenemos techo porque el valor de lo hecho a mano es otro, es algo más profundo. Triunfar es esto que nos pasa con las muñecas, hacer lo que te gusta, que te llegue y te devuelva. Esmucho más que un hago muñecas", concluye Marcela.
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