Alberto Fernández prolonga el misterio pero prepararía una sorpresa
El correlato de la incertidumbre es la ansiedad. Y eso es lo que se percibe en empresarios y consultores económicos que, cada día que pasa, preguntan si hay novedades acerca de nombres para el equipo económico del futuro gobierno o si se produjo alguna mínima señal sobre las primeras medidas económicas que tomaría Alberto Fernández cuando aterrice en la Casa Rosada. El título de un reciente documento de la consultora Ecolatina lo dice todo: "Se ordena la transición, ahora falta el plan económico".
En el entorno del presidente electo nadie alienta expectativas de que vaya a conocerse en lo inmediato quién será el ministro de Economía a partir del 10 de diciembre. Por un lado, Alberto Fernández no estaría dispuesto a someterlo a un desgaste prematuro; por otro, sería fiel a un consejo de su maestro Néstor Kirchner, que ya aplicaba Carlos Menem: secreto y sorpresa.
Entretanto, el futuro jefe del Estado intenta ganar tiempo, con las medidas que toma el gobierno de Mauricio Macri, como el cepo cambiario o la mayor emisión monetaria para cancelar las Letras de Liquidez (Leliq), aunque se abstenga de apoyarlas públicamente. No obstante, persiste más de un dilema acerca de sus pasos en materia económica. Hay quienes consideran que debe buscarse una rápida renegociación de la deuda con los acreedores privados, alargando los plazos de pago, sin quitas de capital e intereses; pero otras voces consideran que resultará dificultoso cerrar un plan de pagos con esos bonistas sin antes negociar con el FMI para definir el nivel de las devoluciones de capital que habría que hacerle a este organismo a partir de 2021 por el crédito stand by vigente.
La ansiedad se agiganta cuando se conocen precisiones sobre los próximos vencimientos de deuda del sector público nacional. Según el Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf), la suma de vencimientos de deuda en dólares y en pesos para todo el año 2020 equivalen a la friolera de 55.400 millones de dólares. Algo así como el 12% del PBI. De ese total, la deuda en pesos representaría, al cambio oficial actual de 63.50, algo más de 17.000 millones de dólares.
Esa misma ansiedad crece cuando se toma nota de que los vencimientos de deuda solo hasta fin de 2019 suman alrededor de 19.000 millones de dólares, aunque si se restan los títulos públicos "reperfilados" se reducirían a unos 7300 millones de dólares, que incluyen el equivalente a 4100 millones de dólares expresados en pesos.
Según el Iaraf, en el escenario más optimista, el stock de reservas ejecutables o disponibles del Banco Central se reduciría hacia fines de este año a 3300 millones de dólares. Sin embargo, hay economistas, como Agustín Monteverde, que proyectan que, a menos que el FMI milagrosamente autorice el desembolso pendiente de 5400 millones de dólares. Para cuando los argentinos estemos celebrando las fiestas las reservas netas efectivas estarán en cero o por debajo de cero, si se recurre a reservas que no deberían tocarse como los swaps de China o los encajes bancarios por los depósitos en dólares.
La emisión monetaria aparece así como la alternativa a la que recurriría el gobierno de Fernández en sus primeros meses de gobierno. La campana de largada ya la hizo sonar la administración de Mauricio Macri, que acaba de disponer mediante un decreto de necesidad y urgencia la ampliación del presupuesto en 684.100 millones de pesos, parte de la cual implicará una fuerte emisión de moneda.
En lo que muchos economistas consideran una ingenuidad, el equipo de Fernández espera contener el traslado a precios de esa eventual expansión monetaria mediante un acuerdo de precios y salarios, una receta que nunca garantizó resultados duraderos a lo largo de la historia argentina.
De acuerdo con las proyecciones de Ecolatina, a pesar de prever una transición ordenada entre Macri y Fernández, no se deben esperar cambios significativos en el corto plazo: el PBI seguirá cayendo, el dólar continuará subiendo, la brecha cambiaria permanecerá elevada y la inflación acumulará en 2020 su tercer año consecutivo por encima del 40%, en tanto que el déficit financiero seguirá siendo elevado, cercano al 4% del PBI, insostenible para una economía sin acceso al financiamiento.
El economista Roberto Cachanosky tampoco oculta su escepticismo. Sintetizó su posición frente a los gestos del equipo de Fernández, señalando que protestan cuando se recurre al endeudamiento o cuando se recurre a la emisión monetaria, pero cuando se les dice que hay que bajar el gasto público no quieren saber nada. Y frente a la idea que lanza Fernández en el sentido de que la prioridad será potenciar el consumo interno, recuerda que, para eso, "primero hay que producir".
Curiosamente, es Monteverde, un economista que representa a la ortodoxia liberal, quien apuesta a que, si se dispusiera a hacerlo, Fernández estaría en mejores condiciones que Macri para llevar a cabo algunas reformas estructurales, aunque sea parcialmente. En su opinión, siempre es más fácil que esas reformas las pueda hacer alguien embanderado en el progresismo y que llega al poder con la franquicia todoterreno del peronismo. ¿Nos deparará Fernández, como Menem, alguna sorpresa?