Editorial II. Audaz acuerdo político en Alemania
Alemania ha dado un paso importante hacia la conformación de un nuevo gobierno de coalición encabezado por la líder conservadora Angela Merkel, poniendo fin a tres semanas de incertidumbre política luego de las elecciones en las que ningún candidato consiguió el respaldo suficiente para asumir el poder por sí solo.
De este modo se despeja el panorama político de la principal economía de Europa, que permite abrigar esperanzas de un relanzamiento de la Unión Europea luego del traspié causado por el rechazo en Francia y en Holanda a la nueva Constitución común.
El acuerdo para formar, por segunda vez en la historia alemana, una gran coalición entre la izquierda y la derecha se logró gracias a la decisión del canciller y líder del Partido Social Demócrata (SPD), Gerhard Schröder, de abandonar la lucha para mantenerse en la cima del poder luego de haber perdido las elecciones por un escaso margen.
Para permitir el entendimiento los democristianos tuvieron que ceder la mitad del gabinete y renunciar a llevar adelante reformas drásticas que habían propuesto en su programa electoral, que les permitió obtener cuatro bancas más que los socialdemócratas en el Parlamento. En efecto, el partido de Schröder mantendrá en su poder, entre otros, los ministerios de Relaciones Exteriores, Finanzas, Trabajo y Justicia.
Merkel, que será la primera mujer canciller y que proviene de la ex Alemania comunista, tiene enormes desafíos por delante para poder mantenerse en el poder. Su habilidad para reconciliar a los dos partidos, enfrentados tenazmente en las últimas décadas -las diferencias en los últimos siete años de gobierno socialdemócrata fueron enormes-, será crucial para la estabilidad del gobierno.
La líder conservadora tendrá que buscar el consenso y el equilibrio frente a las posiciones enfrentadas que, a partir de ahora, convivirán en su futuro gobierno, como son la participación alemana en la guerra de Irak y el ingreso de Turquía en la Unión Europea. La líder conservadora ha dicho que mantendrá la política del canciller Schröder de dar apoyo a la reconstrucción de Irak, pero sin enviar tropas alemanas.
La primera experiencia de posguerra de una coalición entre la izquierda y la derecha fue en 1966 y duró tres años.
A pesar de haber renunciado a su ambicioso programa de reformas, Merkel podría obtener resultados exitosos si consigue que el Parlamento apruebe algunas de las reformas moderadas que no logró el líder socialdemócrata por falta de apoyo.
Ello le permitiría enfrentar las dos cuestiones que figuran en primer término en su agenda: poner en movimiento la principal economía europea, que atraviesa un período de crisis, y encarar la lucha contra la desocupación, uno de los graves problemas que heredará de la administración socialdemócrata.
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