Wally Diamante: “Hoy, los puntos de encuentro son los restaurantes”
–Existen los relacionistas públicos, los representantes de artistas y modelos, las agencias de prensa y comunicación, los influencers... ¿Cómo te definirías vos?
–Nosotros somos una agencia de comunicación en la que trabaja un montón de gente. Nos dedicamos a la amplificación. La gente nos contrata para eso. En ese mundo de la amplificación hay diferentes integrantes. En este momento los más llamativos y pedidos son los influenciadores, o influencers, que ganaron un montón de terreno por el avance del mundo digital. Todo lo que parece por momentos natural o simple, tiene detrás una organización para que determinada gente postee o hable en sus redes de determinado producto y que ese producto se vea de una manera canchera, sofisticada o seria.
–¿Cómo es eso de "amplificar"?
–Un cliente que puede ser un banco, un restaurante, una feria como Arte BA o Masticar, la Bienal de Arquitectura, todo eso necesita que la gente lo vea, necesita amplificación. Lo que nosotros armamos es la estrategia en redes y también en papel.
–Uno te escucha hablar como director de una empresa de comunicación, sin embargo se te suele mencionar como "el relacionista público más influyente del momento". ¿Qué queda en vos de la definición clásica del RP?
–La verdad es que relacionista público es como tan amplio, se bastardeó tanto la palabra, que en realidad no me siento tan identificado. Si me decís que hago "relaciones públicas" no me enojo, pero siento que tengo una empresa de 50 personas con clientes muy importantes y quizás RR.PP. sea algo más chico. Igual no me quejo si me llaman así. Mirá, a mí me gusta un poco todo. ¡No entiendo a la gente que se aburre! ¡No sé lo que es aburrirse! ¡Yo tengo tanta familia, tantas ganas de hacer deporte, de trabajar o de no hacer nada! Una sola vida no me alcanza para todo lo que quiero hacer.
–¿Cómo creés que se recordará este verano de 2019 en materia de tendencias, sucesos o eventos?
–Este verano en Punta del Este no hubo grandes acontecimientos. Si me preguntás por la parte amarillista, que a la gente le gusta, desde los famosos no hubo grandes noviazgos ni grandes casamientos ni rupturas. No hubo personajes fuertes que hayan llamado la atención. En tendencias estuvo bastante sobrio el tema, las mujeres usan los brillos, que vienen del año pasado. Pero a nivel salidas una de las tendencias es la gastronomía. Se valora mucho ir a comer. Siento que la comida se revalorizó, es el momento de la comida. Hubo años donde había muchas más fiestas y había discos que eran protagonistas. Ahora la única es Tequila. Vos imaginate: ¡una disco para toda la gente que hay! Hoy los puntos de encuentro no son las discos, son los restaurantes, que están llenos. La gastronomía está revalorizada. Se elige a determinados cocineros, son las celebrities del momento. Hay gente que viaja a comer a determinados lugares del mundo por la comida que hay, como a Perú. Eso es lo que queremos lograr con la Argentina y tenemos muchas posibilidades. Pensá que tenemos un Mauro Colagreco viviendo en Francia y de todo el mundo viajan a su restaurante solo a comer. Es impresionante. Hace 10 años era inimaginable.
–Si organizás un evento para una marca y te piden que esté tal o cual celebrity, ¿qué define que esa celebrity vaya gratis o haya que pagarle un cachet?
–Si esa celebrity va a vivir una experiencia única y realmente la va a pasar bien, y de repente la marca puede utilizar ese buen momento, no hay nada a cambio. Pero si el personaje tiene que ir solamente a poner su imagen, a hacer fotografías y a dar notas para hablar del producto de otro, ahí sí necesita un cachet. Un ejemplo concreto: trabajamos para un proyecto inmobiliario muy canchero, pasando José Ignacio, que tiene una cancha de tenis espectacular. Contratamos amigos para que vengan a hacer partidos amistosos: Gastón Gaudio, Zabaleta, Pico Mónaco. Ricardo Darín, que le encanta el tenis, fue y se puso a jugar con ellos por la experiencia de jugar con estos personajes. No le importaba la guita, la pasó bárbaro. Y él salió en la foto contento y no hubo ningún intercambio.
–Hablemos por último de qué características fueron teniendo los eventos según las épocas y los gobiernos. ¿Cómo caracterizarías los del menemismo, kirchnerismo y macrismo?
–Los más fuertes obviamente fueron durante los 90. En la época menemista a todo el mundo le encantaba mostrarse y eso era bien visto. Al kirchnerismo no lo podría definir. Y el ciclo macrista es más austero. Hay eventos y todo, pero siempre está pensado para que haya cierta diversidad. También hay un fenómeno social desde la mujer, que tomó un gran protagonismo. Entonces lo que vemos son cambios políticos pero también sociales. Pero volviendo a lo anterior, creo que después de los 90 la exhibición fue bajando. También es difícil que la gente se muestre pasándola extremadamente bien en un contexto del país donde mucha gente no la tiene fácil. Todos tenemos ganas de divertirnos y nos merecemos vacaciones, pero hay que saber mostrarse para no verse ridículo. Con mis clientes y marcas trato de ser cuidadoso. El mostrar tiene que ser hasta ahí, con cierto límite y respeto.
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