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 • HISTORICO

Último día en Saint Tropez





Hoy es mi último día en Saint Tropez y me da cierta pena, como nostalgia anticipada, un gran no querer que termine. Pasé unas vacaciones geniales, fueron días muy intensos en todos los sentidos, no paramos un minuto, aprendí y me divertí tanto... Sepan entender mi falta de comentarios en estos últimos posts, aunque estuve siguiendo sus intercambios cada tarde. Me pasa que no me gusta tirar comentarios al aire si después no podré seguir con el feedback. Soy más consciente que nadie de las conversaciones y de las amistades que se generan en el blog, de las ideas y pensamientos que se vuelcan, vienen y van. ¡Muchas gracias por hacerlo tan rico! Y por el respeto y el cariño que hay en cada uno de sus mensajes.
Estos últimos días viajé al sur de la ciudad a visitar a mi querida amiga y talentosísima artista Jill Mulleady, mi otra Jill. Reencontrarme con su arte me llevó a pensar con ganas en este post: es pura energía, color, sencillez, vitalidad, futuro, ganas de sonreír y también profundidad, fondo. Me lleva a imaginar escenarios y realidades infinitas, me llena de optimismo, me proyecta, me eleva. La admiro enormemente. Les dejo algunas de sus obras para que la conozcan mejor:





Con Jill nos conocimos hace tres años en Londres y a partir de ese momento empezamos a encontrarnos en diferentes partes del mundo sin planificarlo, pero coincidiendo en momentos especiales. Si la telepatía existe para dar con una persona cuando ambas queremos, con Jill tengo la prueba. Automáticamente se da una charla profunda, divertida y espontánea, nos entendemos sin explicar nada, la conexión es inmediata.
Jill es uruguaya pero vive entre Bruselas, Argentina, París y Los Ángeles, tiene 31 años, muchos éxitos profesionales cosechados y una beba que se llama Olympia. Entre las dos forman un equipo incansable, hiperactivo pero pacífico. Mirarlas vivir me llevó a pensar mucho en la maternidad, en esto de desarrollar una profesión tan solitaria y personal como es pintar mientras cargás a tu bebé todo el día y la disfrutás en todos sus centímetros. Ambas son una y dos a la vez, me impresionó el dinamismo y la independencia de cada una estando tan juntas.
Sin dudas, unas vacaciones completas y extremas, de sentimientos y pensamientos, de amistades y novedades, de fiestas y también largas horas de reflexión. Días perfectos para enfrentar de nuevo la oficina, que en mi caso puede ser un avión, un set o una pasarela, pero realidad al fin. Adorada, necesaria y cotidiana realidad.

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