Línea directa. A nuevas tecnologías, nuevos planteos
LA columna del lunes pasado finalizó con una broma sobre el corrector de Word, cuyas deducciones no siempre "correctas" se prestan al humor. Sin embargo, en esa misma columna, la transcripción completa de un comentario había planteado a quien esto escribe y al equipo de Corrección del diario una suerte de conflicto ético-lingüístico.
A través del SMS interno de LA NACION, preguntó una de las correctoras: "Hay un gerundio mal usado. ¿Qué hacemos, lo dejamos?" Respetar el pensamiento de nuestros lectores, y su forma de expresarlo, es, obviamente, importante, pero también es cierto que esta columna, si bien no reemplaza al "Diálogo semanal con los lectores", de gloriosa trayectoria gracias a sus sucesivos columnistas, Octavio Hornos Paz y Lucila Castro, también tiene su origen en el soporte papel y, por lo tanto, le debe el ceñirse a las tradicionales reglas de corrección y elegancia ortográficas que en la Web se han vuelto muy laxas (incluso hasta demasiado laxas en la opinión de muchos lectores, que a veces terminan corrigiéndoles a sus ocasionales compañeros de comentarios la ortografía).
Es fácil deducir, entonces, que el gerundio mal usado fue reemplazado por una expresión correcta, pero la situación pareció lo suficientemente potente como para plantearla en esta nueva columna.
Los comentarios hechos a las notas en Internet no provocan siempre este tipo de disquisiciones. En general, lo que más llama la atención a todos, redactores y lectores, es la inusitada virulencia -puede llegar a los insultos, agravios y discriminaciones varias- con que a veces algunos comentaristas se expresan en contra de lo que acaban de leer. Tanto está llamando la atención este fenómeno, que hasta una revista de actualidad local le dedicó su nota de tapa la semana última. Sin embargo, esta experiencia no es privativa de la Argentina y basta pasear un poco por otras Web del mundo para tener una idea de que ni en eso somos exclusivos u originales.
Una vez más el lúcido pensamiento de Umberto Eco puede orientarnos. "Internet no es una sola cosa, es muchas cosas. Es como un libro: ¿un libro es bueno o malo? Y lo mismo Internet: es un instrumento que en muchos casos ha cambiado nuestra vida, nuestra capacidad de documentación, de comunicación. Y en otros casos se presta a difundir noticias falsas. Uno nunca sabe si lo que le llega a través de Internet es verdadero o falso. Esto no ocurre con los periódicos o con los libros, y según el periódico (o el libro) que compra, sabe cuál es la posición, y se fía o no se fía. Con Internet no se sabe nunca quién habla".
De todas maneras, no hay por qué desesperar. A veces, Internet o sus "subproductos", las redes sociales, pueden deparar sorpresas más agradables que un comentario intemperante. Por ejemplo, por esa rareza nacional en que se han transformado las "rateadas" por Facebook, de entre los muchos comentarios hechos sobre el tema hay uno que calza con los de esta columna. Así, dice doloreskayke en su comentario al editorial del viernes 07/05, "«Rateadas» por Facebook": "En Gualeguaychú decíamos «rabona»; por supuesto, era más propio de los varones que se iban a nadar al río". Gracias, doloreskayke ; ésa es justamente la palabra que faltó estos días prácticamente en todos los medios que se ocuparon (demasiado) de las "rateadas". Se mencionaron las "yuteadas", "cuqueadas" y "chupinas", según de qué provincia proviniera la costumbre, pero casi faltó la más conocida: "hacerse la rabona" -como dicen en España, "hacer novillos"- por "dejar de ir a un sitio a donde se tiene obligación o costumbre de ir; particularmente, faltar los chicos a la escuela para irse a jugar".
Para despuntar el vicio de recordar, el Instituto Cervantes mantiene hasta el próximo 19 de junio, Día del Español, la posibilidad de participar en el concurso virtual de la palabra favorita del idioma (www.eldiae.es) . Primera, extrañamente, va arrebañar ; en un lejano 9° lugar, tiquismiquis , la palabra favorita de una tía querida de la redactora de esta columna. Por eso, en honor a la tía Angélica, aquí se vota por tiquismiquis.
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