Andre Glucksmann: "Chirac tiene mentalidad destructora"
El filósofo francés afirma que los incendios de autos en Francia no han sido provocados por inmigrantes ni por sectores islámicos, sino que, por el contrario, son un ejemplo del "nihilismo destructivo francés"
lanacionarPARIS.- Es uno de los filósofos más provocadores del panorama intelectual europeo. Analista incansable de los "discursos del odio", André Glucksmann afirma que es precisamente ese sentimiento el que guía hoy al mundo y a cada uno de nosotros mismos. Así explica fenómenos como el terrorismo islámico o los actuales desmanes e incendios protagonizados por jóvenes franceses.
"Durante diez días, he intentado comprender qué está ocurriendo en los suburbios franceses -dice-. Me preguntaba si había algo nuevo, algo distinto a lo ya conocido desde hace treinta o cuarenta años. Desde Vaux-en-Velin, en Francia, hasta Brighton, en Inglaterra, o Los Angeles, en Estados Unidos, se ha hablado mucho de disturbios suburbanos. Hay mucho de todo eso en los disturbios franceses. ¿Pero hay algo de nuevo en Francia, hoy?
-¿Cuál es la respuesta?
-De entrada, un dato cuantitativo: nunca se habían quemado tantos coches en tan pocas noches. El año pasado se quemaron en toda Francia unos 28.000 automóviles. En días pasados se han llegado a quemar varios millares en una sola noche. Para explicar esa evolución cuantitativa puede hablarse de la influencia perversa de la televisión. Pero hay otra evolución cualitativa, que me parece mucho más importante. La gran novedad de esta crisis es prender fuego a un automóvil, o a un ómnibus, con pasajeros adentro. Esa quizá sea una gran novedad cualitativa. Un salto hacia adelante en la crueldad y la insensibilidad. Asumir esa acción, buscar la oportunidad para consumar un crimen de tales proporciones, quemar a alguien dentro de un ómnibus ardiendo, es una evolución espantosa. Recuerde que, en esta crisis, se han multiplicado los crímenes de este tipo. Uno o varios jóvenes han buscado a un anciano, un vecino del barrio, para matarlo a puñetazos y acabarlo a pedradas. Eso es algo que me parece nuevo.
-¿De verdad ve usted algo realmente nuevo en esos comportamientos criminales?
-Veo dos cosas. Hay una voluntad de matar. Matar con eficacia. Matar sin ningún pretexto ni justificación. Y, a continuación, entre los violentos, entre los agitadores, ninguno ha considerado oportuno ni comentar, ni criticas, ni salir al paso, ni "justificar" esos crímenes gratuitos y odiosos. Ningún incendiario ha dicho... "bueno... hay que quemar ómnibus, pero no sé si con pasajeros adentro...". No. Entre los incendiarios hay un consenso en esa violencia ciega, absoluta.
-¿Cuál es el objeto de esta violencia?
-Los incendios y las destrucciones se dirigen contra las condiciones de vida propias y del vecindario. Hay un ángulo autodestructor y suicida. Los violentos han destruido coches, casas, escuelas, piscinas, centros deportivos, las tiendas, las pequeñas y medianas empresas de los barrios donde ellos mismos viven. Todo debe arder, para ellos. Sin que los incendiarios discutan entre sí: hay consenso entre ellos. De alguna manera, la primera intención de los incendiarios está siendo destruir el mundo donde ellos mismos viven. Un comportamiento perfectamente suicida. Son desocupados que prenden fuego a los espacios donde aún les será más difícil encontrar trabajo.
-¿Qué consecuencia saca de esa pesadilla autodestructora y suicida que ha vivido Francia?
-Los nuevos incendiarios no quieren criticar el mundo, no quieren destruir a quienes son sus enemigos, presumidos o reales. Ellos quieren destruirlo todo. Todo. Y muchos de esos jóvenes dicen: "Esta noche será como Bagdad". Para ellos, Bagdad es una ciudad donde todo el mundo mata a todo el mundo, o le mete fuego. Esos tres elementos recuerdan mi libro sobre la propagación universal del odio. Con matices: en los suburbios parisinos se mata y se incendia sin otro motivo que el odio contra todo, sin objeto ni pretexto de ningún tipo. Un odio apocalíptico sin principio ni fin. El antiguo crepúsculo de los dioses se transforma en crepúsculo del barrio y la ciudad. A partir de ahí se impone la lógica del odio. Una afirmación criminal de la personalidad: "Yo soy, luego yo destruyo. Destruyo, luego existo".
-¿Se trata de una lógica francesa o de una lógica universal?
-Hay de todo. La lógica de los incendiarios franceses es bien visible en otras partes del mundo. Es la lógica de las bombas humanas islámicas: me mato matando. En las afueras de París prefieren matar a los otros. Los incendiarios se matan metafóricamente, a través de su muerte social. Hay una diferencia, al menos. Las bombas humanas islámicas creen morir para ir al paraíso musulmán. Los incendiarios franceses no creen en ningún paraíso de ninguna religión.
-¿Hay alguna relación entre los incendios y el terrorismo o la influencia islámica?
-No, en absoluto. No soy especialista. Pero lo que ocurre en las afueras de París no parece tener nada que ver con los islámicos. Por el contrario, hay un componente étnico de otro tipo: entre los agitadores hay muchos negros de los departamentos de ultramar que reprochan a Nicolas Sarkozy tratarlos de escoria, basura. Jacques Chirac, Dominique de Villepin y sus ministros dicen lo mismo. Todos critican a Sarkozy desde otro ángulo. Durante los primeros días de la crisis, Chirac, Villepin y sus ministros dejaron solo a Sarkozy esperando inconfesablemente que Sarkozy terminase ardiendo, víctima de los disturbios. Estaban encantados con que fuese Sarkozy el que recibiese todos los golpes. Chirac y Villepin intentaron montar una operación contra Sarkozy, explotando la crisis para tratar de eliminarlo. Todos, la izquierda incluida, preparan las próximas elecciones presidenciales. Todas las críticas contra el lenguaje de Sarkozy están orquestadas por Chirac. Se ha dado el caso grotesco de un primer ministro que critica a su ministro del Interior, y lo acusa veladamente de ser un incendiario porque habla mal. Es algo excepcional. Es la dimensión política de la crisis: la unión de Chirac y la izquierda contra Sarkozy. Y esa unión ha atizado las esperanzas de los incendiarios, cuyo primer objetivo ha llegado a ser intentar conseguir la dimisión de Sarkozy.
-Nicolas Baverez estima que, en verdad, la crisis actual es la consecuencia de veinticinco años de demagogia de izquierda y derecha, precipitando la podredumbre actual.
-Yo tengo una interpretación diferente. Simplificando, la tesis de Baverez es la tesis del fracaso de la integración. Una tesis en la que coinciden la izquierda y la derecha. A mi modo de ver, se trata de un error total de interpretación. Esas bandas de incendiarios violentos son franceses, completamente franceses... perfectamente integrados. Y su integración se consuma definitivamente a través del incendio de automóviles. Y ese comportamiento de incendiarios es un comportamiento profundamente francés. Desde hace mucho tiempo es tradicional, en Francia, que la integración se consume a través de la violencia y el rechazo del otro. La integración a través de la protesta, la contestación. Es un modelo de integración que ha funcionado en muchos sectores modestos y provincianos, tentados por el rechazo violento del vecino. Los campesinos, por ejemplo, hace mucho tiempo que se expresan y se han expresado quemando camiones españoles, quemando prefecturas, quemando supermercados. Los incendiarios ponen de manifiesto que son bien franceses recurriendo a esa vieja tradición nacional.
-Los incendiarios están mucho más cerca de un revolucionario francés, como Saint-Just, que de un revolucionario islámico, como Khomeini.
-Si usted quiere... El Islam no parece estar desempeñando ningún papel en estos disturbios suburbanos. La tradición francesa de la pelea social viene de muy lejos. Desgraciadamente, esa mentalidad de destrucción del otro y destrucción de sí mismo no es monopolio de los jóvenes incendiarios. Es una mentalidad dominante en toda Francia, en todos los niveles del tejido social. Una forma propia de nihilismo.
-¿Puede concretar su propósito?
-Se pretende ser fuerte. Pero esa pretensión a la fuerza se funda en la capacidad de destruir al vecino. "Yo soy fuerte cuando consigo hacer daño al vecino", parecen decirse muchos franceses, en todos los niveles de la escala social. Es el comportamiento de quien desea dejar bien claro que se tiene la fuerza y la resolución de destruir. Incluso destruyéndose a sí mismo. Es la actitud de Jacques Chirac respecto a la Unión Europea cuando dice a diez nuevos miembros que sólo tienen el derecho a callarse. Se trata, por parte de Chirac, de una manera de atentar, minar y amenazar la existencia misma de la Unión: negar el derecho a la libertad de palabra. Es el comportamiento de Chirac cuando prefiere a Putin a la mayoría de los Estados europeos. De esa manera, Chirac contribuye a la destrucción de cincuenta años de construcción política de Europa. Es el comportamiento de Chirac cuando defiende a su manera la política agraria común europea, amenazando con socavar las negociaciones comerciales multilaterales. Es también, en definitiva, el comportamiento de Chirac cuando defiende a tumba abierta las subvenciones concedidas a la agricultura francesa: otra manera de minar el futuro de Europa, imponiendo barreras contra los países pobres.
-Eso es en realidad hablar de la mentalidad de Francia misma...
-Francia se ha convertido en la capital del nihilismo destructor europeo. Los incendiarios de los suburbios no son espiritualmente muy diferentes de los respetables incendiarios que viven en el Elíseo. De ahí que considere perfectamente integrados a los incendiarios.
-Entonces, la gran diferencia entre el nihilismo terrorista islámico y el nihilismo destructor francés, o europeo, en algunos casos, es que ellos aspiran a destruirnos, y nosotros estamos dispuestos a hundir nosotros mismos nuestros sistemas democráticos.
-Exactamente. Pero no olviden que los islamistas también son autodestructores. Las primeras víctimas del terrorismo, en Irak, son los mismos iraquíes. En el fondo, hay algo muy profundo en común: la lógica del odio como "motor de la historia".