La cuarentena lo afectó como a todos. Dueño de una etiqueta de semi couture desde hace casi veinte años, Fabián Zitta (48) guardó los trajes de novia que tenía en proceso, los vestidos que estaba haciendo para sus clientas más fieles y bajó la cortina de su atelier sobre la calle Quintana apenas se declaró el aislamiento social, preventivo y obligatorio a mediados de marzo. Si bien la tienda permanece cerrada desde entonces, el diseñador, que también es médico anestesiólogo –profesión que nunca abandonó–, considera efectiva la medida tomada por el gobierno. "La cuarentena fue útil porque se logró aplanar la curva de contagios. Esto hizo que el sistema sanitario del país no explotara y que, al día de hoy, haya camas de terapia intensiva disponibles para pacientes de gravedad, tengan o no coronavirus. Por otro lado, tener a toda la población del país recluida en sus casas no es gratis. Todos sabemos que esto tiene consecuencias graves sobre la economía", dice Zitta, que recién el jueves 14 se reincorporó al servicio de Anestesiología que coordina en un sanatorio privado, en tándem con su actividad como diseñador.
–Tu negocio está cerrado desde el principio del aislamiento.
–Sí, en un principio, la cuarentena me afectó en un ciento por ciento. En la primera fase no tuvimos ventas, pero nos movimos rápido: apenas habilitaron la venta online y el delivery, hicimos una colección prêt-à-porter con nuestras modistas y armamos un sistema que, con Charly [su pareja y socio], bautizamos "Zitta en casa". A las clientas que más conocemos le mandamos entre ocho y quince prendas para que se probaran. Esto nos ayudó a generar ventas como para cubrir los costos fijos de la boutique.
–Hay personas angustiadas por el devenir económico, que en los últimas semanas cuestionaron el encierro tan estricto.
–Si bien mi negocio se vio afectado, creo que la cuarentena es una buena medida. Aún nos queda pasar el invierno: los virus prosperan en esta época del año porque actúan mejor en el frío. Además, las enfermedades propias del invierno, que son las de las vías respiratorias, se pueden complicar con el Covid-19 y la vacuna va a tardar en aparecer.
–¿Qué opinás de la flexibilización del aislamiento?
–La veo bien. Si ves la evolución del virus en el país, la cantidad de casos en relación con la cantidad de habitantes no es alarmante. Hay muchas otras enfermedades que tienen el mismo porcentaje de contagiados o de muertos que el Covid-19. En lo personal, considero que la economía debe ser puesta en marcha de nuevo. Tuvimos un período en el que la sociedad argentina tomó conciencia y aprendió cuáles son las medidas más efectivas para no contagiar ni contagiarse. Ahora ese entrenamiento nos permite salir, gradualmente, de la cuarentena.
VOLVER AL QUIRÓFANO
"Durante todo este tiempo, hubo cirugías, pero sólo de urgencia. Ahora, arrancamos con las programadas de pacientes que no pueden esperar", comenta Fabián, que en los últimos dos meses estuvo entrenándose, de manera online, en un nuevo protocolo junto a la Asociación Argentina de Anestesiólogos.
–¿Qué cambió en las cirugías?
–Todo. Desde el equipo que usamos para entrar al quirófano, los tiempos de las cirugías, la circulación dentro de la sala… Es un gran trabajo el que estuvimos haciendo, en silencio, todos los médicos y el personal de cuidado del país.
–¿Cómo es el nuevo protocolo?
–Hoy, en todos los hospitales y sanatorios de Argentina, cualquier paciente que entra en un quirófano es considerado un paciente sospechoso. Una vez que el paciente ingresa, la sala de operaciones se "sella" y nadie puede salir hasta que la cirugía termina. Ahora, tenemos que sacarnos los equipos contaminados y descartarlos dentro del quirófano, que luego es sometido a una estricta limpieza.
–¿Esto alargó los tiempos?
–Sí. Si antes tardaba diez minutos en hacer una anestesia, ahora tardo media hora. Todo es más pausado y menos automático. La intubación era con guantes nada más y ahora ingresamos las manos en una caja de acrílico, donde está la cabeza del paciente.
–¿Te da miedo contagiarte?
–La posibilidad de contagio es inherente a la actividad médica. Hay muchas cosas de las que te podés contagiar siendo médico. ¿Será por eso que, con el tiempo, los médicos formamos una coraza? Yo creo que sí.
–¿Cómo te sentiste cuando entraste al quirófano con el equipo de protección personal por primera vez?
–Incómodo. Entre el barbijo, que es el N95 [el indicado por la Organización Mundial de la Salud], las antiparras, la barrera facial, el traje, los guantes dobles y las botas dobles la cosa se pone un tanto incómoda y calurosa. Te da un poco de claustrofobia, pero nos vamos a acostumbrar.
–En tu última charla con ¡HOLA!, decías que iba a llegar el momento en que te vieras obligado a elegir entre el diseño y la medicina. ¿Ese día llegó?
–Hoy sigo eligiendo ambas profesiones. Lo que pasa es que, en este momento, puedo brindarle más cosas a la sociedad como médico que como diseñador. Está bueno ser útil en un momento tan desafiante para todos. La gratificación es mayor. En tiempos de pandemia, nada me hace sentir más pleno que ser médico.