Los chalecos amarillos aparecieron en la semana de la moda masculina de París
La semana de la moda masculina francesa invierno 19/20 arrancó con incertidumbres. Por un lado, la revuelta de los chalecos amarillos que cada sábado se encargan de elevar la calidad de sus protestas en rechazo a las medidas económicas de Emmanuel Macron y, por el otro, algunas marcas cambiaron la agenda de sus presentaciones por temor a las marchas cada vez más violentas. Christian Dior (con una colección épica) movió su desfile al viernes. Otros hechos marcaron la semana: el debut de Kris van Assche al frente de Berluti, la firma de artículos de lujo; el primer desfile en solitario de Balmain por Olivier Rousteing quien la temporada pasada fuera acusado de plagiar diseños de Thierry Mugler; el relanzamiento de L'Homme Rochas con Federico Curradi como nuevo director creativo (presentación que contó con el estilismo del belga Tom Van Dorpe).
El primer desfile del primer día fue el de Heron Preston, el diseñador que se hizo famoso cuando Virgil Abloh (Off-White y Louis Vuitton hombre) lo nombró como un nuevo talento. El boca a boca hace milagros. Fue en el Palais de Tokyo donde un scanner de aeropuerto revisaba las carteras de los modelos y los mostraba en pantalla gigante antes de seguir desfilando. El mensaje era claro: destacar la nueva línea de accesorios. ¿La colección? street, sporty y casual, nada nuevo bajo el sol.
La privadísima presentación de Givenchy fue a la mañana temprano en el cuartel general de la firma, en los salones de alta costura donde Monsieur Hubert de Givenchy probaba a las modelos. Se trató de un encuentro íntimo y exclusivo, un desfile pequeño de 20 equipos para solamente 15 periodistas contado por Clare Waight Keller en persona, la exitosa diseñadora que revoluciona el fashion business. Trajes de colores plenos con camisas contrastadas (traje rojo y camisa fucsia y turquesa con naranja), sobretodos clásicos (camel o violeta) y trenchs de cuero o charol glaseado (negro y caramelo). La novedad son los ruedos de los pantalones, ligeramente acampanados, con estribo como un fuseau o rectos y al tobillo. Es una colección que marca una nueva elegancia con un anclaje preciso en los años 70 que recuerda a David Bowie y los VIP de las discotecas Studio 54 y Le Palace.
Desfiles: lo que se vio
Virgil Abloh, el nuevo niño mimado de la generación millennial presentó su propia línea Off-White. Fue una de los shows más esperados y también más criticados. Las referencias son los principios de los 90 y la estética podría ser perfectamente Vetementes. Ropa que parece de segunda mano o salida de algún mercado de pulgas similar a la de un homeless, con talles que nunca son los adecuados. Hay prendas sport y otras de sastrería con trajes que recuerdan a Jacob Rees-Mogg, el político conservador británico. Los pantalones son holgados en extremo, incluso los jeans. El contraste es para la paleta sombría en oposición a los ácidos verde y naranja.
Si hay alguien que tiene un concepto y lo respeta es Jonathan Anderson y lo ofrece en JW.Anderson, su propia marca. Un estilismo caótico y sin referencias previas tiene proporciones que parecieran no respetar la ley de gravedad. Ese podría ser el éxito del original diseñador que no toma prestadas tendencias ajenas ni a otros colegas. Los clásicos suéteres rayados siguen en la vista de Anderson y recorren líneas horizontales o al bies. El trench camel está revisionado y con nuevas proporciones y las camisas largas son puramente blancas o celeste o bien con cuadros vichy. La novedad: los shorts a medio camino entre el paje medieval y el deportivo. La banda sonora, una originalidad que incluía la voz del príncipe Charles de Inglaterra leyendo Hamlet, fue creada por Michel Gaubert, el musicalizador favorito de los grandes nombres de la moda.
Es una de las firmas de moda y nadie lo discute. Sobre todo porque hay diseño, calidad, innovación y es fácil de vestir. El Valentino que diseña Pier Paolo Piccioli ya tiene un lugar ganado para cuando las próximas generaciones escriban la historia de la moda. Un salón despojado y monacal en el Grand Palais y David Bowie en el soundtrack sostuvieron una colección cosmopolita, moderna, usable y con referencias propias. En época de copias fáciles la ropa de Valentino no se parece a otras marcas. Apuesta a una silueta inspirada en la fluidez de los trajes italianos de los años 80 que suaviza formas en sacos, pantalones y abrigos.
Hay dos colaboraciones interesantes. Con Birkenstock reafirma que los clásicos pueden ser modernos y reedita el modelo Arizona de dos tiras. Con la marca japonesa Undercover recrea estampas y eleva el logo y adquiere otra dimensión cercana al comic.
Desde su salida como director artístico de Calvin Klein hace menos de un mes, que no se sabía nada de Raf Simons. Para su propia colección en la ciudad luz el diseñador belga se afirma en la década del 80 y dramatiza cada una de las pasadas. El primer punto son las hombreras que recuerdan a la sastrería que usaba David Byrne. Hay una estética que viene del cine de David Lynch, más precisamente del film Blue Velvet (1986) donde los recuerdos aparecen en parches con fotos de Laura Dern repartidos en suéteres oversize y otras prendas de la colección. La silueta tiene dos tópicos, larga, recta y longilínea en los sobretodos, o bien oversize en los gabanes y sacos levemente cruzados. Si hay un fetiche que define a Simons son los suéteres y esta vez no se privó de presentarlos en todo tipo de tejidos gruesos con apliques de mariposas y flores de metal o esmaltadas. Llaman la atención los colores fuertes en versión monocolor o contrastadas.
La invitación al segundo desfile de Virgil Abloh para Louis Vuitton era un guante blanco con apliques de strass en "homenaje" a Michael Jackson, el referente ausente en toda la colección. Mas allá de las obviedades, la ropa parecía una colección preparada para Kanye West y los barrios marginales de New York. En los Jardins des Tuilleries, en el Carré du Sanglier, la escenografía recreó un par de cuadras del downtown de New York con graffitero y banda en vivo. De hecho, una parte de la colección está estampada con la bandera de EEUU. Los hits destacan polleras plisadas irregulares sobre pantalones anchos, chalecos inflados de cuero con el logo grabado que parecen el respaldo de un sillón capitoné, maxi pantalones con tabla frontal, superposición de campera más corta sobre el saco del traje o cubriendo el sobretodo.
Los accesorios respetan el logo en amarillo o fucsia fluo, el bolso Duffle esta hecho de cashmere. Hay otros donde el monograma original se convierte en mochilas o carteras parecidas a las que diseñó Nicolas Ghesquière en su primer colección femenina. La formalidad tiene una nueva sensibilidad que trae otra masculinidad. Hay dos hombres en la colección invierno 2020 de Dries Van Noten. Siempre elegante, de un lado es simple, plena y neta, casi monástica y sin estridencias ni guiños de colores. En la vereda de enfrente aparece una versión salida bajos los efectos del alucinógeno con estampas dignas de una psicodelia burguesa, con círculos acuarelados propios de un caleidoscopio oriental. En el medio las prendas tienen formas relajadas y amplias, sin secretos en su construcción. Protagonismo en pantalones: ruedos al tobillo y anchos como polleras, otros rectos y largos, pinzados al mejor estilo The New English Wave de los 80, y jeans estampados. El exotismo del estilismo trae mantas a modo de pareo llevadas con trajes que recorren todo tipo de formas y desarman la formalidad.
En Vetements se toman demasiado en serio que la moda refleja lo social y político. Lo primero que llamó la atención fueron los animales embalsamados que sirvieron de escenografía en el Museo de Historia Natural de París, en la sala llamada Grande Galérie de L´Évolution. Si la evolución es el mensaje, Vetements no parece haber evolucionado demasiado, más bien hay un estancamiento en la carrera evolutiva de diseño. Demna Gvasalia sigue su instinto y repite simples buzos de algodón con capucha que superan los 800 euros. La colección se llama Anti Social y por las prendas vistas parecen destinadas a los adolescentes o universitarios a punto de sacar una pistola y disparar a su alrededor, algo así como lo que ocurrió en la Universidad de Oregon en 2015. Bastante irónico si se tiene en cuenta que París está amenazada cada sábado por los chalecos amarillos. Mensajes políticos de todo tipo en toda la colección: hoodies, camisas, camperas, pantalones embolsados… Nada nuevo bajo el sol. Son llamativos los pasamontañas, balaclavas y capuchas más cerca de terroristas que de la moda.
El debut del belga Kris Van Assche en Berluti era uno de los mejores planes de la semana. En el Opéra Garnier de Paris los modelos caminaron por sus pisos de mármol lo nuevo de la nueva era. La casa tradicional de artículos de lujo necesitaba mostrar el concepto de lo que hoy en día es lujo, y Van Assche lo logró. La técnica de patinado del cuero es el comienzo y la mejor excusa para remozar ese material que lo identifica y no reconoce límites: trajes y sobretodos satinado, camperas bomber y gamulanes sobre ambos, gabanes marineros y más. El summun de la exquisitez es el traje de saco y pantalón con buzo y guantes todo de cuero azul marino. La tendencia del monocolor también es para el cuero. Los zapatos son el otro punto histórico de la etiqueta, los modelos de calzado Alessandro y Andy reviven reeditados a lo largo de toda la colección. Desde que la dueña de la firma, la mismísima Jil Sander, se retirara de la industria, fueron pocos los diseñadores que dieron en la tecla.
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El paso de Raf Simons (2005- 2013) fue el más preciso en cuanto a diseño, innovación y placer. Hoy Luke y Lucie Meier, marido y mujer y tándem creativo, apuestan a continuar un legado en Jil Sander. Es más difícil hacer piezas de estética depurada y sencilla porque que no hay ornamentos que disimulen los errores. En la colección masculina la imagen es clean y sin elementos superfluos salvo una mochila incorporada a la espalda de un suéter. El nuevo minimalismo está en piezas conocidas intelectualizadas. La proporciones descubren superposiciones de piezas holgadas y de diferentes largos; el mameluco de los mecánicos adquiere mayor comodidad porque es extra oversize; los materiales y los colores aportan ese costado que los refresca. En esta colección la perfección no existe pero se acerca.
Mr. Kim Jones tiene una tarea difícil como director artístco en Dior Men. Su misión es adaptar un legado centenario de moda ciento por ciento femenina a las nuevas formas de vestir masculino. Revisar los códigos y los estandartes estéticos puede ser una aventura, pero mejor pensarlo como un desafío. Y hasta ahora los resultados son satisfactorios. La pasarela fue una cinta transportadora y los modelos en pose vestían el delivery de prendas de factura moderna con un anclaje conceptual que representa al interior de la casa Dior. El gris pertenece al color de las paredes de los atéliers y se vio de principio a fin; los chales que aparecen tienen origen en la couture y refieren a la técnica de drapeado sobre el cuerpo femenino llamada moulage; el print de leopardo es por la obsesión que tenía monsieur Dior. El capricho personal es Cookie, la mascota del Jones que aparece como monedero de cuero en los maletines ovalados como el logo de Dior. El costado arty aparece en la obra del artista plástico Raymond Pettibon y está estampada y bordada en una camisa que llevó 1600 horas de elaboración y tejida en un sweater entre otras prendas. Las inspiraciones sobre décadas y hechos pasados son una constante en los diseñadores, son casi el aire que respiran.
En Balmain podemos decir que su director creativo Olivier Rousteing es el diseñador millennial que no se olvida del pasado, por el contrario, le rinde "homenajes". Si la temporada anterior fue Thierry Mugler, esta vez le tocó el turno a los años 80 y 90, cuando Giorgio Armani y su línea Emporio era furor. Y Chanel. Y Gianni Versace. Y Romeo Gigli. Y Comme des Garçons… Un gran espacio industrial con el piso espejado sostuvo el andar de la primera colección masculina en solitario para la próxima temporada. Hombreras exageradas, pantalones pinzados, silueta trapecio, cuero, mohair, tweed, satin y bouclé en una moderada paleta blanco y negro.
Cuando Jonathan W. Anderson tomó las riendas de Loewe, la etiqueta de artículos de lujo española, fueron muchos los que en voz baja sospecharon que su visión demasiado moderna podría jugar en contra. Se equivocaron. El cuero es su mejor carta de presentación y la mejor hoja en blanco para cualquier creación que se le ocurra. ¿Cómo hacer que una pieza básica se convierta en una de moda? Mirando más allá de su uso y con detalles que eleven su categoría. Bolsillos de cocodrilo, bordes de piel a un hoodie de cashmere o una simple camisa rayada celeste, solapas y puños de cuero y más. Hay una variedad impresionante de suéteres que van desde la cintura hasta convertirse en caftans con un trabajo manual en la elaboración de formas, colores y tejidos de punto. Si hay que reconocerle a Anderson es su capacidad de trabajo manual, es artesanía. Llaman la atención los accesorios, las botas con cierre que terminan en la cintura y están inspiradas en las botas de pescadores. La cartera Puzzle de mujer y la shopping bag son los estandartes de la temporada.
Los clásicos de siempre sólo necesitan materiales exquisitos para seguir siendo eternos. Hermès es una de las firmas de lujo que mejor representa a Francia y Véronique Nichanian sigue demostrando porqué su capacidad y su visión del hombre para el que diseña siguen intactas después de 10 años al frente. El cuero es liviano como la seda, el cashmere es de la más pura cepa, el paño abriga con sólo mirarlo y la seda… aquí la seda no tiene discusión alguna. La paleta es seductora desde donde se la mire, hay vino tinto y borravino, azul marino, gris perlado, celeste hielo y naranja Hermès. Equipos monocolor de gamulán, camisa de cuero y pantalón o combinaciones tonales chic. El punto de riesgo aparece en el corte de los pantalones, pinzados, redondeados en la pierna y agostos al tobillo, y detalles como el forro plateado de una doudounne.
Los accesorios son bolsos, riñoneras, la Birkin masculina, corbatas y botas con puntera de goma. Una colección sin trucos de estilismo, donde todo está a la vista y listo para ser usado. La invitación al segundo desfile masculino de Jacquemus, el nuevo niño mimado francés, incluía una hogaza de pan casero y era clara: desayunar en el Palais de Tokyo el último día de PFW. "Creo ropa para que la lleve gente real, por eso mis colecciones son accesibles desde el precio y el diseño", contó ayer a la mañana. A juzgar por la presentación, su intención sigue intacta. Le Meunier (molinero), así se llama la colección, tiene su epicentro en un poema de Marcel Pagnol, con pastores y molineros, trabajadores rurales que podrían ser su padre, un granjero de la campiña francesa. Los modelos llegaron junto al diseñador en un camión y avanzaron con camperas cuadradas con bolsillos, pantalones anchos de corderoy rosa, blanco, naranja o azul marino que por arte de un cierre se convierten en bermudas, buzos y camisas acolchados para los fríos amaneceres rurales, delantales de cuero para pantalones como los que se llevan para realizar la faena en el campo. Un traje naranja y otro con delicadas y pálidas hojas estampadas marcan el punto ciudadano más alto.
"En la colección hay un chaleco amarillo que decidí no presentarlo, es una coincidencia, no hay un mensaje detrás. Soy el hijo de un granjero y entiendo el dolor que expresan los chalecos amarillos en su reclamo". La compañía que dirige Simon Porte Jacquemus creció mucho desde que en el 2015 ganara el premio LVMH. La nueva colección de Kenzo pensada por Carol Lim y Humberto León es una fuerte apuesta a lo deportivo y al deporte de montaña en especial. Con tanto color no hay manera de pasar desapercibido. El impresionante set multicolor del desfile está inspirado en el trabajo del pintor peruano Pablo Amaringo, cuya obra está, en gran medida, influenciada por el uso del ayahuasca, la bebida con efectos alucinógenos. Es quizás la explicación necesaria para entender la paleta de colores sin límites y estampas psicodélicas que se repiten. Hay abrigos de cuello alto, chalecos multi bolsillos, voluminosos sacos de pluma, camperas abrigadas y capas para lluvia con cierres de dientes plásticos. También se mostró la colección femenina.
A un año de haber sido nombrado director artístico, la semana cierra con el show del nuevo Celine de Hedi Slimane. Una impresionante vista de la Place de la Concorde fue también testigo de la colección llamada "A London Diary: Polaroids of the British Youth". La primera parte es sin dudas la más nueva, menos ajustada y más relajada. Sin resignar estilo los chicos Slimane visten siempre elegantes y a la moda. Entre mod y rockabilly las prendas no aceptan colores estridentes salvo un sobre todo de piel amarillo con manchas atigradas. La primera pasada confirma la tendencia más fuerte de la temporada: el traje es negro. A diferencia del propio estilo del diseñador y del desfile anterior, esta vez la silueta no es exclusivamente pegada al cuerpo. Hay fluidez en abrigos y principalmente, en los pantalones que flamean y cuyos ruedos llegan al tobillo. La segunda parte es para los fanáticos de siempre: pantalones de cuero y camperas motoqueras pegados como una segunda piel. Un show sin puntos de riesgo, que no sorprendió pero que gustó. A Slimane se lo ama o se lo odia, aquí no hay medias tintas.
Tendencias París invierno 2020
- Sobredosis de sobretodos que sólo esperan que el invierno juegue su mejor papel. Diferentes formas y colores, clásicos y modernos, sobredimensionados y rectos, largos hasta el suelo o a media pierna, de colores tradicionales o energéticos. Las opciones parecen ilimitadas. También se vieron diferentes personalidades masculinas. En Ann Demeleumeester el hombre es joven, pertenece a una banda de rock pero no resigna su costado romántico y viste pantalones angostos de cuero, camisas amplias blancas y trench con estampa de flores.
- Y hablando de flores y románticos, los varones de Davide Marello para su firma Davi Paris son poetas en esa eterna búsqueda de inspiración, dandies modernos de campera o saco y pantalón pinzado con estampados de hojas y flores acuareladas propios de la botánica de los 40 y 50. En Junya Watanabe el casting adulto ofreció una nueva mirada sin siluetas jovencísimas ni delgadísimas. Daddys y hombres maduros de barba blanca son los nuevos modelos a seguir. Elegancia madura y moderna.
- Cuando el estilismo llega a la calle se pueden ver camperas arriba del saco. En Balmain la campera motoquera tiene pátina plateada y abriga el saco smoking; Berlutti, para el día, superpone la campera de cuero patinada a un ambo azul noche; Loewe propone una campera de cashmere rayada sobre un saco pied de poule.
- Continúa el abrigo de plumas, la versión parisina es más variada, hay una campera corta estilo años 70 al más puro estilo Boogie Nights en Givenchy, tiene cuello bote en Vetements y en forma de chaleco de cuero soft pastel en Loewe.
- Como si se tratara de un tabajo manual, hay patchwork en diferentes estilos: Comme des Garçons y sus camisas básicas con un trabajo artesanal en el frente; Sacai mezcla en una campera holgada con bolsillos en los hombros terciopelo liso, estampado y lona.
- Los jeans de Junya Watanabe reúnen parches de pied de poule, lana escocesa y cuero. La versión más joven es para Loewe con camisa largas y cortas con diferentes libertys, búlgaros y escoceses. Pantalones cargo: anchos y de cuero en Acne Studios, con bolsillos exagerados en 3D para Louis Vuitton; Vetements los presenta en denim aptos para una juventud revolucionaria y en el opuesto, son color caqui y un poco safari para el hombre de Isabel Marant.
- Cítrico brillante o quemado y apagado, el naranja asoma e ilumna los días fríos en los desfiles de Heron Preston, Givenchy y Acne Studios entre otros. Hermès replica el color de sus bolsas en una campera corta de cuero; Jacquemus apuesta a un ambo tradicional y Kenzo lo multiplica a lo largo del desfile en todas sus prendas.
- Otro color intenso: los ríos color púrpura y sus gamas están presentes en Off-White y Louis Vuitton; Raf Simons tiene sweaters con apliques de fotos y Berluti se arriesga en una superposición que incluye anorak, sobretodo, traje y camisa en composé.
- Reaparece el montgonery y Valentino le alarga el ruedo; la versión conceptual corresponde a Yohji Yamamoto y tiene alamares de cordones; para Berluti es amarillo shocking mientras que en Fumito Ganryu es largo y gris perlado. En Celine es tsotalmente british.
- La bufanda larga viene viajando desde los desfiles londinenses. Se destacan las de Valentino, Acne Studio y Ami Paris. En Louis Vuitton, es de piel con la bandera de EEUU estampada y para el belga Dries Van Noten aparece clásica con tejido grueso y flecos.