Las palabras. Amor
"Vamos a hacer de la tribuna política una trinchera de amor y sueños."
(Del ex presidente y actual candidato a diputado nacional Néstor Kirchner.)
Al final se supo: Kirchner nos ama. Su amor alcanza a todo el mundo: a los oligarcas y a los piqueteros; a los periodistas y a los filósofos K; a Luis D´Elía y a Hugo Biolcatti; a Nacha Guevara y a Claudia Rucci. A todos. Atrincherado en la línea de fuego del amor, Kirchner dispara únicamente flores: claveles, rosas y Margaritas Stolbizer. Nos acaricia la cabeza y la emoción lo hace lagrimear. En estos largos años de contención emocional, llevaba acumulado tanto amor que ahora le pasa lo mismo que con la plata de la Anses: no le alcanzan las manos para gastarla. Quebrada la barrera del pudor, que lo inhibía de mostrar sus verdaderos sentimientos, se abraza ahora con la gente, a cara limpia, desnudo, podría decirse, extrovertido como el Besuqueiro. "¡Salga de ahí, asqueroso!", le gritan los desubicados que nunca faltan, pero él se mantiene en sus trece, siempre mimoso, amando siempre.
Si la campaña se pone fea, saldrán también a dar pruebas de amor tres querubines que ya están hartos de hacerse los malhumorados: Julio De Vido, Guillermo Moreno y Aníbal Fernández. Se dice que regalarán chupetines y harán mil monerías para divertir a los más pequeños. Atrás marchará Alicia con su chequera, gritando: "¡Aquí llegó el amor!" ¿No es éste, acaso, el mítico país de las maravillas?
En este contexto, no se entiende por qué el senador Reutemann, siempre tan contenido, siempre tan parco, dijo que la campaña será caliente y agresiva, y que se resolverá a los cadenazos, salvo que piense en alguna variante de amor sádico. La verdad es que no se ven motivos de alarma: desde Kirchner hacia abajo, los oficialistas eligen el amor. No quieren ser malos. Y los opositores no pueden. No tienen el carácter. Por eso, Lole, no sea pesimista. Aflójese, necesitamos que vea usted la vida color de rosa. Cuéntenos una historia divertida. Mire que todo esto lo están haciendo por usted, para ir preparándole el terreno. Para dejarle un país atravesado por el amor. Porque usted será presidente, ¿no es verdad? Aceptará esta vez, y no querrá que andemos todos enfrentados. No tenga miedo, entonces, y súmese a la ronda del amor. Venga esa mano.
lanacionar