Todos culpables
Dos chicos compran en la reventa entradas populares para la final de la Libertadores a 18.000 pesos cada una. Cuando se las escanean en un control, son falsas. Un chico que no consiguió entrada decide mandarse hasta el Monumental. Pasa los tres anillos de seguridad y llega hasta las puertas del estadio. Le pone 1000 pesos a alguien en una de las puertas y entra. En la tribuna Centenario, un hincha que ha visto todos los partidos que jugó River de local en esta Libertadores cuenta que un par de veces no tuvo que mostrar su ticket porque el acceso había sido violentado por bandas de drogados y borrachos. El problema es de fondo, porque la barbarie y el delito que se mueven en torno del fútbol son tan grandes que tornan muy difícil (o excesivamente cara) cualquier solución. Los esquemas de seguridad que deberían proteger los estadios serían parecidos al blindaje que se está disponiendo para el G-20. Se ha llegado muy lejos con la "pasión argentina" por el fútbol. Han llegado demasiado lejos las barras bravas. Hay connivencia de dirigentes, policías, funcionarios, jugadores.
¿Quiénes fueron los culpables de lo que acaba de pasar en el River-Boca? Fuenteovejuna. Los culpables somos todos.