A rodar
VICENTE LÓPEZ.- Cuando se jugó el Mundial de 1998, le pidieron al poeta argentino Arnaldo Calveyra, que vivía en Francia, sede del acontecimiento, un artículo sobre el fútbol. Nadie más desinteresado del fútbol que él, pero el periodismo tiene a veces esos aciertos no forzados: resultó la más original de todas las colaboraciones. El poeta imagina (evoco sin el texto a mano) una pelota que asciende, pende acaso de un árbol, pero tiende a las alturas. No menos afortunado es el hallazgo del fotógrafo aquí, aunque de signo contrario: la pelota, vista desde arriba, cae sobre el hombre. O mejor: el hombre deja que la pelota lo someta. Muy significativamente, la pelota misma ocupa el lugar de su cabeza, reducida así a un objeto condenado a rodar. Esto sucedió en los tiempos del peor Boca-River de la historia. Mírenla bien: es la imagen, un poco surrealista, casi como un collage, de una alienación individual y colectiva.