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 • HISTORICO

¿Tenés fuego?




Una charla mínima, pero charla al fin, que se repite una y otra vez como un deja vu en mis pasos sobre las veredas emparchadas de la calle Ayacucho. A la noche, mientras Buenos Aires calma (pero nunca detiene) su ritmo, sólo tengo cinco cuadras y una certeza: la de que él siempre me hará la misma pregunta. Sentado en un escalón, hace el gesto con los dedos en V de acercarse un pucho a la boca, y yo abro los brazos y muestro las palmas de mis manos, vacías, como si fueran los únicos lugares donde se lleva un encendedor.
- ¿Tenés fuego?
- No, no fumo.
Es difícil saber algo de él, pero no es su culpa. La corrección política imperante diría que es una persona en situación de calle, pero para mí es alguien que está ahí. Y a la noche, cuando los colectivos frecuentan menos sus paradas, lo que menos hago es detenerme en situaciones que puedan quitarme tiempo en casa, con mi hijo. Pero él está ahí, esperando quién sabe qué, mientras hace nada. No hay un perro que lo acompañe y lo saque de su soledad. Tampoco una botella, un colchón o un carrito que me de la pista de que en algún momento hace algo. Solamente él y sus ganas de fumar.
- ¿Tenés fuego?
- No, no fumo.
Siempre es la misma pregunta y siempre es la misma respuesta. No sé si me reconoce, y ni siquiera sé si hace lo mismo con cualquiera que pase por ahí, pero es innegable que mantenemos un vínculo, él con su deseo y yo con mi carencia. Y siempre que veo a alguien en esa situación me pregunto cuál será su historia, cómo llegó y cómo es vivir en la calle, si tuvo o tiene sueños, si tiene familia y esas cosas que a veces muestran en los noticieros como generalidades, pero que no sirven para contar la historia de él.
Pasé de la desconfianza inicial propia de la situación a pensar en llevar un encendedor, pero mi cabeza sobreocupada me traiciona de forma permanente, y me olvido. No fumo, nunca fumé. Incluso hasta hace un tiempo quería que me pidiera otra cosa -unas monedas, algo para comer, algo que sí tuviera y pudiera darle- pero nada de eso pasó hasta ahora.
- ¿Tenés fuego?
- No, no fumo.
A veces dudo que sea fuego lo que quiere, y que lo que realmente busque sea preguntar algo y que le contesten, para no sentirse ignorado, arrojado y aburrido. Tal vez sea un juego que hace con todos o quizás la cosa sea sólo conmigo, para divertirse y pensar 'este gil siempre me contesta'. Quién sabe.
Todas conjeturas, ninguna certeza.

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