Argenlandia, un país muy entretenido
Lenta y no tan sigilosamente, el país real se ha ido desplazando hacia un país de ficción. Nada de Argenzuela: Argenlandia. Los hechos verdaderos van siendo reemplazados por la virtualidad. Ojo, la idea estaba buena. Una Argentina inventada, surgida de mentes creativas, siempre va a ser mejor que la que nos dimos en octubre de 2019. El acontecimiento fundador de esta tendencia fue presentar a Alberto, un profesor de Derecho ligero de saberes jurídicos, como presidente, y a Cristina, de profesión titiritera, como vice. La gente votó a un Alberto moderado y se encontró con uno modelado por una señora que detesta la moderación (hablo de Cris, no de Fabiola). El país de Twitter, que estalla en el fragor del día a día, quiere ser ocultado detrás del país de Facebook o Instagram, donde la vida es retratada con sonrisas, corazones y placeres. Por ejemplo, ¿la carne es hoy más barata gracias a que prohíben exportarla, o la verdad es que nos terminará saliendo mucho más cara? No tengo ninguna duda: nos están pegando un bife.
El problema es que la realidad y la ficción se superponen y confunden. ¿Los argentinos sufrimos nueve meses encerrados o estábamos de fiestitas en Olivos? Cuando el profesor, como hizo esta semana, nos muestra en filminas un potente resurgimiento económico, ¿esas cifras se las tenemos que agradecer a Martín Guzmán o a Roberto Moldavsky? Cuando al Presidente le proponen que exponga con filminas, ¿llora o se ríe? ¿Suiza será tan aburrida como dice Sabina Frederic, o el conurbano se ha puesto más divertido desde que cuenta con la animación de los 11.500 delincuentes que dejaron libres el año pasado? Si los casinos abrieron antes que escuelas y universidades, ¿querrán decirnos que hay que apostar a las apuestas, más que a la economía del conocimiento? ¿Creíamos que el prototipo del hombre nuevo era Baradel y en realidad era Cristóbal López? Que Cristina lleve 15 días sin aparecer en público, ¿obedece a un repliegue estratégico o tenemos que hacernos ilusiones? Una pregunta más: ¿cuál es la última temporada de esta serie que ya lleva más de 112.000 muertos?
Hasta el Fondo Monetario encuentra dificultades para entender lo que estamos viviendo. Acaba de decir que la Argentina necesita un plan económico “creíble y sólido”. Directamente, una proclama golpista. A destiempo: hoy los militares están en los cuarteles; uno de ellos salió, trabaja para Cristina como ministro de Seguridad de Kicillof, anda en moto y nos hace creer que va a los tiros persiguiendo ladrones.
"No hay causa indefendible a la que Alberto, solidario, no le ponga el hombro"
Irremediablemente, hechos y fantasías tienen choques espantosos. Según la fantasía, el Frente era de Todos, heladeras y parrillas lucirían rebosantes, y a mitad de año no quedaría argentino sin vacunar. La campaña electoral es un himno a la ficción. María Eugenia siempre soñó con volver a la ciudad. Santilli nació en La Matanza. Alfonsín pedía “un médico por acá” y por fin llegó: es Manes. Randazzo no quería usar a su madre para un spot, pero terminó aflojando. Milei llamó “sorete”, “gusano”, “asqueroso” y “pelado de mierda” a Larreta, y después se disculpó por haber usado un lenguaje poco inclusivo. Alberto dijo en un acto que jamás traicionará a Cristina, a Máximo, a Massa ni al pueblo, y mucho menos los decretos que él firma.
A comienzos del mes pasado, el Gobierno distribuyó entre sus candidatos y funcionarios un manual de 32 páginas con orientaciones sobre qué temas abordar durante la campaña y de qué asuntillos convenía no decir ni mu. Virtualidad a full. Por caso, el mamotreto recomienda no hablar de Macri, hacer como si no existiera, para no darle visibilidad; tampoco de temas judiciales, de corrupción, política exterior... Una nota que se publicó ayer en LA NACION demuestra que nadie cumplió con el manual, empezando por el propio Gobierno: Macri es tan aludido que incluso Cristina se está poniendo celosa. En realidad, hubo alguien que sí se tomó en serio las indicaciones: Victoria Tolosa Paz. “Si no se puede hablar de las cuestiones complicadas, de economía, de salud, de nada, voy a hablar de… De garchar”. Y se mandó. “En el peronismo –dijo en TV– siempre se garchó”. A los peronistas les conocíamos bien la concupiscencia del poder y del dinero, y ahora Vicky nos dice que no los desdeñemos en la concupiscencia de la carne. Para refrendarlo, en su spot hace saber que tiene 16 nietos. Por supuesto, al día siguiente Alberto respaldó sus palabras, porque no hay en el mundo causa indefendible a la que él, solidario, no le ponga el hombro: “Somos un movimiento donde el amor nos hace felices”, se animó el Presidente. Le puse un like. En cualquier caso, cabe preguntarse en qué sentido habló la candidata, pero tengo miedo de preguntárselo y de que sea todavía más explícita.
Cuando Vicky, una “cheta con SUBE” (la caracterizaría Mike Chouhy), nos presenta tan crudamente su plataforma política, la ficción vuelve a invadirnos. No sabemos si es ella o si es Tinelli, si se propone como diputada o para un reality.
Sospecho que lo están consiguiendo: cuanto más nos enteramos, menos entendemos.ß