Centro educativo para mapuches
LA Fundación Cruzada Patagónica mantiene diversas empresas de apoyo a las poblaciones de origen mapuche en zonas de Neuquén y Río Negro. El Centro Educativo San Ignacio recibe a unos 200 alumnos en una escuela albergue situada a pocos kilómetros de Junín de los Andes, en la cual brinda formación secundaria y agrotécnica a jóvenes de las comunidades indígenas de la zona.
La idea básica es capacitar a los alumnos para que lleven sus saberes y habilidades a sus respectivas comunidades, a fin de ampliar sus recursos y sus perspectivas de vida. El programa de estudios y trabajos es completo y moderno, porque abarca forestación, apicultura, huerta, ovinos e industrias de la granja, pero también inglés e informática. La mejor prueba de la eficacia de los resultados que se están alcanzando está en el hecho de que muchos de sus ex alumnos se han abierto camino en las universidades y hasta fuera del país, como especialistas en diversas áreas técnicas.
Para los niños que encaran una nueva vida en la escuela se trata de un cambio que afecta no solamente sus capitales de conocimientos, sino también su estilo de vida y sus valores. Ellos salen de poblaciones marginadas, a veces perseguidas o menospreciadas, y se convierten en agentes comunitarios, que impulsan cambios profundos y progresos en sus niveles de instrucción y en sus estructuras económico-sociales sin renunciar por ello a su identidad cultural originaria.
Resulta bastante evidente que las poblaciones indígenas, históricamente, recibieron el embate de la llegada de los pueblos conquistadores con actitudes no siempre coincidentes. Algunas comunidades se adaptaron más que otras a los cambios que introdujo la civilización europea, pero todas -por un camino u otro- experimentaron mutaciones o pérdidas que tocaron lo más profundo de su esencia cultural. Muchos grupos optaron por refugiarse o cerrarse sobre sí mismos para no perder sus modos de vida o para defender sus tradiciones. Lo que la fundación les propone es pasar a ser diferentes en posibilidades de desarrollo o crecimiento sin dejar de ser iguales a si mismos en lo profundo y esencial. Cambiar, por ejemplo, sus viejos ranchos de adobe por viviendas más protectoras y confortables, y tener acceso a servicios médicos y asistenciales, pero preservar, al mismo tiempo, sus riquezas espirituales y culturales.
Los resultados alcanzados por esta fundación son altamente positivos, sobre todo si se los compara con algunas situaciones que se plantean en otras regiones del país, donde la desorganización de las poblaciones indígenas motiva el surgimiento de conflictos y arrastra a sus miembros a padecimientos innecesarios, que la crónica periodística suele reflejar.
El hambre y la desnutrición llevados hasta extremos inimaginables obedecen, en muchos casos, al abandono de pautas culturales que les permitían a los aborígenes vivir sin problemas en una tierra en la cual se mantenía una delicada relación de equilibrio con el medio y con la tierra.
Cruzada Patagónica, entidad privada sin fines de lucro que se sostiene con aportes de distintas empresas, ha logrado y seguirá logrando, sin duda alguna, objetivos sorprendentes. Es una buena respuesta, integral en todos sus aspectos y profundamente humana, al viejo problema de los grupos indígenas en riesgo de desintegración.