Adaptados
A todo se adapta el ser humano, una característica que puede resultar tanto una ventaja como una condena. Este caso es una clara muestra de lo primero. Cuando a uno lo vence el sueño y los párpados pesan, recurre sin saberlo a un sentido del equilibrio que desconocía. Se sabe que lo mejor de nosotros aparece ante los grandes desafíos. Aunque parezca lo contrario, este hombre de Hanoi está un paso más allá en la evolución. Haríamos bien en aprender sus habilidades. Ya tendremos que ponerlas en práctica todos o casi todos, cuando el calentamiento global o la voracidad del capitalismo financiero globalizado hagan estallar el apocalipsis y tengamos que volver a dormir sobre las ramas, como nuestros antepasados los primates. ¿O será que se cierne sobre nosotros una amenaza semejante porque estamos sobreadaptados? De cualquier modo, que nada sea obstáculo para echarnos una buena siesta, incluso en medio de la precariedad más absoluta.