Viaje al amor y al compromiso
Señor Sinay:
Tengo 29 años y también yo sufro los avatares de la dificultad para encontrar el delicado equilibrio en el área de la pareja. Atravieso una severa crisis matrimonial (con mi mujer, desde hace cinco años; tenemos dos hijos). Las dos teorías que explicarían el conflicto son contrapuestas y según a quién se le consulte (inclusive psicólogos), se inclina hacia una o hacia la otra. La pregunta de fondo es: ¿uno no se compromete porque no hay amor, o no se desarrolla el amor porque uno no se compromete?
En una de sus síntesis, tan agudas como lúcidas e ingeniosas, dice Woody Allen: "Una pareja es como un tiburón; si se queda quieta se muere". La pareja, como todo organismo vivo, está en constante transformación y, como los escualos (antiquísimos habitantes del mar), sólo toma oxígeno a partir del movimiento. No es siempre la misma ni está siempre en el mismo lugar. Si el amor y el compromiso fueran puntos de partida en la construcción del vínculo, ¿hacia dónde iría éste? Si el viaje se inicia en el punto de llegada no hay viaje. Desde mi punto de vista, el amor y el compromiso en la pareja son construcciones y, como tales, requieren tiempo, presencia, buena fe, actitudes y acciones. Las dos teorías con las que se enfrenta nuestro amigo Bernardo se topan con esa cuestión.
Dos personas se comprometen, la una con la otra y ambas con el vínculo, en la medida en que comparten experiencias, se revelan confiables a través de sus comportamientos, establecen metas comunes, aprenden a armonizar sus diferencias -no en las palabras, sino en los hechos-, crean un espacio cooperativo en el que cada uno puede desarrollar sus mejores atributos y se descubren y se celebran tan opuestos como complementarios. ¿Es posible comprometerse antes de haber hecho este viaje existencial? ¿Se estarían comprometiendo con una realidad experimentada o sólo con una ilusión? ¿Con la experiencia del amor compartido y cocreado o apenas con el deseo de amar?
Si entre esas personas existe la condición previa y misteriosa de la atracción, y a partir de ella conviven todas las experiencias antes mencionadas, aquella atracción inicial se hará más profunda, se sellará con acciones, y esas acciones serán la materia prima de la alquimia amorosa. "El amor no encuentra su sentido en las cosas ya hechas, completas y terminadas, sino en el impulso a participar en la construcción de esas cosas", señala el pensador polaco Zygmunt Bauman en su ya clásico El amor líquido . Sin tiempo, sin hechos, sin cooperación existencial, el amor es sólo deseo. El deseo de estar con alguien, que se desvanece en cuanto se cumple. El deseo consume, el amor conserva, dice Bauman. No hay compromiso en el deseo. No hay trascendencia, no hay un para qué. El vínculo de amor se sostiene en un para qué, un propósito trascendente, algo que va más allá de los que se aman y que los transforma a ellos, al mundo que crean y al mundo en el que habitan y al que pertenecen. Los mantiene en movimiento y vivos.
La pregunta es para qué (y no por qué) estamos juntos. En la búsqueda de la respuesta se convive con el misterio del otro, se explora la esencia del amor. "Para esto se necesita verdadera humildad, coraje, fe y disciplina", como apuntaba el gran pensador alemán Erich Fromm (1900-1980) en su admirable El arte de amar. Cualidades raras en la cultura contemporánea según el propio Fromm (y según cualquiera que sufra la liquidez de esta cultura, manifiesta en la fugacidad de los vínculos, la endeblez de la ética y la frecuente ausencia de sentido). En La utopía amorosa, ensayo fino y sensible, la psicóloga argentina Susana Balán admite la posibilidad de las verdaderas historias de amor. "Pero, ¿de qué trata el amor posible? De una cierta manera, de confiar con lucidez. Es necesario creer, si no en el amor, en la intención del encuentro." Es una actitud. Y necesita de los atributos que menciona Fromm, de sincerar los propios sentimientos, de aceptar que si el amor nos espera deberemos viajar hacia él y atravesar los accidentes del camino. Dispuestos al viaje, se irá forjando en la marcha un compromiso que nos sostendrá en los momentos adversos (que los habrá; toda promesa en contrario es falsa). Si esto falta, las teorías sobran. "No hay consejo posible que pueda hacer que un círculo sea cuadrado", advierte Bauman. Y la respuesta acerca de si existen la voluntad, el coraje, la fe para el viaje amoroso, nunca viene de afuera de nosotros. Está adentro y es inapelable.
El autor responde cada domingo en esta pagina inquietudes y reflexiones sobre cuestiones relacionadas con nuestra manera de vivir, de vincularnos y de afrontar hoy los temas existenciales. Se solicita no exceder los 1000 caracteres.