Los sesgos feministas del lenguaje inclusivo
Como hablante y amante del idioma español, me desconcierta que el participio presente de los verbos, tan perfectamente adaptados a las actuales demandas de inclusividad lingüística debido a su terminación en “e”, sea modificado para que se pueda identificar la autopercepción de género de la “hablanta” (¡pero no muy “amanta” del español!).
Sin embargo, esto solo ocurre para el caso en que la “hablanta” sea mujer. Decimos ahora, naturalmente y sin que a nadie le parezca extraño, “la vicepresidenta”. ¿Alguien dice “el presidento”?
En esta fuerte exigencia de lenguaje inclusivo, es mejor decir “otre” que “otro”, “mediques” que “médicos”. No obstante, no parece necesario modificar términos como “terapeuta”, “artista”, “estratega” o “víctima”. La excelente muestra temporaria en Malba (”Terapia”) da cuenta de algunos de estos fuertes sesgos feministas de la inclusividad del lenguaje.
Me pregunto por qué los hombres (¿o debería decir “hombros”?) todavía no han reaccionado frente a tanto feminismo en el lenguaje actual (pero mejor digo “idioma” porque termina en “a”). Tal vez piensen que la inclusividad en el idioma no modifica la realidad. Y, tal vez, tengan razón…
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