Vicente Palermo: "Es la primera vez que la Argentina elige un presidente amigo del mercado"
Para el politólogo, Cambiemos -al que no define como neoliberal- cosechó más votos de rechazo al kirchnerismo que de apoyo; vaticina una reconfiguración del peronismo, con un sector "de vanguardia"
Macri nos quiere llevar a otra Argentina, pero en ese tránsito no se puede atropellar, porque no hay que olvidar que Cambiemos sigue siendo una fuerza política minoritaria", lanza el politólogo Vicente Palermo a la hora plasmar, en una foto rápida, el ADN de la transición de una orilla a la otra: de la Argentina K al mundo amarillo.
Presidente del Club Político Argentino, Palermo analiza la magnitud del cambio que encarna la elección de Mauricio Macri: "Es la primera vez que la Argentina elige a un presidente amigo del mercado, que no es lo mismo que neoliberal. Amigo del mercado entraña una idea de la prosperidad y del desarrollo, fundamental para el logro de la igualdad, el valor que sostuvo el gobierno de Cristina Kirchner. Venimos de una Argentina sin mercado, por eso es necesaria una transición gradual y prudente".
El Club Político Argentino fue fundado en 2008. Un nacimiento forjado al calor de un cambio cultural y político, bajo el sello de los nuevos vientos: diversidad, República, prosperidad, inclusión. En su seno hay intelectuales de centroizquierda, desarrollistas, macristas, radicales y peronista. "Yo pertenezco al mundo de la igualdad -se autodefine Palermo-. Pero puedo entender perfectamente el otro mundo, el de la libertad."
Autor de un ensayo comparado entre Brasil y la Argentina que acaba de llegar a las librerías (La alegría y la pasión. Relatos brasileños y argentinos en perspectiva comparada, editado por Katz), Palermo vaticina un sistema de partidos dividido en tres sectores y el advenimiento de un peronismo de vanguardia, con nuevos interlocutores, más parecido a Cambiemos. Es decir, más institucionalista y amigo del mercado.
¿Cuánto espacio político tendrá Macri para cambiar la Argentina?
Depende de la lectura que haga y para eso es muy conveniente mirar la primera vuelta, donde Cambiemos ni siquiera fue la primera minoría: fue la segunda. En ese sentido, el ballottage es forzado. No expresa una voluntad colectiva de mandato. Porque los votos que Macri necesitó para ganar son más de rechazo al kirchnerismo que de apoyo al macrismo. "No estoy tanto queriendo que Macri o Cambiemos me modernicen la Argentina, sino que no estoy soportando más a los kirchneristas..."
Pero fue Macri el destinatario de ese mandato y no Massa o Margarita Stolbizer?
Sin duda, Cambiemos tuvo mucha puntería política. A la gente le dijo: "Mire: usted no quiere el mundo al que nos llevaron los K, pero para salir de esto hay que hacer ciertas cosas y somos nosotros los que estamos en mejores condiciones para hacerlas". Pero con ese discurso solamente convencieron al 34 por ciento de los votantes.
¿Entonces?
Entonces, si prevalece esta lectura de la elección, puede conducir a un modo de acción gradualista y pragmático. Si, por el contrario, la interpretación es que la gente les dio un mandato para una gran transformación -que, en mi opinión, es una mala lectura- e impulsan un ataque masivo y programático de reformas, pueden ir al fracaso. Al menos a un fracaso en una primera fase. Los hechos no hablan por sí solos, hay que interpretarlos.
En una palabra: lo ajustado del triunfo condiciona la profundidad del cambio.
Claro. Si la cifra del triunfo hubiera sido concluyente, esto hubiera sido interpretado por la opinión pública como la concesión al nuevo gobierno para que actúe. Para que haga. La segunda situación que conlleva este tipo de mandato son las situaciones de crisis: si el país vive una crisis muy grande y el gobierno gana las elecciones en ese contexto, adquiere espacio de maniobra para decidir y la sociedad lo deja actuar.
Es un poco lo que pasó con Kirchner, ¿no?
Puede ser un poco lo que pasó con Kirchner, pero un caso más claro en la Argentina fue el comienzo del gobierno de Menem.
Ahora, suponiendo que la subjetividad política de Cambiemos sea creer que ellos deben marcar un gran punto de inflexión, ¿qué puede pasar?
El choque con la realidad puede ser peligroso. Si no se maneja bien, la reacción puede ser fuerte. Venimos de una Argentina antimercado y un cambio brusco puede generar protestas, reclamos, un escenario complicado. Hay que tener en cuenta que es la primera vez que la Argentina elige a un presidente amigo del mercado, que no es lo mismo que neoliberal. Cambiemos no es neoliberal.
Pero, ¿Menem no era promercado?
Yo creo que no. Pero, sobre todo, no llegó como tal. Cambiemos tiene una idea de la prosperidad muy clara. Y transformar la Argentina en términos de esta novedad no va a ser fácil.
¿Cómo definiría a Macri en el aspecto ideológico?
Para empezar, a ellos no les gusta definir que algo es de izquierda o derecha. Y me parece que tienen algo de razón, no solamente por la diversidad interna que tienen, sino porque hasta ahora han sido capaces de agregar ideas, propuestas, sensibilidades, orientaciones, sintonías que son diversas. Pero pensando como politólogo no se puede prescindir de ese componente de análisis. Desde ese punto de vista, como decía Bobbio, el mundo de la izquierda es el mundo de la igualdad, y el mundo de la derecha es el mundo de la libertad. En ese sentido yo diría, sí, Cambiemos es de centroderecha porque pone mucho énfasis en la libertad, y dentro de la libertad en el mercado, que es una determinada forma de libertad. Y el tema de la igualdad no ha sido una orientación central, troncal. Pero no siempre las fuerzas políticas gobiernan de acuerdo con las orientaciones que tienen cuando les toca hacerlo. Hay partidos de derecha que han tenido gobiernos más de izquierda, y al revés también. Pero la propia identidad de Cambiemos está en flujo. Sí está la fuerte identificación que tiene Cambiemos, con el mercado, pero no el mercado a lo neoliberal; ellos no son neoliberales. Pero la idea de que la Argentina es una sociedad y una economía sin mercado, que sin mercado no hay dinamismo económico y que entonces necesitamos mercado, es una idea que yo pondría dentro del espectro de centroderecha.
¿Qué piensa de esta incorporación de gente del management de la empresa en el gabinete?
Creo que hay dos ideales que son buenos. Uno es el gobierno de la gerencia, el management, el gobierno de las cosas reemplazando el gobierno de los hombres, el management desplazando a la política, es decir, se terminó la política, hacemos una administración gerencial, con criterio de eficiencia. Y el otro ideal es el gobierno abierto: transparencia, participación y responsabilidad de los gobernantes.
Que es además la demanda que se le hacía al kirchnerismo, ¿no?
Claro. Pero lo que tiene de malo o de peligroso es que ambas son ideas tendencialmente antipolíticas.
¿Por qué?
Porque ni la política ni el poder son subsumibles ni al management ni a una combinación de transparencia y participación popular que en extremo es imposible. Yo no estoy en contra de la idea, yo digo que la política no es así. La política y el poder son opacos, y es una mala noticia de la cual hay que hacerse cargo. El poder es un problema. Claro que tiene que haber participación, sobre todo mucho control. Pero la idea de que la política puede ser completamente abierta o completamente desplazada por el management, me parece que es equivocada. Creo que la Argentina es un mundo de derecha e izquierda: está el mundo de la igualdad y el mundo de la libertad, y no se entienden nada bien. Cada uno prefiere que haya menos de lo otro, o que se cancele en parte lo otro con tal de que se realice el principio que más valora. Y están las sectas de estos dos mundos.
Los fanáticos.
Exacto. Los sectarios del mundo de la igualdad no entienden que si no hay libertad la igualdad es insostenible. Porque sin prosperidad y sin crecimiento no hay igualdad realizable. Y los sectarios de la libertad, que quieren todas las libertades y principalmente una fundamental que es consumir sin límites, creen que no necesitan la igualdad. Hay una mala noticia: el capitalismo de hoy que es muy concentrador, no necesita la igualdad. La buena noticia es que el mundo de la igualdad se moviliza, tiene actores políticos, es potente política y culturalmente. En la Argentina uno no puede decir simplemente: "Voy a hacer una economía de mercado, próspera". Perfecto, te aplaudo, pero ¿cómo vamos a hacer para incluir?
¿Cómo ve la reconfiguración del peronismo? ¿Puede haber una segunda renovación en el peronismo?
Sí, puede haberla. Creo que hay tres peronismos: el peronismo kirchnerista; el peronismo fisiológico, tradicional, y el peronismo de vanguardia.
¿Quiénes son los de vanguardia?
Son los sectores que están siendo sensibles a los nuevos vientos. Por ejemplo, los vientos de la economía abierta y de mercado, los vientos de las instituciones. Hay toda una revalorización de las instituciones, una comprensión de la importancia de lo institucional y de que sin instituciones no se puede ni convivir, ni crecer, no puede haber justicia social ni libertad. Hay una cantidad de nuevos vientos que Cambiemos, de una manera o de otra, encarna. Si a Cambiemos le va bien, lo más probable es que este sector de vanguardia se aproxime. Así como se había aproximado la renovación peronista a Alfonsín, hasta que vino Menem. Es un sector que puede estar encarnado en un De la Sota, en un Urtubey, hasta en un Randazzo. En Scioli no creo; yo lo veo mucho más clásico.
Hablemos un poco del sistema de partidos. ¿Es posible pensar que hubo un cierto ordenamiento entre la institucionalidad republicana por un lado y el populismo por otro, expresado desde el ballottage?
La elección del ballotage es una polarización forzada. Yo no creo mucho en ella en términos de lo que puede ser expresión de voluntades políticas. Eso no necesariamente se va a expresar en el sistema de partidos. Yo no creo que se plasme en dos fuerzas. Creo que si a Cambiemos le va bien, vamos a tener un juego de tres o cuatro sectores que se van a aliar y competir entre sí, dos peronismos como mínimo, y el macrismo va a ocupar la otra franja. Y probablemente tengamos una centroizquierda. Pero no vamos a un bipartidismo, entre otras cosas porque los peronistas no se van a juntar más.
Cambiemos no hizo un caballito de batalla de la lucha contra la corrupción.
Sí, que no haya habido una cruzada anticorrupción me parece sumamente positivo.
¿Por qué?
Porque eso simplifica y embrutece mucho la política. Criticar el tema de la corrupción y hacerlo a fondo, decir hay que hacer una política para combatirla, crear instituciones para hacerlo, me parece totalmente necesario. Pero decir: de un lado los corruptos y del otro lado los puros, como si eso fuera posible, lo veo muy negativo. Para los Kirchner política era corrupción, y corrupción era política; no había diferencia. Está muy bien que se ponga en jaque eso, pero definir la cosa como una nueva polarización entre los corruptos y los no corruptos, me parece muy negativo.
¿Se puede ser un buen presidente en la Argentina sin ser autoritario?
Sí, no tengo ninguna duda. Pero no se puede si uno no tiene ambición política.
Ambición es una cosa, ambición desmedida es otra.
Claro. La presidencia argentina está llena de recursos. Se puede gobernar bien sin ser autoritario, usando plenamente la autoridad, que no es lo mismo. No tengo ninguna duda de que se puede. ß
Biografía
Vicente Palermo nació en Buenos Aires en 1951. Es sociólogo y doctor en Ciencias Políticas, miembro del Club Político Argentino e investigador independiente del Conicet. Se dedica a temas de política latinoamericana comparada y de historia política argentina reciente. Su último libro es La alegría y la pasión (Katz)LA FOTO. "Goya fue extraordinario en lograr la fusión de arte y política sin romper un equilibrio. Los valores y cuestiones que lo atormentaban también son los míos. Su advertencia sobre los sueños de la razón debería presidir cualquier encuentro entre los intelectuales y el poder."