Aplazados en ¡sentido común!
Curiosa pero sintomática resultó la iniciativa de la Secretaria de Educación del Gobierno de la provincia de Buenos Aires, en torno a la idea de eliminar algunas de las notas del sistema público de evaluación escolar. Curiosa, porque resulta difícil de explicar o justificar una medida tan injusta como distorsiva, que intenta igualar lo que de ninguna forma es igualable: que obtener un 1 (uno) en un examen es lo mismo que obtener un 4 (cuatro). No se necesita ser matemático para advertir la incongruencia flagrante. Y sintomática, porque acompaña un trayecto y práctica normativa que lamentablemente se va generalizando, que muestra un mayor empeño y apego por incluir, dar contención social y evitar la estigmatización del reprobado (además del registro de su trayecto educativo problemático), que por generar calidad educativa, aprendizajes significativos y alumnos en condiciones de desenvolverse con libertad y responsabilidad en la vida adulta. Es notable comprobar de qué manera la Argentina, también en educación, se ha propuesto desafiar las leyes de la gravedad.
Y es tristemente coincidente presenciar justamente en el día del maestro, en el que recordamos a nuestro gran prócer y educador y a todos quienes continuamos su legado, de qué manera la mala política y la impericia pretenden desvestir y quitarle brillo a la icónica y aspiracional figura del abanderado, y dotar de argumentos supuestamente altruistas y falsamente sensible a una política nefasta, que iguala para abajo y desincentiva hasta al más apasionado.
El mundo educativo se vale de las evaluaciones y de los sistemas notariales desde los inicios de su práctica institucional. Si bien es cierto que existe una muy rica discusión alrededor de los posibles efectos negativos que un mal uso o abuso del sistema de notas puede generar, hasta la fecha la totalidad de los sistemas educativos del mundo se valen de sistemas de evaluación cuantitativos como una medida de aproximación hacia los aprendizajes pretendidos. Hasta tanto no podamos leer directamente el cerebro de los alumnos, que es en donde quedan los registros de los aprendizajes logrados, deberemos valernos de las notas como el mejor sistema de aproximación.
Si uno mira los sistemas más exitosos del mundo, léase Finlandia, Corea, Israel, Estados Unidos o mismo el caso de Chile, verificará que en todos sus niveles y formatos, en todas sus disciplinas y estamentos, responden a una práctica eminentemente meritocrática notarial. Si un alumno rinde mal un examen o prueba, lo primero que se hace es… ¡registrarlo! ¡¡Nadie esconde el problema del aplazo o mal rendimiento debajo de la alfombra!! Si siquiera intenta llamarlo de otra manera, inventándole un nombre más amigable. Unos con notas, otros con letras, aquellos con franjas, aquellos otros con percentiles, pero todos registran el suceso y hacen referencia a él de la misma manera. No logro la meta de aprendizaje. Punto. Luego, y solo luego, ven como abordan el problema de la dificultan en los aprendizajes, y cada sociedad y cultura lo hace a su manera.
Si la iniciativa de la citada cartera de Educación propone transitar hacia sistemas de evaluación más integrales, mixtos (cuantitativos y cualitativos) y subjetivos, entonces estamos ante la presencia de un experimento a gran escala que requeriría un gran debate nacional. Los países "normales" o "exitosos" no utilizan sistema de tal naturaleza, así que deberemos encontrar los argumentos de fondo que justifiquen semejando invención. Mientras tanto, leo una circular que tengo en mi poder, emitida por la Dirección de la Escuela de Educación Secundaria n°12, de Moreno, provincia de Buenos Aires, con fecha 18 de agosto de 2014, que sugiere a los docentes "…no cerrar promedios por debajo de 7 (siete) para no perjudicar la trayectoria escolar de los estudiantes […]. En caso que el docente considere que el alumno no está en condiciones de aprobar el 2° trimestre, la dirección solicita pasar por alto esta situación al cerrar el promedio, para no perjudicarlo…". Leo esto y me pregunto, ¿de qué estamos hablando?
Señores gobernantes, no puedo menos que ponerles un gran aplazo en la materia sentido común.