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 • HISTORICO

Varado. "Soy mamá y coach a distancia de mi hijo, que quedó solo en Inglaterra"


Brígida Lanzani contiene con herramientas y técnicas de su profesión a su hijo que está varado en Bristol, solo en la casa de un matrimonio que apenas conoce

Brígida Lanzani contiene con herramientas y técnicas de su profesión a su hijo que está varado en Bristol, solo en la casa de un matrimonio que apenas conoce - Créditos: gentileza Album personal



Fue una larga noche de desvelo y desesperación. Brígida y Diego, llenos de angustia, imaginaron mil y un escenarios espantosos en los que naufragaban en la impotencia. Su hijo de 17 años quedó varado, solo en el exterior, a 12 mil kilómetros de distancia, en cuarentena total dentro de la casa de un matrimonio desconocido y en el contexto de incertidumbre ante la pandemia, con el avance del coronavirus hackeando las vidas y los sistemas en todo el mundo.
"Estas emociones no nos van a ayudar", se dijo Brígida. Tomó con fuerza los recursos que su formación como coach motivacional le brinda y consensuó con su marido cómo iban a transmitir tranquilidad a la distancia a su hijo, cómo iban a forjarla en ellos mismos primero y de qué manera diseñarían el plan de contención a implementar. Fue una larga noche de desesperar en un círculo vicioso. Una sola. Y después entraron en otra etapa: se pusieron en acción.
Se comunican virtualmente y ella le da tareas para desarrollar recursos que le permitan transitar mejor esta experiencia difícil y extraordinaria

Se comunican virtualmente y ella le da tareas para desarrollar recursos que le permitan transitar mejor esta experiencia difícil y extraordinaria - Créditos: gentileza Album personal

Al otro lado del mundo

Brígida Lanzani (46) es coach motivacional. Su marido, Diego Fernández Sasso (52) es médico -jefe de internación pediátrica en una clínica porteña-. Tienen tres hijos: Pilar (19), Máxima (13) y Justo (17) de quien se despidieron el 6 de enero pasado cuando se fue a Bristol -una ciudad al sur de Inglaterra- para estudiar inglés durante un mes.
El chico no hablaba ni una palabra del idioma y a las pocas semanas ya había conquistado la capacidad para comunicarse, además había hecho muchos amigos nuevos. Entusiasmado, les pidió a sus padres extender la experiencia. El ingreso a la carrera de Psicología, que tenía planeado empezar a cursar en marzo, podía esperar un cuatrimestre más así que le permitieron prolongar la estadía. No imaginaron que hoy ya no podrían saber hasta cuándo podrá llegar a ser. Especialmente desde que el miércoles pasado se anunció la suspensión de los vuelos para repatriar argentinos varados en el exterior.
Pero hace un par de semanas, la situación era muy diferente. Mientras que en la Argentina se empezaba a hablar de cuarentena obligatoria y se aislaba inmediatamente a quienes venían de Europa, en Inglaterra insistían con que no iban a detener la actividad habitual a causa del virus y que sólo las personas particularmente vulnerables serían recluidas. En este marco, nada hacía suponer que era buena idea que Justo cambiara de plan y emprendiera la vuelta. Todo lo contrario.
Estaba paseando, aprendiendo y conociendo gente hasta que no pudo volver a salir de la casa donde se hospedaría mientras duraran el curso de inglés que fue a hacer a Inglaterra

Estaba paseando, aprendiendo y conociendo gente hasta que no pudo volver a salir de la casa donde se hospedaría mientras duraran el curso de inglés que fue a hacer a Inglaterra - Créditos: gentileza Album personal

De repente, el gobierno británico dio un giro y dictó la obligación de permanecer todos en sus casas. Justo está en una casa que no es la suya, es huésped, convive con un matrimonio de gente mayor que casi no conoce, está en una ciudad remota de un país lejano, apartado de su familia y con herramientas del lenguaje recién apropiadas.
Las reglas de convivencia -forzosa y extrema- son completamente ajenas. Al principio, los ciudadanos tenían permitido salir a hacer ejercicio físico. Pero la pareja que aloja a Justo prefirió que él no lo hiciera y no pudo. Tampoco quieren que salga de la casa ni para comprar un paquete de galletitas. Toman sus medidas de seguridad.
Justo convive con un matrimonio de gente mayor que casi no conoce, está en una ciudad remota de un país lejano, apartado de su familia
Justo había acordado una estadía con media pensión, así que desayunos y cenas ya estaban contemplados. Ahora, además, al mediodía le convidan un sándwich o alguna otra comida frugal que preparan. El adolescente se comunica mediante un Iphone 5 que llevó. No tiene computadora y los dueños de casa le prestan la suya tres horas al día para que pueda seguir con las clases virtuales de inglés.
Brígida y Diego se pusieron a disposición de los anfitriones, están profundamente agradecidos con estos dos desconocidos que alojan, alimentan y cuidan a su hijo. Se contactan eventualmente, pero tampoco tienen mucha relación. Los vínculos en esta era de aislamiento son peculiares. "Le aconsejamos a Justo que mantenga distancias para que nadie se sienta invadido, así que él comparte con sus hosts algunos momentos, pero en muchos otros, permanece encerrado en su cuarto", cuentan.

Plan de contención

Aunque el panorama es atemorizante, Brígida no está tan preocupada por la salud física de Justo sino que está principalmente enfocada en la emocional, y en cómo acompañarlo durante esta experiencia tan difícil y extraordinaria.
Preservar la rutina de los almuerzos familiares es una de las estrategias para sostener la cotidianeidad

Preservar la rutina de los almuerzos familiares es una de las estrategias para sostener la cotidianeidad - Créditos: gentileza Album personal

Con las herramientas que maneja en los procesos que lidera como coach motivacional, le propuso a su hijo un plan basado en cinco pilares esenciales, que así explica y comparte para poner a disposición de quien lo necesite:
1. Ejercitar la gratitud. "Cada noche, hay que hacer una lista con 17 agradecimientos de ese día. Al principio cuesta porque exige poder enfocar, pero una vez que el mecanismo se pone en funcionamiento, a lo largo de toda la jornada uno va prestando mayor atención a qué tenemos para agradecer, y eso nos cambia el foco. Nuestro cerebro se vuelve un ´cazador de pequeños milagros diarios´ y deja de mirar el punto negro en la hoja blanca. La gratitud es una de las emociones más elevadas que puede experimentar el ser humano, eleva la frecuencia energética y lo mantiene enfocado en lo que tiene y no en lo que le falta. Este ejercicio transforma el hábito del aprecio en una disciplina diaria".
2. Diseñar una agenda variada."Es importante planificar la jornada, tener propósitos establecidos y que no sean los mismos siempre, que vayan variando. Es clave que los días de semana contengan actividades distintas a los fines de semana para que no se vuelva algo tan rutinario que, en vez de contener, aburra. Además, suma levantarse con una intención definida sobre cómo se quiere que ese día transcurra, porque da un norte. El fin de esta herramienta es darle un orden al día, porque el orden externo ayuda al orden interno y a la vez favorece la distracción de la mente. Esto último evita que se caiga en la sensación de soledad que nos lleva a sobre pensar la situación que estamos viviendo".
3. Compartir lo cotidiano."Mantenemos encuentros virtuales casuales, que no son conversaciones en sí mismos. Por ejemplo, todos los días nos sentamos a almorzar en familia. La computadora con la que contactamos a Justo tiene su lugar en la mesa, junto a sus hermanas, conmigo y -cuando no está en el sanatorio donde trabaja- su padre. La idea no es que todos estemos mirando a él o hablando, sino sostener un entorno de cotidianidad. El encuentro virtual permite que la persona sienta que hay algo de las rutinas de su hogar que tanto disfrutaba que se siguen manteniendo. Es decir, que ayuda a que perciba que entre tanto cambio e incertidumbre externo hay algo que permanece a pesar de la distancia, lo que, además de hacerle compañía, le da sentido de pertenencia y contención".
4. Mantener la sociabilidad. "Le aconsejamos que, además de chatear con los amigos de acá, arme encuentros virtuales con sus compañeros de allá, que sean programados y los sostenga a rajatabla. La sociabilidad, aunque sea virtual, hace que el individuo deje de lado su sensación de soledad y aislamiento, y se conecte con personas que están en la misma situación que él. Es un espacio de recreación necesario ya que el ser humano por naturaleza es un ser social".
5. Soltar el enojo."Pelear con la situación, lamentar y quejarse son maneras de perder energía que es necesario retener. Es importante trabajar la aceptación. Hay que darle lugar al malestar pero en forma encapsulada y en una proporción de 80 a 20. Es importante legitimar la queja, que alguien la escuche pero que no crezca, que quede ahí y no trascienda en el tiempo. La queja prolongada, tanto como el enojo con lo que está sucediendo, nos atrapa en un círculo vicioso que impide que tomemos decisiones inteligentes. Nos quita claridad mental".
Brígida Lanzani

Brígida Lanzani - Créditos: gentileza album familiar

Brígida Lanzani no ve la hora de poder darle un abrazo a su hijo. Pertenece al grupo de familiares de personas varadas que espera que sus parientes puedan ser repatriados. Confía en que para todos esta experiencia será de aprendizaje y crecimiento pero eso queda para el futuro, ahora toca transitarla lo mejor posible y con todos los recursos disponibles.

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