Los mejores desfiles de Alta Costura
Valentino, Chanel y Dior presentaron sus colecciones más exquisitas en la semana de la Moda parisiense; sastrería de lujo, apliques de plumas y flores, transparencias fueron furor en varias pasarelas
Chanel
Karl Lagerfeld ni se mueve ni se aburre en el Grand Palais, su locación preferida para sus desfiles parisienses. Sólo por estos días, Francia tuvo dos Torres Eiffel y los invitados y las modelos pasearon debajo de esta nueva, construida especialmente para una colección en donde predominó la sastrería, con una silueta nueva de cintura angosta, hombros amplios y redondeados. Se vieron vestidos y trajes de dos piezas de chaqueta y falda, vestido, pantalón o monoprenda en tweed de lana o cuadros en lana bouclé, con su sombrero bordado a juego y detalles de mangas, cuellos y puños, en cuero. Al cierre del desfile, el káiser recibió la medalla Grand Vermeil, –máxima condecoración de la ciudad– y lo celebró con una colección que enaltece la maestría de todos los artesanos: la pedrería de Lesage; las plumas de Lemairé, el creador floral Guillet, el sombrerero Michel y el zapatero Massaro, entre otros–, casas de oficios que la Maison adquirió en 2002. La paleta, bien Chanel: desfilaron tonos de verde, azul, morado y acentos en naranja ladrillo, con mucha presencia de total looks en blanco, negro y azul marino.
Dior
La directora creativa Maria Grazia Chiuri revitaliza el new look y lo aggiorna para la mujer de hoy que anda más libre y con calzado cómodo. Se inspiró en los viajes de Christian Dior alrededor del mundo para presentar, en la terraza del Hotel Les Invalides, una colección racional de vestidos y sastrería impecable, que contrastan en peso y tesitura. Los amplios diseños en la gama de grises, en tweed y fil a fil, se acompañaron de abrigos a tono, con bordados y apliques de atlas y su flora característica. También hubo lugar para vestidos en terciopelo negro y azul noche y otros, más etéreos, en organzas de seda con volados, drapeados, plisados y lánguidos en macramé, siempre con acento en la cintura.
Valentino
Pierpaolo Piccioli patea el tablero del clasicismo con prendas y una paleta mucho más urbana a las anteriores y que funciona en tríos: los tonos de rosa se combinaron con verdes y amarillos, los azules con visón y aguamarina y los bordó, con celeste y amarillo. Las tipologías como tops, sacos, capas, pantalones y vestidos aparecieron en cortes más modernos y deportivos. No faltaron los vestidos de corte clásico –en rojo Valentino, verde inglés o cobre– y otros de encajes con incrustaciones de plumas de color y sustracciones veladas con transparencias. En una colección cada vez más acertada y cerca de las necesidades de la mujer actual, el diseñador demuestra que todavía tiene resto para innovar.