Acefalía
"Existe un cincuenta por ciento de probabilidades de que se produzca un caso de acefalía en el Gobierno."
(Del ex gobernador bonaerense y ex candidato presidencial Eduardo Duhalde.)
Muchos optimistas incorregibles creen que si hubiera ganado Duhalde las cosas andarían todavía peor. Sin embargo, hasta ellos deben admitir que en ese caso no correríamos riesgo de acefalía, ya que si algún mérito se reconoce universalmente al ex candidato justicialista es el de tener la cabeza bien puesta, con todas las soldaduras, soportes y refuerzos adecuados. Por lo tanto, cuando alguien con semejante conocimiento del tema habla de acefalía nuestras manos hacen el gesto automático de sujetar el apéndice que oscila en dudoso equilibrio sobre el cuello.
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Pero nadie repara en lo que está detrás de lo que dice. Su pronóstico fue mal interpretado por los funcionarios oficialistas, que se indignaron sin entender que quien lo dejó escapar es un hombre que se siente en problemas. ¿En qué cabeza cabe? A un año exacto de haberse sacado de encima la pesadilla del triunfo, se encuentra de nuevo cara a cara con su mal sueño. Si viene la acefalía, piensa, podrían pedirle un sacrificio. Sabe que está listo para ser presidente, pero no tiene ganas. Por las noches, se despierta entre sudores fríos. Imagina que lo van a buscar para calzarle por la fuerza la banda. El se resiste, pero resulta en vano. Esta vez sí que todo está perdido: esta vez sí ha ganado.
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He ahí, pues, un prójimo en busca de consuelo, y el corazón ordena procurarlo. No se aflija usted más: primero, como usted mismo ha dicho de modo implícito, hay un cincuenta por ciento en favor de que no haya acefalía alguna, y no la habrá, de acuerdo con la tradicional puntería criolla. Segundo, no se encuentra usted inscripto en ninguna línea sucesoria. Y tercero, en el improbable supuesto de que las elecciones se adelanten, no hay nada en este mundo que lo obligue a presentarse como candidato. Defiéndase, resista. Ya verá como enseguida encontrará usted miles de aliados.