Despedida
Hace apenas unas semanas deleitó a todo el mundo al hablar de tres grandes de la moda europea, Chanel, Dior y Saint-Laurent. Fue en el Museo Evita, en una charla llena de contenido y sensibilidad por la creación, la elegancia y el estilo, con la calidez y ese don de gentes que lo caracterizaba, donde Claudio Martínez se llevó nuevamente todos los aplausos. Por sus permanentes aportes al mejor conocimiento de la moda, pero sobre todo por su calidad humana y también por la entereza e integridad que demostró para cumplir con sus compromisos aun cuando su salud le estaba jugando la peor de las pasadas.
Algo semejante sucedió también en esos días, cuando quiso estar, y estuvo, para tomar examen a sus alumnos de la Universidad de Palermo, donde tenía a su cargo las cátedras de Historia de la Moda e Imagen y Estilo. No llegó, en cambio, a recibir el muy merecido premio a la trayectoria que la firma Swarovski iba a entregarle el miércoles.
Lleno de energía, siempre con buen humor, Claudio Martínez falleció ese día de la semana última. Un final que lo sorprendió antes de lo esperado, pero que le permitió seguir viviendo hasta las últimas horas como lo hizo siempre, al tanto de todas las novedades de la moda, siendo uno de sus partícipes más destacados y queridos, y con tiempo para sus amigos.
Los Limbo
Innovador, original, con Charlie Thornton, su compañero y socio de toda la vida, Claudio continuó el proyecto de Fernando Moura, que en 1976, tras haber creado la firma Limbo, decidió cambiar el diseño por la música. El debut fue en la Galería Jardín, desde donde rompieron el molde de la moda masculina de entonces, ya desde la manera de mostrarla; las camisas, por ejemplo, colgaban de perchas y podían probarse, algo atípico para la época.
Sólo unos cuantos modelos y una nueva lectura para lo retro, con pantalones pinzados que, a diferencia de los de entonces, se angostaban y dejaban ver los zapatos, juegos de estampas a través de la fragmentación de rayas y la oda a la estampa floral o abstracta. Los cortes, arquitectónicos, para hombres con personalidad.
Después, dos locales en la calle Maipú; más tarde, el de la avenida Santa Fe, que les dio fama y exposición pública, y en 1993 una vuelta intimista en su casa de Beruti y Salguero, donde continuaron con colecciones acotadas y siempre originales en ropa masculina. Ultimamente, los zapatos de autor fueron su tema, con ediciones limitadas.
En su carácter de diseñador, estudioso y comunicador de la moda, Claudio fue columnista en programas de televisión como Donna Moda; creador de ciclos de la especialidad en distintas instituciones (el Centro Cultural Borges, entre otras); coordinador del concurso de diseño internacional de diseño Start 05, y conferencista de relevancia. También fue un gran lector, interesado en la historia y la sociología; admirador de Borges, que lo visitó más de una vez en sus locales de la calle Maipú, y atento observador de la realidad, preocupado por la situación nacional. Notable, asimismo, su exquisitez como anfitrión y su talento para el origami, que trabajaba con páginas de revistas de moda. Gran coleccionista, entre sus frascos de perfume se cuentan pequeñas obras de arte, al igual que entre sus botones, otra pasión.
Una de esas personas que quedan en el recuerdo y se llevan en el corazón. Claudio, siempre.