Mi hijo, Martín
Soy una mamá que se siente realizada y feliz por haber traído al mundo un ser como Martín. Desde muy chico mostró habilidades en los dibujos. Recuerdo que cuando llegaba el Día de la Madre o mi cumpleaños él me regalaba dibujos hermosos, llenos de colores, muy evolucionados para su edad. Cuando yo era joven también pintaba, el tendría unos 4 años, siempre se acercaba y me pedía una tela y óleos para pintar. Un día le compré una pequeña tela y le puse un caballete para que pintara al lado mío. Todavía guardo esas pinturas con amor.
A partir de allí empecé a darme cuenta de su capacidad para lo artístico. En aquel entonces yo fabricaba ropa de niños y me encargaba de hacer los diseños de los estampados. Él compartía conmigo esos momentos creativos, incluso además de vestirse con mi ropa, tanto él como mi hija Andrea eran modelos en la publicidad que hacíamos de la marca.
Los tenía impecables con sus uniformes, y a él le encantaba jugar en la calle, en la tierra, en el agua; ponía sus manos en el barro y luego las ponía sobre papel o su delantal para generar dibujos. Volvía a casa todo sucio, pero él lo disfrutaba mucho.
En su adolescencia le gustaba buscar objetos viejos y antiguos en la calle. Por ejemplo, una pava oxidada que reciclaba, pintaba y transformaba en piezas para él muy valiosas. A partir de los 20 años comenzó a sacar fotos de objetos, rejas, animales, pisadas en la arena, y se inspiraba para luego hacer estampados.
Mi amor hacía que yo sintiera internamente que lo que él hacía era muy valioso, aunque en ese momento los demás todavía no pudiesen reconocerlo.
De Martín me emociona cómo desarrolló su parte social, desde su humildad y sencillez. Siempre está interesado en ayudar a quienes menos tienen. Usa su creatividad como recurso para que otros crezcan, enseñando lo que él hace para que puedan concretar sus proyectos.
Cuando uso sus diseños, siento que las prendas están hechas para mí y hay quienes me preguntan ¿Martín diseña para vos?, por lo bien que me sienta su ropa.
Hoy él se enoja cuando le sigo diciendo que es un genio, aunque eso no cambia mis emociones ni mi manera de pensar sobre él.
Lidia Muradep