Año nuevo, discurso viejo
“Con el peronismo es imposible” (De Carlos Ptaschne, emprendedor del conurbano).
En una de las provincias con más carencias sociales, pero cuya población puede disfrutar de uno de los estadios deportivos más caros y modernos del país, el porteñísimo presidente Alberto Fernández insistió en criticar el bienestar de la ciudad de Buenos Aires: “En el Norte no se discute cómo ampliamos los subtes, sino quién tiene agua. Miren hasta dónde ha llegado la desigualdad”.
Caso de diván, como buena parte de la dirigencia peronista convencida de que la culpa siempre es del otro, Fernández debería estar contento de que la Capital Federal opere como un Google de cabotaje: las “provincias pobres” pueden tener alguna idea de qué es un subte, un jardín vertical y hasta la iluminación continúa en todas sus calles asfaltadas, que hay agua corriente y cloacas y que, de yapa, es un distrito con fuerte presión fiscal, cuyos impuestos se distribuyen entre gobernadores que invierten en obras nada primordiales, pero sí faraónicas.
La Argentina ganó la tercera copa mundial de fútbol; entonces, hay que seguir construyendo estadios para celebrar a Messi –o mejor a Maradona, ícono del kirchnerismo–, porque a quién le importa tener agua cuando lo fundamental es que sigan surgiendo astros del balompié que nos den estas alegrías que nos hermanan por un rato.
Es cierto que el porteñísimo Presidente lleva tres años alojado en la Quinta de Olivos y debe andar poco por Puerto Madero, donde residía en un coqueto departamento de un amigo de la política, y quizás por eso se haya mimetizado más con la fragilidad de buena parte del conurbano bonaerense. Pero lo interesante de su ajado discurso es el señalamiento del que progresa y no del que sigue anclado en el atraso. ¿Quizás por error, alguna de esas noches desveladas en las que repasa su cuenta de Twitter, admitirá que el problema está entre la dirigencia que siempre hace lo mismo para llegar a los mismos malos resultados? Santiago del Estero, por ejemplo, es conducido por el peronismo en todas sus variantes, desde 1983: imbatible, pero sin agua potable.
Todo no se puede y eso lo sabe bien un emprendedor del conurbano que reversionó el Rastrojero para convertirlo en un vehículo modelo siglo XXI y que soñaba con desarrollarlo en el país, pero tiene mejores ofertas de Brasil. “Con el peronismo es imposible”, sentenció Carlos Ptaschne, que por estas horas se despide con nostalgia de 2022 y con la intuición de que el año que llega, al menos para la Argentina, va a ser difícil de transitar.