Se acaba de estrenar un nuevo capítulo de “Vamos viendo”, la apasionante e interminable serie que muestra la estrategia del gobierno nacional y de la provincia para combatir, sin éxito desgraciadamente, el Covid-19 en la Argentina. Hoy, en los roles protagónicos descollaron dos personajes: la ministra de Salud Carla Vizzotti y el presidente de la Nación, Alberto Fernández.
Vizzotti, palabra más, palabra menos (porque mucho no se le entendió) dijo -sobre si hay que mezclar la primera dosis de una con la segunda de otra- ”Vamos viendo”. Alberto, como no podía ser de otra manera, huyó hacia adelante y chicaneó a la oposición: “Ahora me piden que consiga la segunda dosis de veneno”. Cualquier cosa sirve para no hablar de la cruda verdad: casi 91 mil muertos, un registro diario de 706 decesos, que es altísimo.
Y eso, sin meterse en la economía, la “creación” de 2000 nuevos pobres por día y el nuevo respingo del dólar blue, que hoy cerró a 166 pesos. No importa si te perdiste algún capítulo de la serie. Porque el de hoy, acá, tiene condimentos inéditos. Una reunión entre Cristina Fernández y Sergio Massa, recién llegado de Estados Unidos.
Parece que hay una enorme preocupación en el Frente de Todos por las últimas encuestas. Sobre todo en la provincia de Buenos Aires, donde Axel Kicillof grita pero no gobierna, y arenga a la tropa, presentando a su sistema de vacunación paralelo y reconociendo, de manera implícita, que él inocula con la pechera y los dedos en V. Es que Kici, al igual que Cristina (a quienes sus asesores pidieron que saliera a hablar del Covid-19 porque a esta altura ya parecía una extraterrestre) parece vivir en otro planeta.
Y la sociedad ya no lo tolera. ¿Otro ejemplo de falta de empatía? La información de que a Juan Pablo Schiavi, uno de los responsables del desastre de Once, le hayan reducido la pena 192 días a cambio de unas cuantas clases de ukelele, ajedrez y no sé qué otro curso más. Fue una decisión judicial. Pero aleja todavía más al oficialismo de los votantes moderados.
En este contexto, parece una buena noticia que en el Pro en particular y la oposición en general la sangre no haya llegado al río, como anticipó Lilita Carrió. Agarrarse de los pelos por un cargo es el mejor regalo que le podría hacer el Frente de Todos. Con una derrota en la próxima elección, el oficialismo obtendría mayoría propia en la Cámara de Diputados. Entonces iría por todo y por todos, incluido el periodismo crítico que todavía sobrevive.
Porque a nosotros también nos acusan falsamente de envenenadores.