¿Volver al futuro?

Marty McFly, su novia, Jeniffer, y el doctor Brown se suben al DeLorean en el comienzo de Volver al futuro 2 y se van al año 2015; cuando la vi en el cine en mi adolescencia ingenua de rulos, la disfruté. Cuando intenté verla hace unos días, ya en mi adultez calva y con mi hija, los dos nos decepcionamos: ella porque pensó que su padre la estaba estafando. ¿De qué futuro le estaba hablando? ¿De 2015? ¿Y ahora en qué año estamos? ¿En 1810? Mi frustración fue porque no disfrutaríamos de esta película como sí lo hicimos con la 1 y porque el 2015 de Volver al futuro 2 a mí tampoco me sorprendía. Excepto por los autos voladores, nada me llamaba la atención, y la verdad es que no me excita demasiado que los coches vayan por las nubes. La revolución tecnológica llegó y, al ser contemporáneos, es probable que todavía no comprendamos lo que significa. Lo extraño de este futuro en el que estamos es que hay puntos sin resolver:

Las colas: las hileras, las filas. A pesar del mundo online, todavía hay que hacer colas. Hay que perder el tiempo en estar detrás y delante de personas por un trámite. ¿Somos conscientes? Parados detrás y delante de personas con papeles que nunca sabemos si son los correctos, si son todos o faltan algunos. Nadie hasta ahora resolvió las colas. Y ya estamos en 2015.

Las valijas en el aeropuerto: nos vamos de viaje y las despachamos. No sabemos qué es de ellas hasta que llegamos. Y cuando aterrizamos, cansados, mareados y un poco perdidos por lo delirante de haber volado, tenemos que esperar a las valijas que dan vueltas en una calesita sin música y sin sortija. Sí, nosotros, seres humanos, tenemos que esperar a pedacitos de cuero que llevan nuestras ropas. Nadie supo cómo hacer que las valijas nos esperen a nosotros. Y ya estamos en 2015.

El temita de la reproducción: es cierto que la educación sexual se masificó y que hablar del tema ya casi es natural. Pero cuando un niño de 5 años pregunta "¿cómo vienen los bebés al mundo?", todavía no encontramos la respuesta. Una que nos identifique, que la usemos todos, que nos haga sentir que somos un equipo. No tenemos. La cigüeña, la semilla, el amor, que papá y mamá se quieren mucho, la unión, ya vas a saber, te vas a enterar. Ninguna convence. Nunca hubo un congreso de pensadores para encontrar la respuesta. Y ya estamos en 2015.

El frasquito: cuando nos humillan y nos piden un examen de orina, el mundo se ríe de nosotros. El recipiente se inventó para que hagamos más afuera que adentro. Y supongo que a ustedes, chicas, les cuesta más embocar. ¿Por qué no hicimos nada? ¿Una queja, una protesta, una huelga? El que haga un frasco grande se hace millonario. ¿Quién seguiría comprando el frasco chico? Es increíble que nadie lo haya inventado. Y ya estamos en 2015.

Caída del pelo: yo sé que ahora te pueden refaccionar la cabellera con tejidos y otras operaciones, pero la verdad es que nada detiene definitivamente la caída del pelo. A la mayoría de los pelados nos dicen: "Mejor, el pelo te quedaba horrible". ¿Sabés qué? Me hubiera gustado tener la libertad de elegir. Pero no. Nadie quiso o nadie supo cómo hacer para que no se caiga el pelo. Y ya estamos en 2015.

Y ya estamos en 2015, y quién hubiera dicho hace siete años que todavía estaría escribiendo la columna de OHLALÁ!, en el mismísimo futuro.