La educación y el mundo del trabajo
Durante los últimos años se ha instalado el sano debate de pensar y llevar a cabo acciones concretas que conecten la educación con el mundo del trabajo, especialmente en un país -el nuestro- en donde solo el 50% de los adolescentes que comienzan sus estudios secundarios logran finalizar exitosamente esa etapa formativa.
Una de esas acciones, posiblemente la única, concentró su atención en el mundo de la tecnología ofreciendo variedad de planes de formación para aprender a programar. Así surgieron Codo a Codo, la formación de 1 millón de programadores y otras acciones del ámbito privado que buscan lograr el mismo objetivo.
Suena razonable llevar a cabo esos proyectos dado que, efectivamente, el trabajo relacionado con la tecnología necesita muchos más recursos de los que hoy se dispone. Se habla que hacen faltan cubrir no menos de 5.000 puestos en las industrias del conocimiento, número que sigue aumentando año tras año.
Sin embargo, en mi opinión y en los que llevan a cabo esas formaciones, no resulta sencillo impulsar esas capacitaciones masivas dado que aprender a programar requiere de habilidades adquiridas esenciales, previas, necesarias para hacerse del hábito de programar: pensamiento lógico, razonamiento, matemáticas. La falta de esas habilidades explicaría en parte por qué hay tanta deserción en los programas gubernamentales referidos anteriormente. Muchos se anotan con el entusiasmo de ganar importantes salarios, pero, al poco tiempo, descubren la dificultad que les representa aprender a codificar.
Por otro parte, la industria creativa que engloba al cine, editoriales, la música, entre otras áreas, es también un sector que necesita incorporar recursos capacitados, y que el diseño de plantes formativos podría resultar más efectivo que el del mundo IT en cuanto a cantidad de egresados que logran finalizar los cursos. Los adolescentes están mucho más cerca de escribir una historia o filmar un video con sus teléfonos, porque son hábitos con los que nacieron. Por esa razón parecería ser una buena idea planificar proyectos de capacitación masivos para esa industria, que atraerá a los jóvenes a desplegar sus habilidades en algo que ya saben en qué consiste: producir contenidos.