Carolina Dutari: "El collar es mi vestimenta"
Joyera, ceramista, apasionada por crear a su antojo. Desde hace 15 años Carolina Dutari hace piezas de joyería escultóricas, que expone en galerías del mundo
Pintora, escultora, ceramista, joyera, pero sobre todo autodidacta y súper expresiva. Carolina Dutari es verborrágica, amante de lo que hace, que es mucho. Segura de lo suyo, dice: "Lo plástico, lo escultórico, me sale por los poros. Tengo mucha facilidad, no me trabo", y lo reafirma al insistir en que "todo el tiempo estoy inventando modos distintos de cómo manejar un elemento o material. Cuando pienso que no me va a salir nada, me sorprendo de mí misma porque al final siempre resultan cosas nuevas". Y no en vano presume. Acaba de participar de Schmuck, una feria internacional que desde hace 50 años reúne en Munich lo mejor de la joyería mundial. Allí sorprendió con sus megapiezas en papel, en materiales reciclados como las bolsas de alimentos para animales y en grès o barro a partir de la molienda de sílice, pero no es lo único que hace; también a esa cerámica le aplica piedras semipreciosas, trabaja con resinas lijadas, recupera aluminio. Un paso más allá de sus inicios con la plata, el material por excelencia de la joyería local, que supo trabajar para crear piezas escultóricas. Original, llamativa, como sus objetos, siempre únicos.
–¿Probar materiales es lo tuyo?
–Soy de experimentar, de reexperimentar. Y no sólo materiales que están al alcance, sino otros que resultan de pruebas, intervenciones, con técnicas de las que me apropio, como la de la cera perdida que terminé por aplicar mi versión. Soy muy autodidacta, aprendí a soldar y después me largué, pasé al modelado de la arcilla y de ahí a la cera; si bien es una técnica que se usa para reproducir, yo la aplico para hacer piezas únicas; con la cera hago lo que me da la gana; es que de alguna manera creé mi propia técnica al inventar modos distintos de manipularla.
–¿Y qué tiene de diferente?
–En general se usan ceras duras y yo uso blandas, les doy el tratamiento fuera de lo convencional.
–Más allá de esto, tan específico, siempre te salís de las reglas.
–Una vez escuché al pintor neoexpresionista Felipe Noé decir que su maestra le decía que no le hacía caso, que hacía lo que quería. Y me sentí identificada porque en su momento mi maestro de pintura Juan Astica me decía eso.
–La pintura es tu referente.
–Mis referentes artísticos son los contemporáneos vanguardistas Paul Pollock, Mark Rothko, Gerhard Richter; alineados en lo abstracto, en lo neofigurativo.
–Pero pasaste lo escultórico a la joyería.
–Comencé estudiando modelo vivo con los pintores Juan Astica y Ernesto Pesce, y luego cerámica con Marta Kerrs. Y sí, pasé esta formación plástica a otro formato porque buscaba un sostén económico. Mis amigas me pedían que pasara mis objetos escultóricos a joyas y me animé, pero busqué estudiar y lo hice con María Medici. Empecé a probar con la cera y me gustó por lo maleable y lo interesante de pasar algo blando al metal. Vengo del volumen fuerte, de la escultura. Y ahora en la joyería construyo volumen con planos.
–Ahora vas por piezas XL.
–No solamente, estas últimas son más vistosas. En Munich, las expuestas en la exhibición Suspend.ed in Green, las que mostré en la galería de Gabi Green, en el barrio Westend, son megacollares. Si de outfit se trata, ese tipo de collares viste; el collar es mi vestimenta.
–¿Y cómo se logra?
–Dejando que sea protagonista. Despejando. Menos es más. Que el cuerpo y la ropa sólo sean soporte de la joya, de alguna manera.
–Hacés algo de ropa, ¿no?
–Intervengo ropa, más bien. Ropa que se descarta la tomo y corto, tiño o pinto.
–¿Cómo definirías tu joyería?
–Iría más allá. En pintura, escultura o joyería me gusta aplicar o jugar con sistemas de color, de materiales, de formas, que con determinadas variables puedo crear hasta el infinito, siempre crear algo nuevo… Ese es mi fuerte. Mis piezas son siempre un todo, un volumen entero; por ejemplo, a partir de bolitas o cuadrados en plata desarrollo multiplicidad de líneas. Aun pasando de la escultura a la joyería seguí haciendo lo mismo, trabajando el espacio, el volumen.
–En ese probar y jugar, ¿qué innovación destacarías?
–Probé aplicar óleo sobre plata y resultaron piezas que terminaron expuestas en el Sculpture Objects Functional Art and Design Fair (SOFA) de Nueva York, un espacio con una selección de piezas muy diversa y selecta. Fui sintiendo que lo mío era muy distinto a lo que había, muy orgánico, latino diría, y lejos de jugarme en contra me permitió destacarme. Y esto vale para tener en cuenta para cualquier iniciativa, sea en diseño o más allá.
–¿Seguís pintando o esculpiendo?
–Tengo ganas de volver. Estoy haciendo ahora es algo de fotografía. Antes, expresión corporal y de chica hice danza. Poner el cuerpo me cuesta, pero a la vez me atrapa; por eso voy por las performances, con megapiezas en papel, por ejemplo, siempre lúdicas, articulables, orgánicas, que se van transformando todo el tiempo. Con la plata 925 sigo, incursiono en el acrílico, en las aplicaciones con piedras... Trato siempre de probar. Más que las piezas resultantes, me gusta es el proceso creativo. Disfruto el hacer, el aquí y ahora, y cuando llego a la pieza quiero empezar otra; no hago prototipos ni dibujo. Bueno, dibujo mucho por placer, pero no como paso previo a la realización de una pieza. Los resultados me encantan, pero cuando los consigo vuelvo a buscar.
–¿Qué otras cosas hacés que suman en ese proceso creativo?
–Estudio en la Escuela de Orientación Lacaniana, además de lecturas sobre Freud. Me apasiona mucho el segundo sentido de las cosas, lo que está detrás, lo que no se dice. Hay más en lo que no se dice que en lo que se dice. Nunca uno termina de decir lo que quiere decir; siempre hay un dejo, lo más escondido, y expresarlo a través del arte, joyería incluida, es mi desafío.
OBJETO QUERIDO. Como ejercicio de un taller de modelo vivo, dibujó y pintó en papel de algodón sobre un libro de artista, con carbonilla, pintura con látex y más. "Quise dibujar el placer. Dibujo por placer, así como hago joyas"