Aparecen indicios de inflación
LONDRES (The Economist).- Como si no bastara la desilusión por la baja de las ganancias para hacer caer los mercados financieros, esta semana apareció otro fantasma: la inflación.
El 17 de octubre Eurostat, la oficina de estadísticas de la Unión Europea, anunció que la inflación de los precios al consumidor en el área del euro había llegado a su nivel más alto en seis años, de 2,8 por ciento, en los doce meses hasta septiembre.
Lo que representa una marcada suba respecto del 2,3% registrado en los doce meses hasta agosto y muy por encima del techo a largo plazo del Banco Central Europeo del 2 por ciento.
Al día siguiente, Wall Street se vio sacudida -quizá temporariamente- por la noticia de que los precios al consumidor de EE.UU. también habían subido más de lo esperado.
El índice general de precios al consumidor registró un alza del 0,5 por ciento en septiembre y el 3,5% de aumento comparado con un año antes.
En ambos casos, el precio en alza del petróleo es el principal culpable.
La inflación base en el área del euro (excluyendo los precios de la energía y los alimentos, volátiles) está en el 1,4%, apenas más que el 1,3% de agosto.
En Estados Unidos el índice de energía subió un 3,8 por ciento en septiembre, al sufrir alzas la nafta, el combustible para calefacción y el gas natural.
Dado que los precios de la nafta parecen haber caído en octubre, esta alza puede durar poco.
Así lo ven las palomas de la inflación.
Pero no se puede decir que todas las malas noticias son cosas pasajeras.
La tasa de inflación base en Europa también está subiendo. Aunque sigue baja, en el área del euro comienza a subir, quizá debido a la debilidad del euro o por la subida de los precios del petróleo.
Es notorio que la inflación general del área del euro ahora es más alta que la de algunos países de la Unión Europea, que se quedaron con sus propias monedas.
En los doce meses hasta septiembre, los precios al consumidor subieron el 1,3% en Suecia y 2,7% en Dinamarca.
Si el euro sigue flojo, continuará habiendo malas noticias en el frente inflacionario.
Y la inflación en los Estados Unidos tampoco fue una sorpresa, impulsada por los precios del los combustibles.
La inflación base fue del 0,3% en septiembre (aunque la medición de los doce meses hasta esa fecha se mantuvo constante, con un 2,6 por ciento).
Luego de ascender a 0,4% en marzo, la inflación base ya se había estabilizado en 0,2 por ciento.
También en este caso entraron en juego "factores especiales": los precios del tabaco subieron el 3,5% luego de un período de descuentos en agosto.
Los precios de la vestimenta pegaron un salto del 1,6 por ciento, al introducirse las colecciones de otoño e invierno, de mayor precio, anticipadamente.
Algunos analistas también calculan que las cifras de septiembre último muestran en realidad señales prometedoras de estabilidad de precios.
Por ejemplo, los economistas del Chase Manhattan señalan que los precios de los modelos nuevos de autos subieron poco.
Explicaciones
Estas explicaciones alegran a los optimistas, que sostienen que la alta tasa de crecimiento de la productividad garantiza que los precios elevados de los combustibles y la gran demanda en el mercado laboral no se traduzcan en mayor presión sobre los precios.
Y dado que hay crecientes señales de desaceleración de la economía, la presión inflacionaria debería reducirse más. Bueno, quizás.
Es cierto que la inflación no se ha acelerado de modo dramático.
Los precios han subido un poco desde agosto último, pero la inflación de los últimos doce meses en Estados Unidos sigue por debajo de su punto más alto de los últimos nueve años, que fue la cifra del 3,8% de marzo.
Aun así, está muy por encima de los niveles que alcanzó en 1998 y 1999.
No hay motivo para el pánico, pero tampoco para la complacencia: la inflación está subiendo, no bajando, no importa cómo se haga la medición.