Apenas diez años perdidos
El próximo domingo tendremos nuevo presidente. Entre irregularidades del proceso electoral y fracturas de los grandes partidos políticos, queda pendiente un profundo debates de ideas que renueve y/o sustituya a los grandes partidos nacionales.
En el caso del peronismo, los tres frentes que lo representaron electoralmente constituyeron el 62 por ciento del electorado, mientras que la "diáspora" radical sumó 35 por ciento. ¿Se dividira el peronismo y se reunificara el radicalismo?
¿Se constituira una nueva fuerza de centroizquierda liderada por el presidente electo, constituida por peronistas e independientes de izquierda, incluyendo (o no) a Elisa Carrió, Aníbal Ibarra y Binder? ¿Nacerá una fuerza de centroderecha con los restos del menemismo, liberales, radicales y conservadores liderados por Ricardo López Murphy?
¿Se armara un espacio nacionalista y populista integrado por peronistas, sindicalistas, piqueteros y grupos vecinalistas y provinciales? Todo es posible, y seguramente el realineamiento será complicado, conflictivo y cambiante, creando situaciones de tensión propias de esta transición política y cultural.
¿Qué pasa en el partido hegemónico, el peronismo? El espacio que lideraba el ex presidente Carlos Menem está vacante por la deserción institucional producida al renunciar a la segunda vuelta.
El presidente electo Kirchner liderará una corriente que ya había fundado hace varios años y que, seguramente, hoy será acrecentada en su volumen y consistencia. Hasta ahora, aparece como un líder regional patagónico.
El ex gobernador Rodríguez Saá tendrá que optar entre quedarse y crear definitivamente su movimiento nacional y popular por fuera del justicialismo. Su fuerza política central se encuentra en las provincias cuyanas. Finalmente, el gran triunfador de este proceso electoral, el presidente Eduardo Duhalde, ha ratificado su hegemonía en el peronismo bonaerense que, de por sí, representa el 40 por ciento del partido en el nivel nacional.
Salvación nacional
Estas pujas por el poder político e ideológico tendrían que convivir, sin obtaculizarla, con la necesaria unidad nacional operativa que el país necesita para salir de la crisis.
Será tarea central del nuevo presidente ofrecer al país un programa de salvación nacional que canalice los recursos humanos y materiales con el objetivo de volver a encauzar a la Argentina, concretando exitosamente la indispensable transición (2003-2007) que caracterizará a este mandato. Gobernabilidad, seguridad, producción, trabajo, justicia y reinserción internacional son títulos de una agenda que deberá ser consensuada y eficientemente administrada para que al final del período lleguemos a la recuperación de la normalidad, alcanzando los índices de productividad de 1997.
Es decir, si el éxito corona nuestro esfuerzo habremos logrado retroceder sólo diez años. Esta es la cruel realidad que nos toca enfrentar, lo que marca que, al menor desliz, podremos llegar a conducir al país a los indices de la década del 80. Ni hablar si nuestra ceguera, capacidad antropofágica y espíritu conspirativo se conjugan en una pirueta siniestra por la cual nos zambulliríamos lisa y llanamente en los años 70.
Si hacemos de la debilidad institucional y la carencia de recursos una forma de conciencia patriótica y rescatamos, sin reservas ideológicas, los muchos avances de los últimos veinte años, encontraremos con seguridad la fórmula del éxito. Si, en cambio, destruimos todo aquello que rotulemos como "alfonsinista", "menemista", "producto del pacto de Olivos", "prebendas mafiosas", "modelo de exclusión" o "acuerdos corporativos" nos encontraremos con que sencillamente nos quedaremos con nada. Los peores fantasmas del pasado, que aún quedan agazapados, podrán salir de sus cuevas y festejar un nuevo carnaval sobre nuestros cadáveres.
Los argentinos queremos creer. Más aún, las encuestas demuestran que la mayoría cree que las cosas van a mejorar.
Un destino luminoso está a la vuelta de la esquina. No nos estrellemos contra el buzón.
El autor fue embajador argentino en los Estados Unidos. Apoyó la candidatura de Carlos Menem hasta su renuncia al ballottage .