Tradiciones
El último mes del año se va inevitablemente entre preparativos y festejos de las dos fiestas más importantes: Nochebuena-Navidad y Año Nuevo. Es el momento en el que las tradiciones se palpitan en todas las casas, en algunas familias con más significado, en otras con menos, pero siempre están presentes.
"A mí me encanta festejar la Navidad y lo hacemos de forma bastante tradicional: el 24 vamos a misa y después nos reunimos en familia para cenar, esperar a que se hagan las 12 y aparezca Papá Noel para dejar los regalos", cuenta Valeria Mazza, que este año lo pasará en Rosario, y que como el Día de la Virgen tuvo que trabajar armó el árbol con sus hijos una semana antes para mantener la costumbre. "Por suerte ya los adornos vienen de plástico, porque si no no quedaría nada con los chicos", agrega entre risas.
Y en relación con el árbol navideño se dice que hay que agregarle un pieza nueva cada año y renovarlo cada siete. Rose Galfione, especialista en Ceremonial y Protocolo, opina: "Esto que se convirtió en una costumbre que atrae la buena suerte tiene su lado comercial también porque se supone que el árbol te puede durar mucho más".
Rosa y maravillosa
Si de suerte se trata, la tradición navideña por excelencia instalada entre las mujeres es regalar y estrenar esa noche ropa interior rosa, aunque algunas lo hacen también de colorado o amarillo, y en Año Nuevo en vez de en Nochebuena, depende como se interprete el ritual. "No soy de seguir cábalas, pero la bombacha rosa en Navidad siempre está", cuenta Mazza. Tan instalada está que también que la siguen la chef Narda Lepes y la diseñadora Nadine Zlotogora. "Hay que regalarla entre mujeres y en la intimidad. No es un presente para poner en el árbol y abrir delante de todos porque no es de buen gusto -explica Galfione, que también la pone en práctica-. Aconsejo hacer el regalo un rato antes de la reunión y estrenarla esa noche."
En cuanto al festejo, la tradición es reunirse con la familia en una casa -la más espaciosa- y compartir la cena mientras se espera que lleguen las 12. Lo clásico es una mesa fría, compuesta de carnes y ensaladas, en la que todos los comensales aportan una fuente. También es común seguir la costumbre más argentina que navideña del asado. Narda Lepes suele preparar su especialidad festiva: "Siempre trato de hacer algo con higos para aprovechar la estación. Si no la torta galesa de mi tía", cuenta la chef del canal Gourmet.
Mazza sorprende con la suya: "Carré de cerdo con azúcar negra y mostaza. Igual, siempre está la abuela, que trae el vitel thoné o la ensalada con camarones..."
Y Galfione aprovecha y apunta: "Durante la comida uno puede acercarse a la mesa varias veces, pero con discreción, aunque siempre está el que se sirve hasta llenar el plato. Y si bien no existen reglas de ceremonial para este tipo de ocasiones, hay que evitar esas cosas.
Hay quienes eligen salir del ámbito cotidiano y pasar Navidad en un restaurante. Es la opción onerosa, pero para Wally Diamante, el relacionista público, ya es casi un rito hacerlo con sus amigos en Punta del Este: "Desde hace 15 años lo paso allá; las últimas tres Navidades en Marismo, en José Ignacio. En realidad ésa y jugar al amigo invisible para los regalos son las únicas costumbres que sigo", expresa.
Para el diseñador Pablo Ramírez, es tradición pasar Nochebuena reunido en la casa de su hermana cerca de sus sobrinos: "En mi caso, algo que se repite todos los años son las corridas para llegar a preparar la cena a tiempo; cuando nos queremos acordar ya están llegando los invitados y todos estamos sin cambiarnos", relata el diseñador. ¿Alguna regla en cuanto al vestuario navideño? "No, totalmente libre. La única consigna es estar cómodo, aunque reconozco que en mi familia nos gusta mucho estar arreglados en esa noche. Cambiaría todo el encanto si lo vistiéramos a Papá Noel con remera y bermudas", asegura. Zlotogora coincide: "Es un momento para verse lindo".
Y se hacen las 12. Brindis, pirotecnia y regalos. Tres infaltables que van encadenados en la mayoría de las casas. Aunque no todos son fanáticos de los fuegos artificiales. "Es la peor de las tradiciones navideñas... No sirven para nada más que llenar el Hospital de Quemados y avisarle, a modo de batiseñal, a la gente sin casa ni comida que hay alguien del otro lado que gastó 800 pesos en una cañita voladora", sentencia Carolina Aguirre, autora del blog y libro Bestiaria.
Para brindar se suele hacer justo lo que el protocolo sanciona: chocar las copas y pronunciar chinchín.... "Pero en medio de la alegría generalizada no son cosas que se tengan muy en cuenta", excusa Galfione. En ese momento, algunos corren hasta el árbol para ver si Santa Claus cumplió con lo pedido; otros disparan hacia el baño para estrenar la bombacha rosa. Y otros comen las doce uvas en busca de suerte. Una tradición típica de Año Nuevo que, por las dudas, muchos la anticipan en Navidad.