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Una valija para 5 semanas




Antes de contarles cómo fue el vuelo, la llegada y todo lo impactante que se ve al aterrizar en Río de Janeiro, quiero compartir cómo fue tomar las decisiones más difíciles de esta aventura. Exacto, chicas, los SI y los NO de la valija. En serio. Días haciendo listas, tachando y volviendo a escribir. Cosas que no debía olvidar, empezando por los ítems del botiquín. Ser hipocondríaca (y de las mejores) significa preocuparse por sacar el seguro médico antes que el hotel, y dedicar la porción necesaria de tu valija para todos los remedios que puedas llegar a necesitar.
En ese sentido está buenísimo viajar conmigo porque llevo desde curitas, gasas y aspirinas hasta antibióticos, jarabe para la tos y remedios para la gripe. Y un estante entero de Flores de Bach y ansiolíticos, nunca se sabe cuándo puede llegar el pico de ansiedad, ¿no?.Por suerte (toquen madera, crucen los dedos..o tóquense la ..izquierda), en general, nunca los necesito, pero me deja tranquila tenerlos y siempre me sirven para rescatar a algún compañero de viaje.
Resuelto el temita médico (o más bien psicológico) es hora de pasar a cosas más divertidas aunque no menos estresantes como decidir qué ropa llevar. Cuando me voy de viaje trato de ser todo lo práctica que no soy en la vida y reduzco mi guardarropas a los imprescindibles: básicos, calzado cómodo para caminar, cartera multiuso y un labial como todo maquillaje. Pero esta vez no me vine de vacaciones, vine a trabajar y eso cambia el panorama, no sólo porque la estadía es más larga sino porque lamentablemente no me puedo arreglar con lo primero que encuentro (ni repetir diariamente, claro está). Río de Janeiro es una ciudad cuya temperatura oscila, en esta época del año, entre los 12 y 26 grados, por lo tanto mi vestuario va desde mallas hasta el poncho reciclado de mi abuela.
Segundo problema a resolver: el flagelo de la depilación. Me dura dos semanas (sin pelitos encarnados y todo lo que ya sabemos) y me voy cinco. Esto significa que el poco tiempo libre que tengo lo puedo usar para buscar una depiladora y someterme a esa tortura en otro país (¿será que en Brasil duele menos? ¿Te amplían la zona de depilación y después te crecen más?). O me pongo shorts y minis las primeras semanas y para las últimas sólo una linda colección de maxipolleras y pareos largos para la playa.. Para mí que ya pase los treinta (y acá pienso quedarme), esta tarea, entre muchas otras, significa que puedo no ver a mis amigas, meterle cualquier delivery a mi pareja para cenar o tener fiaca de ir a una fiesta pero a mi turno semanal del Centro de Estética no falto ni loca. Ahora, yo no sé qué pasa con estas brasileras, pero el Centro más cerca que tengo me queda a una hora de autobús. Y pensar que por casa hay más esteticistas que kioscos. El gran dato acá es que estoy compartiendo la casa con cinco hombres y la habitación con tres chicas. O sea, el tiempo de permanencia en el baño es mínimo. Convivir con tantos hombres significa multiplicar a tu novio o marido por cinco: te apuran por cinco para que estés lista, te dicen que te calles 50 veces cuando hablan de fútbol como también se quintuplican las críticas porque a 10 minutos de haberte levantado tenés el pelo fuera de control. O me dan 5 minutos más para la planchita o se bancan el frizz (nota mental: llevar un par de pañuelos para el pelo y anteojos de sol para los ojos matutinos).
En conclusión: tengo que reducir mi rutina diaria de lavarme la cara, ponerme hidratante, secarme el pelo, vestirme y maquillarme a 10 minutos porque es el tiempo que tengo a la mañana antes de que empiecen con "¿te falta mucho, Cayetina?". Sólo porque ellos tardan eso en sacar la primera remera del placard y ponerse el jean que dejaron tirado en el suelo la noche anterior. Por suerte somos 4 chicas y estamos planeando maniobras de distracción para poder robarle unos minutos a la mañana. Eso es lo bueno de compartir el viaje con compañeras de trabajo que conocés hace tanto tiempo y que ya considerás tus amigas. La camaradería y la ayuda ante cualquier emergencia del tipo "me olvidé el top negro que es lo único que puedo usar con estos shorts de lentejuelas. ¿Me prestás el tuyo?".Ojo, puede que también nos gritemos y vuele algún almohadón de una cama a la otra. Especialmente en ciertas fechas claves pero nada que no se arregle con un llanto de 5 minutitos y un abrazo.
Bueno, el próximo martes les cuento cómo fue la travesía de llegar y los preparativos de la inauguración del Mundial. Ahora las dejo porque tengo que ver cómo hago para que estas tres valijas de 32kg cada una entren en esta mini bodega de vinos que me asignaron como placard.

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