Abrió los ojos y estaba Scioli
“Ni cepo ni supercepo [al dólar], lo que hay es una administración responsable.” (Del ministro Daniel Scioli.)
“Va a ver muy bien. Va a ver la realidad absolutamente mejorada”, le aseguró el médico. “No me mienta, doctor”, le rogó la paciente al oftalmólogo segundos antes de ingresar al quirófano para que la operara.
El posoperatorio no fue malo, especialmente porque la paciente decidió agregar un reposo auditivo al descanso visual. Si no podría leer por algunos días, pensó que no le iba a venir mal un apagón de luces y sonidos inquietantes, así que ni hojeó diarios ni escuchó noticias.
Unas vacaciones semisensoriales con la esperanza –acaso naif– de que la promesa médica de ver la realidad mejorada trascendiera el marco estrictamente profesional. Una apuesta demasiado riesgosa en un país como el nuestro.
Estuvo bueno ver primero con un ojo y esperar unos días a que el otro evolucionara. Al menos, eso creyó la paciente en un principio porque, cuando logró hacer foco con los dos, la realidad mejorada que el médico le había prometido en términos rigurosamente científicos, la sopapeó sin piedad.
No habían transcurrido dos semanas entre que los cerró para operarse y los abrió para asustarse. Se enteró del 5,1 por ciento de inflación en mayo (casi 30% acumulado en lo que va del año), de la falta de gasoil en el país y de escuelas cerradas porque no tienen con qué climatizarlas. Que Alberto fue a una cumbre mundial a defender a dictadores y que una diputada justicialista chaqueña propuso crear el Día Provincial del Heavy Metal. Que Cristina le dijo a Alberto que usara la lapicera y Alberto la usó en su contra, que absolvieron al Caballo Suárez, que el juez Rafecas cerró en diez días la causa por el escándalo del gasoducto Néstor Kirchner, que piqueteros cortaron calles por más de diez horas en una sola jornada y que un avión con iraníes y venezolanos bajó en Ezeiza sin levantar la menor sospecha de las autoridades mientras que al pobre perrito Coco casi lo deportan del país, antes de dejarlo en cuarentena en una dependencia del Senasa porque se la había vencido una vacuna.
Pero eso no fue todo: vio –nunca mejor empleado el verbo como en este caso– la vuelta de Agustín Rossi al gabinete. Y la asunción de Scioli como ministro, negando que hubiera cepos en el país.
Entendió con rapidez que ver bien no siempre es ver mejor, absolvió al médico de toda culpa y lamentó no ser el gordito de Puerto Pollensa para correr alucinada a cambiarse los lentes.