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¡Basta de juzgarnos entre mamás!

La crítica entre mujeres puede ser muy dolorosa: una mirada para amigarnos con la maternidad imperfecta y bajar el dedo acusador.




One Funny Mother es la obra de Broadway que se ríe de los debates típicos de las madres

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Quizás hayas mirado mal a la que acaba de parir y saca una mamadera en público o a la que sigue amamantando a un nene de dos años. Si dejaste a tu bebé todo el día en la guardería desde que tenía tres meses, pensaste que la que tiene un hijo de siete años y todavía no volvió al trabajo tiró a la basura su carrera profesional. Si le das a tu hijo comida orgánica, defenestrás a la que le da gaseosas y golosinas desde el año y si hacés colecho, creés que la que a los seis meses lo dejó llorando una noche en su cuna es demasiado rígida.
Tan fuerte operan los juicios (y prejuicios) en nuestras mentes que hasta se creó un hashtag para graficar el acoso que llegó a las redes (#momshaming), que se basa en criticar sin filtro a madres famosas por considerar que no son tan buenas como las comentaristas creen que deberían. Le pasó a Natalia Oreiro cuando se fotografió amamantando a su hijo de un año y medio y a Agustina Cherri cuando contó que, como ella, sus hijos son vegetarianos. A la modelo Chrissy Teigen por ir a cenar afuera a semanas de haber dado a luz y a Sara Carbonero por volver rápido al trabajo. ¿Qué nos pasa con la maternidad y los juicios? ¿Por qué, donde hay una par, vemos una rival? De repente, por ponernos a la defensiva terminamos atacando. No está bueno el lugar que ocupamos ni la dinámica de juego que habilitamos. ¿Tanto nos cuesta ponernos en el lugar de la otra? Quién mejor que alguien que fue madre para entender las hormonas y sensibilidades que se juegan en esos primeros meses en los que todo es nuevo y sentimos que hacemos todo mal. ¿De dónde sacamos la carta blanca que nos habilita a defenestrar a otra que hace lo que puede? Sobre todo en tiempos en que explotar el lado B de la maternidad (sabernos y mostrarnos imperfectas) es tendencia.

Cada una a su manera

Series, blogs, libros y hasta pelis hollywoodenses (El club de las madres rebeldes, con Mila Kunis, es el mejor ejemplo) llegaron para recordarnos que ninguna madre es tan perfecta, aunque lo intente. ¿Por qué no aprovechar esta nueva ola para subirnos, asumir que la maternidad es un campo complejo y personal y mirar a la de al lado con una perspectiva más comprensiva que inquisitoria?
Está claro que, para poder criar a un hijo, si hay algo que necesitás, es sentirte segura de lo que estás haciendo. Sin embargo, la maternidad es un campo a explorar y puede estar plagada de dudas. No tiene que ver con que leas o no todos los libros sobre maternidad, lactancia, crianza y educación, la “profesión” madre se aprende día a día, en contacto con tu hijo, tu historia personal y tus circunstancias. Y, ante situaciones en las que no sabés cómo reaccionar, tu mecanismo de defensa puede ser cerrarte e intentar afirmar lo que creés, convenciéndote a vos misma de que es lo mejor, que estás en el “bando correcto”. Pero ojo, porque creer que tu respuesta es la correcta no quiere decir que sea la única. Si terminás pensando que vos tenés la única verdad, eso hace que critiques y desvalorices lo que hacen las que no piensan como vos.

Suavizar nuestra mirada

Estaría bueno preguntarnos con sinceridad: si estamos realmente tan seguras de lo que estamos haciendo, ¿cuál es la necesidad de defenestrar lo que hacen las demás? Asumir nuestras propias inseguridades es un primer gran paso para bajarle el pulgar a la mirada prejuiciosa. Asumirnos básicamente imperfectas nos va a llevar a no buscar perfección en los demás.
Tener una vocecita que juzgue lo que hacemos y lo que hacen las otras mujeres, además de nocivo, puede resultar agotador. Probablemente, si defenestrás a otras madres, seas bastante estricta con vos misma e incluso tengas una mirada dilapidaria con tu propia mamá (ni hablar de tu suegra). Está claro que todas cometemos errores, y todas podemos hacer siempre las cosas mejor, pero cada una hace lo que puede. Si empezamos a ser más compasivas con nosotras, es posible que podamos ser más compasivas con otras madres. Y también con la nuestra, obvio. Entonces, que la maternidad despierte nuestra verdadera compasión, que sea el momento para hermanarte, empatizar, tender puentes, en lugar de levantar muros sin sentido. Suavizar nuestra mirada, a la primera que beneficia, es a nosotras mismas.
Coco Rocha publicó una foto dándole la mamadera a su beba de 5 meses y estallaron las redes

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Tribus de madres

Encuentros de apoyo, grupos de Facebook como Crianza con Melina Bronfman o Recomendaciones de jardines y colegios, blogs como Mamás reales o Mujer, madre y argentina y corrientes de crianza pueden hacernos pensar que priman sentimientos de hermandad entre las madres. La tendencia a agruparte con mujeres que piensen y elijan las mismas formas de crianza que vos puede darte contención en este aprendizaje tan particular de tu vida, “ser la mamá que deseás ser”. Siempre está bueno encontrar otros pares que te acompañen para que tu camino no se sienta tan solitario, y nada mejor que compartir experiencias y vivencias con otras madres. Junto con ellas que piensan y quieren lo mismo que vos, respirás, acompañada. Sentís que estás haciendo lo mejor.

Abrite a lo diferente

Enfrascarte en tus verdades puede resultar tranquilizador, pero también muy redundante. Si no das espacio a lo diferente (para escuchar y hasta dudar) porque te resulta amenazador, no vas a enriquecerte con otras formas de crianza. No vas a darles lugar a miles de matices que existen entre los blancos y los negros donde creés que te movés. Y si una vez que viste y entendiste que tu dirección no es la única empezás a dudar de tus propias “reglas”, no lo tomes como algo negativo. Aprovechá para revisar tus creencias, con honestidad, para ver qué podrías cambiar. Tal vez eso que creías lo mejor sea lo mejor para vos pero no para tu hijo, o sea lo mejor para uno de tus hijos pero no para todos. Flexibilizá tus modos de pensar las cosas y, ante todo, confiá en tu intuición maternal. El sentido común y el amor siempre son el camino más certero.
Mamá mala es el libro de Carolina Justo Von Lurzer (Hekht, $200)

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Balanceá

Con todo esto en mente, bajá el dedo acusador para no juzgar y, obvio, no juzgarte. Definitivamente no sos la “mami perfecta”, pero tampoco tenés que sepultarte bajo el cartel de la “mami desastre”. Sos la madre más perfecta que tu hijo puede tener, nadando en tu realidad y saliendo a flote a pesar de tus obligaciones, tus preocupaciones, tus relaciones, tu pasado y tu presente. Parate en la vereda del vaso medio lleno y confiá en vos. Tener una buena autoestima te lleva a ser más flexible, entendiendo que no existen verdades absolutas y que de todo se puede aprender. Lo cierto es que no hay fórmulas: podés preocuparte por todo, no preocuparte por nada, ser mamá full time o trabajar y maternar, dar la teta o no, preguntarte hasta lo que ayer creías obvio o ir siempre para adelante confiando en la intuición. En definitiva, la única regla es que no hay reglas y, al no haber reglas, nadie lo hace mal.

El discurso del alivio

La serie Según Roxi, para identificarnos y bajar la guardia

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Desconcierto, miedos, crisis de pareja, sueño cero, peleas familiares, caos hormonal, puerperios extendidos y lolas agrietadas son algunas de las facetas del lado B de la maternidad, que cada vez más mujeres se animan a explotar. La película El club de las madres rebeldes, protagonizada por Mila Kunis, o la serie argentina Según Roxi nos hacen respirar, así como libros (Mamá mala, de Carolina Justo von Lurzer, o Guía inútil para madres primerizas, de Ingrid Beck y Paula Rodríguez) o blogs como el de Agustina González Carman, Libertad Condicional (si bien no lo actualiza desde hace bastante, hay muchos posteos interesantes). Al identificarnos con estas madres, que transitan momentos difíciles y no siempre cumplen con muchas cualidades de una “madre ejemplar”, podemos aceptar que no existen las madres perfectas y que todas tenemos una cuota de “mala madre” dentro. Entenderlo y aceptarlo nos convierte, inevitablemente, en más madres y menos juezas, y nos libera de los prejuicios hacia el resto de nuestras pares.

Mom shaming

El término “mom shaming” puede traducirse como “avergonzar a la madre”. Es, en definitiva, juzgar a la mujer como mala madre acusándola (la mayoría de las veces) por ridiculeces.
Generalmente, es una práctica que apunta a las celebrities, pero estar lejos de la fama no libera a las madres de estar en la mira de las “juezas de la crianza”, que no somos más que nosotras mismas criticándonos por actitudes que no compartimos.
A partir de estos hechos (desafortunados), se generó una movida que intenta dejar de avergonzar a las madres, bajo el hashtag #StopMomShaming, y da un poquito de luz a esta guerra en plena erupción, en la que no hay ganadoras porque parece que todas estamos en el blanco.

¿Tenés tu gurú maternal?

Lo ideal es que puedas tener a mano una oreja amiga, una persona en la que confíes, con la que te identifiques, que pueda estar ahí para vos, que te contenga, que te haga sentir bien. Puede ser una amiga que acaba de ser mamá, alguna vecina, tu propia mamá, tu suegra, las de la guardería o las de la plaza. Tomá lo que necesites de quien tengas a mano para construir tu propia gurú maternal. Confiá en tu instinto y transitá ese camino eligiendo con quién compartir tus vacilaciones en momentos de incertidumbre.
¿Qué pensás sobre el tema? También te mostramos Volver al trabajo después de ser mamá

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